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Audiencia General

3/27/2019

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Queridos hermanos y hermanas, buenos días :
Hoy pasamos a analizar la segunda parte del "Padre nuestro", en la que presentamos nuestras necesidades a Dios. Esta segunda parte comienza con una palabra que huele a vida cotidiana: el pan.
La oración de Jesús comienza con una petición impelente, que se parece mucho a la imploración de un mendigo: "¡Danos nuestro pan de cada día!" Esta oración proviene de una evidencia que a menudo olvidamos, es decir, que no somos criaturas autosuficientes y que necesitamos alimentarnos todos los días.
Las Escrituras nos muestran que para tanta gente, el encuentro con Jesús se realiza partiendo de una petición. Jesús no pide invocaciones refinadas, al contrario, toda existencia humana, con sus problemas más concretos y cotidianos, puede convertirse en oración. En los evangelios encontramos una multitud de mendigos que suplican liberación y salvación. Hay quien pide pan, hay quien pide curación; algunos la purificación, otros la vista. o que un ser querido pueda volver a vivir ... Jesús nunca pasa indiferente ante estas peticiones y estos dolores.
Así, Jesús nos enseña a pedirle al Padre el pan de cada día.  Y nos enseña a hacerlo unidos  con tantos hombres y mujeres para quienes esta oración es un grito, - que a menudo  se lleva dentro- y que acompaña la ansiedad de cada día. ¡Cuántas madres y padres, incluso hoy, se van a dormir con el tormento de no tener s mañana pan suficiente para sus hijos! Imaginemos esta oración rezada no en la seguridad de un apartamento cómodo, sino en la precariedad de una habitación en la que uno se  las arregla,  donde falta lo necesario para vivir. Las palabras de Jesús adquieren nueva fuerza. La oración cristiana comienza desde este nivel. No es un ejercicio para ascetas; parte de la realidad, del corazón y de la carne de las personas que viven en necesidad, o que comparten la condición de quienes no tienen lo necesario para vivir. Ni siquiera los más altos místicos cristianos pueden prescindir de la simplicidad de esta pregunta. "Padre, haz que tengamos hoy  el pan necesario para nosotros y para todos". Y "pan" es también para agua, medicinas, hogar, trabajo ...Pedir lo necesario para vivir.
El pan que el cristiano pide en oración no es "mío", sino "nuestro". Esto es lo que quiere Jesús. Nos enseña a pedirlo no solo para nosotros, sino para toda la fraternidad del mundo. Si no se reza de esta manera, el "Padre Nuestro" deja de ser una oración cristiana. Si Dios es nuestro Padre, ¿cómo podemos presentarnos a Él sin tomarnos de la mano? Todos nosotros. Y si el pan que Él nos da nos lo robamos entre nosotros ¿cómo podemos llamarnos hijos suyos ? Esta oración contiene una actitud de empatía una actitud de solidaridad. En mi hambre, siento el hambre de las multitudes, y por eso rezaré a Dios hasta que no obtengan lo que piden. 
Así, Jesús educa a su comunidad, a su Iglesia, para poner ante Dios  las necesidades de todos: "¡Todos somos tus hijos, Padre, ten piedad de nosotros!". Y ahora nos hará bien detenernos unos momentos y pensar en los niños hambrientos. Pensemos en los niños que están en los países en guerra: en los niños hambrientos de Yemen, en los niños hambrientos de Siria, en los niños hambrientos de todos esos países donde no hay pan, en Sudán del Sur. Pensemos en esos niños y pensando en ellos digamos juntos, en voz alta, la oración: “Padre, danos hoy nuestro pan de cada día”. Todos juntos.
El pan que pedimos al Señor en la oración es el mismo que un día nos acusará. Nos reprochará la poca costumbre de partirlo con los que nos rodean, la poca costumbre de compartirlo. Era un pan regalado a la  humanidad y, en cambio, solamente lo han comido algunos: el amor no puede soportarlo. Nuestro amor no puede soportarlo; y tampoco el amor de Dios puede soportar este egoísmo de no compartir el pan.
Una vez había una gran multitud ante Jesús; era gente que tenía hambre. Jesús preguntó si alguien tenía algo, y solo se encontró un niño dispuesto a compartir lo que tenía: cinco panes y dos peces. Jesús multiplicó ese gesto generoso (ver Jn 6: 9). Ese niño había entendido la lección del "Padre Nuestro": que los alimentos no son propiedad privada, -metamos este en nuestra mente: la comida no es propiedad privada - sino providencia que debe compartirse, con la gracia de Dios.
El verdadero milagro realizado por Jesús ese día no es tanto la multiplicación – que es verdad- sino el compartir: dad lo que tengáis y yo haré el milagro. Él mismo, multiplicando aquel pan ofrecido, anticipó la ofrenda de  sí mismo en el Pan Eucarístico. Efectivamente, solo la Eucaristía es capaz de saciar el hambre de  infinito y el deseo de Dios que anima a cada hombre, también en la búsqueda del pan de cada día.


Saludos en las diversas lenguas


Saludos en francés
Me complace saludar a los peregrinos de Francia y otros países francófonos. En particular, saludo a los sacerdotes de la diócesis de Cambrai, con el obispo Mons. Dollmann, a los miembros de la Facultad de Derecho Canónico de París, a los peregrinos de Angers, así como a los numerosos jóvenes de París, Rueil-Malmaison, Dreux, Aix-en Provenza, y de otros lugares. ¡Qué la oración del "Padre Nuestro" nos ayude a pedir pan de cada día para todos, para que en la búsqueda del pan de cada día podamos testimoniar que solo la Eucaristía es capaz de saciar el hambre de  infinito y el deseo de Dios, presente en todo hombre. ¡Dios os bendiga!!
Saludos en inglés
Saludo a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente los de Inglaterra, Irlanda, Dinamarca, Japón y  Estados Unidos de América. Os deseo a todo que el camino cuaresmal nos lleve a Pascua con corazones purificados y renovados por la gracia del Espíritu Santo. ¡Sobre vosotros y vuestras familias invoco el gozo y la paz en Cristo nuestro Redentor!
Saludos en alemán
Saludo cordialmente a los hermanos y hermanas de habla alemana. Todos somos hijos del Padre Eterno, que nos ve y nos provee. Este hecho crea una comunión entre nosotros y un compartir los dones del Padre; por lo tanto, estamos invitados a darlos a los que los necesitan y atraviesan dificultades. Os deseo a todos una buena estancia en Roma y una buena Cuaresma.
Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor que no nos haga faltar nuestro pan cotidiano, y nos ayude a comprender que este no es una propiedad privada sino, ayudados por su gracia, es providencia para compartir y oportunidad para salir al encuentro de los demás, especialmente de los pobres y necesitados. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Saludos en portugués
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de habla portuguesa, en particular a los participantes en la Conferencia organizada por el Instituto Silvio Meira, a los estudiantes y profesores del Instituto Nun'Álvares y a los fieles de Cascavel y Hamilton en Canadá, animando a todos a ser testigos del amor que Jesús nos ha mostrado con su sacrificio en la cruz. Dejad que la cruz sea el signo de una vida de entrega gozosa al prójimo. Con gran placer os bendigo así como a vuestros seres queridos!

Saludos en árabe
Doy una cordial  bienvenida a los peregrinos de habla árabe, especialmente a los procedentes de Oriente Medio. Queridos hermanos y hermanas, en su sencillez y en su esencialidad, el "Padre Nuestro" educa a quienes lo rezan a que no multiplique palabras vanas, porque, -como dice el mismo Jesús- "vuestro Padre sabe qué cosas necesitáis antes de que se las pidáis”. Por eso, el primer paso de  la oración es la entrega de nosotros mismos a Dios, y nuestras peticiones expresan la confianza en el Padre; y es precisamente esta confianza la que nos hace pedir lo que necesitamos sin ansiedad y agitación. ¡El Señor os bendiga!


Saludos en polaco
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. Mañana, en los jardines del Vaticano, se plantará un roble de los bosques polacos, como  signo de los lazos fuertes y vivos entre la Santa Sede y Polonia que hace cien años recuperó su independencia. Precisamente el 30 de marzo de 1919, la Santa Sede reconoció a la República libre de Polonia restableciendo sucesivamente con ella las relaciones diplomáticas. Este árbol es también un símbolo del compromiso de Polonia con la protección del medio ambiente natural. Dando gracias a Dios por el don de la libertad, recemos para que ésta sea siempre utilizada para el crecimiento espiritual, cultural y social de vuestro pueblo y para el desarrollo integral de cada persona. ¡Dios os bendiga!
Saludos en italiano
Como todos los años, el próximo viernes y sábado, nos encontraremos para la tradicional iniciativa: "24 horas para el Señor".  El viernes, a las 17:00, en la basílica vaticana, celebraré la liturgia penitencial. ¡Qué significativo sería que también nuestras iglesias, en esta ocasión particular, estuvieran abiertas mucho tiempo, para pedir la misericordia de Dios y recibirla en el Sacramento del Perdón.

Un cordial saludo a los peregrinos de habla italiana.


Me complace dar la bienvenida a los peregrinos de las diócesis de Palermo y Piazza Armerina, con los obispos Mons. Corrado Lorefice y Mons. Rosario Gisana y a los grupos parroquiales, en particular el de Chiusi Stazione, acompañados por el obispo Mons. Stefano Manetti.


Saludo al Movimiento Unido de Empleados 118 Sicilia, a  la Asociación Libres y Fuertes de Pontinia y a los institutos educativos, particularmente los de Ladispoli, Fasano, Corropoli y Nápoles.

Un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. ¡Qué  la visita a las tumbas de los Apóstoles sea para todos vosotros  la oportunidad de crecer en el amor de Dios y dejarse transformar por la gracia divina, que es más fuerte que cualquier pecado!


Saludo del Santo Padre a Sor María Concetta Esu

Queridos hermanos y hermanas,
Hoy tenemos la alegría de tener una persona con nosotros que deseo presentaros. Es Sor Maria Concetta Esu, de la Congregación de las Hijas de San José de Genoni ¿Y por qué lo hago?


Sor Maria Concetta tiene 85 años y ha sido misionera en África durante casi 60 años, donde trabaja como obstétrica. Un aplauso. La conocí en Bangui, cuando fui a abrir el Jubileo de la Misericordia. Allí me dijo que en su vida ha ayudado a que nacieran miles de  niños. ¡Qué maravilla! Ese día vino desde el Congo en canoa- con 85 años- a hacer la compra en Bangui.
Ha venido estos días  a Roma para reunirse con sus hermanas y hoy está en la audiencia con su Superiora. ¡Así que pensé en aprovechar esta oportunidad para darle un signo de gratitud y decirle un gracias muy grande por su testimonio!
Querida hermana, en mi nombre y en nombre de la Iglesia, te impongo una condecoración. Es un signo de nuestro afecto y nuestro "gracias" por todo el trabajo que has hecho entre las hermanas y hermanos africanos, al servicio de la vida, de los niños, de las madres y de las familias.
Con este gesto a ti dedicado,  quiero también expresar mi gratitud a todos los misioneros, sacerdotes, religiosos y laicos, que han esparcido la semilla del Reino de Dios en todas las  partes del mundo. Vuestro trabajo, queridos misioneros y misioneras, es grande. Vosotros "quemáis" vuestra vida sembrando la palabra de Dios con vuestro testimonio ... Y en este mundo no sois noticia. No salís en los periódicos. El cardenal Hummes, que es el encargado del episcopado brasileño de toda Amazonía va a menudo a visitar las ciudades y las aldeas de Amazonía. Y cada vez que llega allí –me lo ha contado él  mismo- va al cementerio a visitar las tumbas de los misioneros; tantos muertos jóvenes por las enfermedades contra las que no tienen anticuerpos. Y me ha dicho: “Todos estos se merecen que los canonicen”, porque han “quemado” la vida en el servicio.
Queridos hermanos y hermanas, Sor  María Concetta, después de este compromiso, dentro de pocos días,  volverá a África. Acompañémosla con la oración. Y que su ejemplo nos ayude a todos a vivir el Evangelio allí donde estamos.
¡Gracias, hermana! El Señor te bendiga y Nuestra Señora te proteja.
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Audiencia General

3/20/2019

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Prosiguiendo nuestras catequesis sobre el "Padre Nuestro", hoy nos detenemos en la tercera invocación: "Hágase tu voluntad". Debe leerse en unidad con las dos primeras, "Santificado sea tu nombre" y "Venga a nosotros tu Reino", para que juntas formen un tríptico: “Santificado sea tu nombre”, “Venga a nosotros tu Reino”, “Hágase tu voluntad”.
Antes  de que el hombre cuide del mundo, Dios cuida ya  incansablemente al hombre y al mundo. Todo el evangelio refleja esta inversión de perspectiva. El pecador Zaqueo se sube a un árbol porque quiere ver a Jesús, pero no sabe que, mucho antes, Dios había ido a buscarlo. Jesús, cuando llega, le dice: "Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa". Y al final declara: "El Hijo del hombre ha venido a buscar y  salvar lo que estaba perdido" (Lc 19, 5.10). He aquí la voluntad de Dios,  la que pedimos que se haga. ¿Cuál es la voluntad de Dios encarnada en Jesús?: Buscar y salvar lo que está perdido. Y nosotros, cuando rezamos, pedimos que la búsqueda de Dios tenga éxito, que se cumpla su plan universal de salvación, primero en cada uno de nosotros y luego en todo el mundo. ¿Habéis pensado lo que significa que Dios me busca? Cada uno de nosotros puede decir: “Pero ¿Dios me busca?”. “Sí, ¡Te busca!” “Me busca”.
Dios no es ambiguo, no se esconde detrás de enigmas, no ha planeado el futuro del mundo de una manera indescifrable.  No, Él es claro. Si no lo entendemos, nos arriesgamos a no entender el significado de la tercera frase del "Padre Nuestro". En efecto, la Biblia está llena de frases que nos hablan de la voluntad positiva de Dios hacia el mundo. Y en el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos una colección de citas que atestiguan esta voluntad divina fiel y paciente (ver n. 2821-2827). Y San Pablo, en la Primera Carta a Timoteo, escribe: "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (2,4). Esta, sin lugar a dudas, es la voluntad de Dios: la salvación del hombre, de los hombres, de cada uno de nosotros. Dios con su amor llama a la puerta de nuestro corazón ¿Por qué? Para atraernos, para atraernos a Él y llevarnos adelante por el camino de la salvación. Dios está cerca de cada uno de nosotros  con su amor, para llevarnos de la mano a la salvación. ¡Cuánto amor hay detrás de todo ello!
Así, rezando "hágase tu voluntad", no estamos invitados a bajar servilmente la cabeza, como si fuéramos esclavos. ¡No! Dios nos quiere libres; y es su amor el que nos libera.  El "Padre Nuestro” es, en efecto,  la oración de los hijos, no de los esclavos; sino de los hijos que conocen el corazón de su padre y están seguros de su plan de amor. ¡Ay de nosotros sí, al pronunciar estas palabras, nos encogiéramos de hombros y nos rindiéramos ante un destino que nos repele y que no conseguimos cambiar! Al contrario, es una oración llena de ardiente confianza en Dios que quiere el bien para nosotros, la vida, la salvación. Una oración valiente, incluso combativa, porque en el mundo hay muchas, demasiadas realidades que no obedecen al plan de Dios. Las conocemos todos. Parafraseando al profeta Isaías, podríamos decir: "Aquí, Padre, hay guerra, prevaricación, explotación; pero sabemos que Tú quieres nuestro bien, por eso te suplicamos: ¡Hágase tu voluntad! Señor, cambia los planes del mundo, convierte las espadas en azadones y las lanzas en podaderas; ¡Que nadie se ejercite más en el arte de la guerra! "(ver 2: 4).
El "Padre Nuestro" es una oración que enciende en nosotros el mismo amor de Jesús por la voluntad del Padre, una llama que empuja  a transformar el mundo con amor. El cristiano no cree en un "fato" ineluctable. No hay nada al azar en la fe de los cristianos: en cambio, hay una salvación que espera manifestarse en la vida de cada hombre y de cada mujer y cumplirse en la eternidad. Si rezamos es porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad venciendo el mal con el bien. Tiene sentido obedecer a este Dios y abandonarse  a Él incluso en la hora de la prueba más dura.
Así fue para Jesús en el Huerto de Getsemaní, cuando experimentó la angustia y oró: "¡Padre, si quieres, aparta de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya!”(Lucas 22:42). Jesús es aplastado por el mal del mundo, pero se abandona confiadamente al océano del amor de la voluntad del Padre. Tampoco los mártires, en su prueba,  buscaban la muerte, si no el después de la muerte,  la resurrección. Dios, por amor, puede llevarnos a caminar por senderos difíciles, a experimentar dolorosas heridas y espinas, pero nunca nos abandonará. Estará siempre con nosotros, cerca de nosotros, dentro de nosotros Para un creyente esto, más que una esperanza, es una certeza. Dios está conmigo. La misma que encontramos en esa parábola del Evangelio de Lucas dedicada a la necesidad de rezar siempre. Jesús dice: "¿Dios no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto”. Así es el Señor, así nos ama, así nos quiere. Pero, yo tengo ganas de invitaros, ahora, a rezar todos juntos el Padre nuestro. Y los que no saben italiano, que lo recen en su idioma. Vamos a rezar juntos:
Rezo del Padre nuestro
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