Cada año, en esta fiesta, los nuevos arzobispos de la Iglesia (o los que ya eran arzobispos pero que han sido designados a nuevas archidiócesis) reciben el palio (una faja circular que cargarán sobre los hombros), signo de comunión con el Papa. Pero hoy la celebración era todavía más importante ya que el Santo Padre está celebrando el 60º aniversario de su ordenación.
Después de una cálida reflexión sobre su sacerdocio y las lecciones de seis décadas, se centró en las palabras de Cristo “ya no os llamo siervos, sino amigos” y volvió a dirigirse a aquellos que recibían el palio.
Brasil y Estados Unidos son las naciones que tienen mayor número de arzobispos -siete y cuatro respectivamente, aunque dos de los de Estados Unidos son Mexicanos nativos.
El palio, dijo el Papa, “nos recuerda, en primer lugar, el yugo suave que Cristo ha puesto sobre nosotros. El yugo de Cristo es idéntico a su amistad. Es un yugo de amistad y es “un yugo suave”, pero también es exigente, y nos forma. Es el yugo de su voluntad que es una voluntad de verdad y amor”.
El Santo Padre destacó que el palio está hecho de lana: “esto nos recuerda que el mismo Pastor se convirtió en un cordero, por amor a nosotros”.
“Nos recuerda que Cristo atravesó las montañas y los desiertos, en los que su cordero, la humanidad, se había perdido -dijo-. Nos recuerda que tomó al cordero -humanidad, a mí- sobre sus hombros para llevarlo a casa”.
Y añadió: “Nos recuerda que también nosotros, como pastores a su servicio, tenemos que llevar a otros, trayéndolos en nuestros hombros y llevándolos a Cristo”.