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Audiencia

5/1/2019

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La audiencia general ha tenido lugar esta mañana en la Plaza de San Pedro. El Santo Padre ha continuado la catequesis dedicada al Padre nuestro, centrándose esta vez en la petición “No nos dejes caer en la tentación” (Primera Carta de San Pablo a los Corintios 10, 13).
Tras resumir su discurso en diversas lenguas ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo. La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la bendición apostólica.
Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos con la catequesis sobre el "Padre Nuestro", llegando ya a la penúltima invocación: "No nos abandones a la tentación" (Mt 6:13). Otra versión dice: "No nos dejes caer en la tentación". El "Padre Nuestro" comienza de una manera serena: nos hace desear que el gran proyecto de Dios se cumpla en medio de nosotros. Luego vuelve la mirada a la vida y hace que pidamos lo qué necesitamos cotidianamente: el "pan de cada día". Después, la oración apunta a nuestras relaciones interpersonales, a menudo contaminadas por el egoísmo: pedimos perdón y nos comprometemos a darlo. Pero es con esta penúltima invocación cuando nuestro diálogo con el Padre celestial entra, por así decirlo, en el corazón del drama, es decir, en el terreno de la confrontación entre nuestra libertad y las trampas del maligno.
Como es bien sabido, la expresión griega original contenida en los Evangelios es difícil de traducir con exactitud y todas las traducciones modernas cojean un poco. Sin embargo, en un elemento podemos converger unánimemente: sea cual sea la manera en que se comprenda el texto, debemos excluir que sea Dios el protagonista de las tentaciones que se ciernen sobre el camino del hombre. Como si Dios estuviese al acecho para poner trampas y escollos a sus hijos. Una interpretación de este tipo contrasta sobre todo con el texto mismo, y está lejos de la imagen de Dios que Jesús nos reveló. No olvidemos: el "Padre Nuestro" comienza con "Padre". Y un padre no pone trampas a sus hijos. Los cristianos no tienen nada que ver con un Dios envidioso, en competencia con el hombre, o que disfruta poniéndolo a prueba. Estas son las imágenes de muchas deidades paganas. Leemos en la Carta del Apóstol Santiago: "Ninguno, cuando sea probado diga " Es Dios quien me prueba "; porque Dios no es probado por el mal, ni prueba a nadie "(1:13). Si acaso, al contrario: el Padre no es el autor del mal, a ningún hijo que  le pide un pez le da una serpiente (ver Lc. 11,11), como enseña Jesús, y cuando el mal aparece en la vida del hombre, lucha a su lado para que pueda ser liberado. Un Dios que siempre lucha por nosotros, no contra nosotros. ¡Él es Padre! En este sentido  rezamos al "Padre Nuestro".
Estos dos momentos, -la prueba y la tentación-, han estado misteriosamente presentes en la vida del mismo Jesús. En esta experiencia, el Hijo de Dios se hizo completamente  hermano nuestro, de una manera que casi roza el escándalo. Y son precisamente estos pasajes del Evangelio los que nos muestran que las invocaciones más difíciles del "Padre Nuestro", las que cierran el texto, ya han tenido respuesta: Dios no nos ha dejado solos, sino que en Jesús se manifiesta como el "Dios con nosotros" hasta las consecuencias extremas. Él está con nosotros cuando nos da la vida, está con nosotros durante la vida, está con nosotros en la alegría, está con nosotros en las pruebas, está con nosotros en las tristeza, está con nosotros en las derrotas, cuando pecamos, pero siempre está con nosotros porque es Padre y no puede abandonarnos.
Si estamos tentados a hacer el mal, negando la fraternidad con los demás y deseando un poder absoluto sobre todo y sobre todos, Jesús ya ha luchado contra esta tentación por nosotros: las primeras páginas de los Evangelios lo atestiguan. Inmediatamente después de recibir el bautismo de Juan, en medio de la multitud de pecadores, Jesús se retira al desierto y es tentado por Satanás. Así comienza la vida pública de Jesús, con la tentación que viene de Satanás. Satanás estaba presente. Mucha gente dice: "¿Pero por qué hablar del diablo que es una cosa antigua? El diablo no existe ". Pero mira lo que el Evangelio te enseña: Jesús se enfrentó al diablo, fue tentado por Satanás. Pero Jesús rechaza toda tentación y sale victorioso. El Evangelio de Mateo tiene una nota interesante que cierra el duelo entre Jesús y el enemigo: "Entonces el diablo lo dejó, y he aquí que los ángeles se acercaban a él y le servían" (4:11).
Pero incluso en el momento de la prueba suprema, Dios no nos deja solos. Cuando Jesús se retira a orar en Getsemaní, su corazón es invadido por una angustia indecible — así les dice a sus discípulos— y siente la soledad y el abandono. Solo, con la responsabilidad de todos los pecados del mundo sobre sus hombros; solo, con una angustia indecible. La prueba es tan desgarradora que sucede algo inesperado. Jesús no mendiga nunca amor para sí mismo, pero esa noche siente que su alma está triste hasta la muerte, y entonces pide a sus amigos que estén cerca de él: "Quedaos aquí y velad conmigo" (Mt 26:38). Como sabemos, los discípulos, entorpecidos por un agotamiento causado por el miedo, se quedaron dormidos. En el momento de la agonía, Dios pide al hombre que no lo abandone, y el hombre en cambio duerme. En el tiempo en que el hombre conoce su prueba, Dios en cambio vela. En los peores momentos de nuestras vidas, en los momentos más dolorosos, en los momentos más angustiosos, Dios vela con nosotros, Dios lucha con nosotros, siempre está cerca de nosotros. ¿Por qué? Porque es Padre. Así  habíamos empezado la oración: "Padre nuestro". Y un padre no abandona a sus hijos. Aquella noche de dolor de Jesús, de lucha, son el último sello de la Encarnación: Dios desciende para encontrarnos en nuestros abismos y en las tribulaciones que constelan la historia.
Es nuestro consuelo en la hora de la prueba saber que ese valle, desde que Jesús lo cruzó, ya no está desolado, sino que está bendecido por la presencia del Hijo de Dios. ¡Él nunca nos abandonará!
Aleja, pues, de nosotros, oh Dios, el tiempo de la prueba y de la tentación. Pero cuando llegue ese momento, Padre nuestro, muéstranos que no estamos solos. Tú eres el Padre. Muéstranos que Cristo ya ha tomado sobre sí también el peso de esa cruz. Muéstranos que Jesús nos llama a llevarla con él, abandonándonos confiados a tu amor de Padre. Gracias.


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En sus saludos, al final de la catequesis  a los peregrinos de lengua española provenientes de España y de América Latina, el Papa dijo“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y de Latinoamérica, en modo particular a los sacerdotes de la Diócesis de Cartagena, acompañados por su obispo, Mons. José Manuel Lorca Planes. Pidamos al Señor que aleje de nosotros todo tipo de tentación y que sepamos percibir su presencia a nuestro lado en todo momento de nuestra vida. Dios siempre nos acompaña y hace más ligero el peso de nuestra cruz. Que el Señor los bendiga.
También recordó el Pontífice que hoy 1 de mayo se celebra San José Obrero. “Qué la figura del humilde trabajador de Nazareth nos oriente siempre hacia Cristo, -exclamó- qué sostenga el sacrificio de los que trabajan por el bien y trabajan bien e interceda por los que han perdido el trabajo o no consiguen encontrarlo. Recemos especialmente por aquellos que no tienen trabajo, que es una tragedia mundial de estos tiempos”.
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Audiencia General

3/27/2019

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Queridos hermanos y hermanas, buenos días :
Hoy pasamos a analizar la segunda parte del "Padre nuestro", en la que presentamos nuestras necesidades a Dios. Esta segunda parte comienza con una palabra que huele a vida cotidiana: el pan.
La oración de Jesús comienza con una petición impelente, que se parece mucho a la imploración de un mendigo: "¡Danos nuestro pan de cada día!" Esta oración proviene de una evidencia que a menudo olvidamos, es decir, que no somos criaturas autosuficientes y que necesitamos alimentarnos todos los días.
Las Escrituras nos muestran que para tanta gente, el encuentro con Jesús se realiza partiendo de una petición. Jesús no pide invocaciones refinadas, al contrario, toda existencia humana, con sus problemas más concretos y cotidianos, puede convertirse en oración. En los evangelios encontramos una multitud de mendigos que suplican liberación y salvación. Hay quien pide pan, hay quien pide curación; algunos la purificación, otros la vista. o que un ser querido pueda volver a vivir ... Jesús nunca pasa indiferente ante estas peticiones y estos dolores.
Así, Jesús nos enseña a pedirle al Padre el pan de cada día.  Y nos enseña a hacerlo unidos  con tantos hombres y mujeres para quienes esta oración es un grito, - que a menudo  se lleva dentro- y que acompaña la ansiedad de cada día. ¡Cuántas madres y padres, incluso hoy, se van a dormir con el tormento de no tener s mañana pan suficiente para sus hijos! Imaginemos esta oración rezada no en la seguridad de un apartamento cómodo, sino en la precariedad de una habitación en la que uno se  las arregla,  donde falta lo necesario para vivir. Las palabras de Jesús adquieren nueva fuerza. La oración cristiana comienza desde este nivel. No es un ejercicio para ascetas; parte de la realidad, del corazón y de la carne de las personas que viven en necesidad, o que comparten la condición de quienes no tienen lo necesario para vivir. Ni siquiera los más altos místicos cristianos pueden prescindir de la simplicidad de esta pregunta. "Padre, haz que tengamos hoy  el pan necesario para nosotros y para todos". Y "pan" es también para agua, medicinas, hogar, trabajo ...Pedir lo necesario para vivir.
El pan que el cristiano pide en oración no es "mío", sino "nuestro". Esto es lo que quiere Jesús. Nos enseña a pedirlo no solo para nosotros, sino para toda la fraternidad del mundo. Si no se reza de esta manera, el "Padre Nuestro" deja de ser una oración cristiana. Si Dios es nuestro Padre, ¿cómo podemos presentarnos a Él sin tomarnos de la mano? Todos nosotros. Y si el pan que Él nos da nos lo robamos entre nosotros ¿cómo podemos llamarnos hijos suyos ? Esta oración contiene una actitud de empatía una actitud de solidaridad. En mi hambre, siento el hambre de las multitudes, y por eso rezaré a Dios hasta que no obtengan lo que piden. 
Así, Jesús educa a su comunidad, a su Iglesia, para poner ante Dios  las necesidades de todos: "¡Todos somos tus hijos, Padre, ten piedad de nosotros!". Y ahora nos hará bien detenernos unos momentos y pensar en los niños hambrientos. Pensemos en los niños que están en los países en guerra: en los niños hambrientos de Yemen, en los niños hambrientos de Siria, en los niños hambrientos de todos esos países donde no hay pan, en Sudán del Sur. Pensemos en esos niños y pensando en ellos digamos juntos, en voz alta, la oración: “Padre, danos hoy nuestro pan de cada día”. Todos juntos.
El pan que pedimos al Señor en la oración es el mismo que un día nos acusará. Nos reprochará la poca costumbre de partirlo con los que nos rodean, la poca costumbre de compartirlo. Era un pan regalado a la  humanidad y, en cambio, solamente lo han comido algunos: el amor no puede soportarlo. Nuestro amor no puede soportarlo; y tampoco el amor de Dios puede soportar este egoísmo de no compartir el pan.
Una vez había una gran multitud ante Jesús; era gente que tenía hambre. Jesús preguntó si alguien tenía algo, y solo se encontró un niño dispuesto a compartir lo que tenía: cinco panes y dos peces. Jesús multiplicó ese gesto generoso (ver Jn 6: 9). Ese niño había entendido la lección del "Padre Nuestro": que los alimentos no son propiedad privada, -metamos este en nuestra mente: la comida no es propiedad privada - sino providencia que debe compartirse, con la gracia de Dios.
El verdadero milagro realizado por Jesús ese día no es tanto la multiplicación – que es verdad- sino el compartir: dad lo que tengáis y yo haré el milagro. Él mismo, multiplicando aquel pan ofrecido, anticipó la ofrenda de  sí mismo en el Pan Eucarístico. Efectivamente, solo la Eucaristía es capaz de saciar el hambre de  infinito y el deseo de Dios que anima a cada hombre, también en la búsqueda del pan de cada día.


Saludos en las diversas lenguas


Saludos en francés
Me complace saludar a los peregrinos de Francia y otros países francófonos. En particular, saludo a los sacerdotes de la diócesis de Cambrai, con el obispo Mons. Dollmann, a los miembros de la Facultad de Derecho Canónico de París, a los peregrinos de Angers, así como a los numerosos jóvenes de París, Rueil-Malmaison, Dreux, Aix-en Provenza, y de otros lugares. ¡Qué la oración del "Padre Nuestro" nos ayude a pedir pan de cada día para todos, para que en la búsqueda del pan de cada día podamos testimoniar que solo la Eucaristía es capaz de saciar el hambre de  infinito y el deseo de Dios, presente en todo hombre. ¡Dios os bendiga!!
Saludos en inglés
Saludo a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente los de Inglaterra, Irlanda, Dinamarca, Japón y  Estados Unidos de América. Os deseo a todo que el camino cuaresmal nos lleve a Pascua con corazones purificados y renovados por la gracia del Espíritu Santo. ¡Sobre vosotros y vuestras familias invoco el gozo y la paz en Cristo nuestro Redentor!
Saludos en alemán
Saludo cordialmente a los hermanos y hermanas de habla alemana. Todos somos hijos del Padre Eterno, que nos ve y nos provee. Este hecho crea una comunión entre nosotros y un compartir los dones del Padre; por lo tanto, estamos invitados a darlos a los que los necesitan y atraviesan dificultades. Os deseo a todos una buena estancia en Roma y una buena Cuaresma.
Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor que no nos haga faltar nuestro pan cotidiano, y nos ayude a comprender que este no es una propiedad privada sino, ayudados por su gracia, es providencia para compartir y oportunidad para salir al encuentro de los demás, especialmente de los pobres y necesitados. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Saludos en portugués
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de habla portuguesa, en particular a los participantes en la Conferencia organizada por el Instituto Silvio Meira, a los estudiantes y profesores del Instituto Nun'Álvares y a los fieles de Cascavel y Hamilton en Canadá, animando a todos a ser testigos del amor que Jesús nos ha mostrado con su sacrificio en la cruz. Dejad que la cruz sea el signo de una vida de entrega gozosa al prójimo. Con gran placer os bendigo así como a vuestros seres queridos!

Saludos en árabe
Doy una cordial  bienvenida a los peregrinos de habla árabe, especialmente a los procedentes de Oriente Medio. Queridos hermanos y hermanas, en su sencillez y en su esencialidad, el "Padre Nuestro" educa a quienes lo rezan a que no multiplique palabras vanas, porque, -como dice el mismo Jesús- "vuestro Padre sabe qué cosas necesitáis antes de que se las pidáis”. Por eso, el primer paso de  la oración es la entrega de nosotros mismos a Dios, y nuestras peticiones expresan la confianza en el Padre; y es precisamente esta confianza la que nos hace pedir lo que necesitamos sin ansiedad y agitación. ¡El Señor os bendiga!


Saludos en polaco
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. Mañana, en los jardines del Vaticano, se plantará un roble de los bosques polacos, como  signo de los lazos fuertes y vivos entre la Santa Sede y Polonia que hace cien años recuperó su independencia. Precisamente el 30 de marzo de 1919, la Santa Sede reconoció a la República libre de Polonia restableciendo sucesivamente con ella las relaciones diplomáticas. Este árbol es también un símbolo del compromiso de Polonia con la protección del medio ambiente natural. Dando gracias a Dios por el don de la libertad, recemos para que ésta sea siempre utilizada para el crecimiento espiritual, cultural y social de vuestro pueblo y para el desarrollo integral de cada persona. ¡Dios os bendiga!
Saludos en italiano
Como todos los años, el próximo viernes y sábado, nos encontraremos para la tradicional iniciativa: "24 horas para el Señor".  El viernes, a las 17:00, en la basílica vaticana, celebraré la liturgia penitencial. ¡Qué significativo sería que también nuestras iglesias, en esta ocasión particular, estuvieran abiertas mucho tiempo, para pedir la misericordia de Dios y recibirla en el Sacramento del Perdón.

Un cordial saludo a los peregrinos de habla italiana.


Me complace dar la bienvenida a los peregrinos de las diócesis de Palermo y Piazza Armerina, con los obispos Mons. Corrado Lorefice y Mons. Rosario Gisana y a los grupos parroquiales, en particular el de Chiusi Stazione, acompañados por el obispo Mons. Stefano Manetti.


Saludo al Movimiento Unido de Empleados 118 Sicilia, a  la Asociación Libres y Fuertes de Pontinia y a los institutos educativos, particularmente los de Ladispoli, Fasano, Corropoli y Nápoles.

Un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. ¡Qué  la visita a las tumbas de los Apóstoles sea para todos vosotros  la oportunidad de crecer en el amor de Dios y dejarse transformar por la gracia divina, que es más fuerte que cualquier pecado!


Saludo del Santo Padre a Sor María Concetta Esu

Queridos hermanos y hermanas,
Hoy tenemos la alegría de tener una persona con nosotros que deseo presentaros. Es Sor Maria Concetta Esu, de la Congregación de las Hijas de San José de Genoni ¿Y por qué lo hago?


Sor Maria Concetta tiene 85 años y ha sido misionera en África durante casi 60 años, donde trabaja como obstétrica. Un aplauso. La conocí en Bangui, cuando fui a abrir el Jubileo de la Misericordia. Allí me dijo que en su vida ha ayudado a que nacieran miles de  niños. ¡Qué maravilla! Ese día vino desde el Congo en canoa- con 85 años- a hacer la compra en Bangui.
Ha venido estos días  a Roma para reunirse con sus hermanas y hoy está en la audiencia con su Superiora. ¡Así que pensé en aprovechar esta oportunidad para darle un signo de gratitud y decirle un gracias muy grande por su testimonio!
Querida hermana, en mi nombre y en nombre de la Iglesia, te impongo una condecoración. Es un signo de nuestro afecto y nuestro "gracias" por todo el trabajo que has hecho entre las hermanas y hermanos africanos, al servicio de la vida, de los niños, de las madres y de las familias.
Con este gesto a ti dedicado,  quiero también expresar mi gratitud a todos los misioneros, sacerdotes, religiosos y laicos, que han esparcido la semilla del Reino de Dios en todas las  partes del mundo. Vuestro trabajo, queridos misioneros y misioneras, es grande. Vosotros "quemáis" vuestra vida sembrando la palabra de Dios con vuestro testimonio ... Y en este mundo no sois noticia. No salís en los periódicos. El cardenal Hummes, que es el encargado del episcopado brasileño de toda Amazonía va a menudo a visitar las ciudades y las aldeas de Amazonía. Y cada vez que llega allí –me lo ha contado él  mismo- va al cementerio a visitar las tumbas de los misioneros; tantos muertos jóvenes por las enfermedades contra las que no tienen anticuerpos. Y me ha dicho: “Todos estos se merecen que los canonicen”, porque han “quemado” la vida en el servicio.
Queridos hermanos y hermanas, Sor  María Concetta, después de este compromiso, dentro de pocos días,  volverá a África. Acompañémosla con la oración. Y que su ejemplo nos ayude a todos a vivir el Evangelio allí donde estamos.
¡Gracias, hermana! El Señor te bendiga y Nuestra Señora te proteja.
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Audiencia General

3/20/2019

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Prosiguiendo nuestras catequesis sobre el "Padre Nuestro", hoy nos detenemos en la tercera invocación: "Hágase tu voluntad". Debe leerse en unidad con las dos primeras, "Santificado sea tu nombre" y "Venga a nosotros tu Reino", para que juntas formen un tríptico: “Santificado sea tu nombre”, “Venga a nosotros tu Reino”, “Hágase tu voluntad”.
Antes  de que el hombre cuide del mundo, Dios cuida ya  incansablemente al hombre y al mundo. Todo el evangelio refleja esta inversión de perspectiva. El pecador Zaqueo se sube a un árbol porque quiere ver a Jesús, pero no sabe que, mucho antes, Dios había ido a buscarlo. Jesús, cuando llega, le dice: "Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede en tu casa". Y al final declara: "El Hijo del hombre ha venido a buscar y  salvar lo que estaba perdido" (Lc 19, 5.10). He aquí la voluntad de Dios,  la que pedimos que se haga. ¿Cuál es la voluntad de Dios encarnada en Jesús?: Buscar y salvar lo que está perdido. Y nosotros, cuando rezamos, pedimos que la búsqueda de Dios tenga éxito, que se cumpla su plan universal de salvación, primero en cada uno de nosotros y luego en todo el mundo. ¿Habéis pensado lo que significa que Dios me busca? Cada uno de nosotros puede decir: “Pero ¿Dios me busca?”. “Sí, ¡Te busca!” “Me busca”.
Dios no es ambiguo, no se esconde detrás de enigmas, no ha planeado el futuro del mundo de una manera indescifrable.  No, Él es claro. Si no lo entendemos, nos arriesgamos a no entender el significado de la tercera frase del "Padre Nuestro". En efecto, la Biblia está llena de frases que nos hablan de la voluntad positiva de Dios hacia el mundo. Y en el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos una colección de citas que atestiguan esta voluntad divina fiel y paciente (ver n. 2821-2827). Y San Pablo, en la Primera Carta a Timoteo, escribe: "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (2,4). Esta, sin lugar a dudas, es la voluntad de Dios: la salvación del hombre, de los hombres, de cada uno de nosotros. Dios con su amor llama a la puerta de nuestro corazón ¿Por qué? Para atraernos, para atraernos a Él y llevarnos adelante por el camino de la salvación. Dios está cerca de cada uno de nosotros  con su amor, para llevarnos de la mano a la salvación. ¡Cuánto amor hay detrás de todo ello!
Así, rezando "hágase tu voluntad", no estamos invitados a bajar servilmente la cabeza, como si fuéramos esclavos. ¡No! Dios nos quiere libres; y es su amor el que nos libera.  El "Padre Nuestro” es, en efecto,  la oración de los hijos, no de los esclavos; sino de los hijos que conocen el corazón de su padre y están seguros de su plan de amor. ¡Ay de nosotros sí, al pronunciar estas palabras, nos encogiéramos de hombros y nos rindiéramos ante un destino que nos repele y que no conseguimos cambiar! Al contrario, es una oración llena de ardiente confianza en Dios que quiere el bien para nosotros, la vida, la salvación. Una oración valiente, incluso combativa, porque en el mundo hay muchas, demasiadas realidades que no obedecen al plan de Dios. Las conocemos todos. Parafraseando al profeta Isaías, podríamos decir: "Aquí, Padre, hay guerra, prevaricación, explotación; pero sabemos que Tú quieres nuestro bien, por eso te suplicamos: ¡Hágase tu voluntad! Señor, cambia los planes del mundo, convierte las espadas en azadones y las lanzas en podaderas; ¡Que nadie se ejercite más en el arte de la guerra! "(ver 2: 4).
El "Padre Nuestro" es una oración que enciende en nosotros el mismo amor de Jesús por la voluntad del Padre, una llama que empuja  a transformar el mundo con amor. El cristiano no cree en un "fato" ineluctable. No hay nada al azar en la fe de los cristianos: en cambio, hay una salvación que espera manifestarse en la vida de cada hombre y de cada mujer y cumplirse en la eternidad. Si rezamos es porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad venciendo el mal con el bien. Tiene sentido obedecer a este Dios y abandonarse  a Él incluso en la hora de la prueba más dura.
Así fue para Jesús en el Huerto de Getsemaní, cuando experimentó la angustia y oró: "¡Padre, si quieres, aparta de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya!”(Lucas 22:42). Jesús es aplastado por el mal del mundo, pero se abandona confiadamente al océano del amor de la voluntad del Padre. Tampoco los mártires, en su prueba,  buscaban la muerte, si no el después de la muerte,  la resurrección. Dios, por amor, puede llevarnos a caminar por senderos difíciles, a experimentar dolorosas heridas y espinas, pero nunca nos abandonará. Estará siempre con nosotros, cerca de nosotros, dentro de nosotros Para un creyente esto, más que una esperanza, es una certeza. Dios está conmigo. La misma que encontramos en esa parábola del Evangelio de Lucas dedicada a la necesidad de rezar siempre. Jesús dice: "¿Dios no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto”. Así es el Señor, así nos ama, así nos quiere. Pero, yo tengo ganas de invitaros, ahora, a rezar todos juntos el Padre nuestro. Y los que no saben italiano, que lo recen en su idioma. Vamos a rezar juntos:
Rezo del Padre nuestro
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Audiencia

1/30/2019

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy hablaré de mi reciente viaje apostólico a Panamá. Os  invito a dar gracias conmigo al Señor por esta gracia que ha querido dar a la Iglesia y al pueblo de ese amado país. Doy las gracias al Sr. Presidente de Panamá y a las otras autoridades, a los obispos, así como  a todos los voluntarios –había tantos-  por su calurosa y familiar bienvenida, la misma que hemos visto en la gente que en todas partes ha venido a saludar con gran fe y entusiasmo. Me ha llamado mucho la atención que la gente levantaba en  brazos a los niños. Cuando pasaba el papamóvil, todos con los niños, los levantaban como diciendo: "¡Mirad mi orgullo, aquí está mi futuro!”. Y enseñaban a los niños. ¡Eran tantos! Y los padres y las madres orgullosas de ese niño. Pensé: ¡cuánta dignidad en este gesto y cuánto es elocuente para el invierno demográfico que estamos viviendo en Europa! El orgullo de esa familia son los niños. La seguridad para el futuro son los niños. ¡El invierno demográfico sin niños es duro!
El motivo de este viaje ha sido  la Jornada Mundial de la Juventud; sin embargo a los encuentros con jóvenes se han entrelazado otros con la realidad del país: las autoridades, los obispos, los jóvenes reclusos, los consagrados y una casa-familia. Todo ha estado como "contagiado" y "amalgamado" por la alegre presencia de los jóvenes: una fiesta para ellos y una fiesta para Panamá, y también para toda América Central, marcada por tantos dramas y necesitada de esperanza y de paz, y también de justicia.
Esta Jornada Mundial de la Juventud estuvo precedida por el encuentro de  los jóvenes de los pueblos nativos y afroamericanos. Un hermoso gesto: han estado cinco días de encuentro, los jóvenes indígenas y afro-descendientes. Son muchos en esa región. Han abierto la puerta a la Jornada Mundial. Y esa es una iniciativa importante que ha mostrado todavía mejor el rostro multifacético de la Iglesia en América Latina: América Latina es mestiza. Luego, con la llegada de grupos de todo el mundo, se formó la gran sinfonía de rostros e idiomas, típica de este evento. Ver todas las banderas desfilar juntas, danzar en las manos de los jóvenes alegres por  encontrarse es un signo profético, un signo que va en contra de la triste tendencia actual de los nacionalismos conflictivos, que levantan muros y se cierran a la universalidad, al encuentro entre los pueblos. Es una señal de que los jóvenes cristianos son levadura de  paz en el mundo.
Esta JMJ ha tenido una fuerte huella mariana, porque su tema eran las palabras de la Virgen al Ángel: "He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra "(Lc. 1, 38). Fue impresionante escuchar estas palabras pronunciadas por los representantes de los jóvenes de los cinco continentes y, sobre todo, verlas transparentarse en sus rostros. Mientras haya nuevas generaciones capaces de decir "heme aquí" a Dios, habrá futuro en el mundo.
Entre las etapas de la JMJ siempre está el Vía Crucis. Caminar con María detrás de Jesús cargado con la cruz es la escuela de la vida cristiana: allí se aprende el amor paciente, silencioso, concreto. Os hago una confidencia: a mí me gusta mucho hacer el Vía Crucis porque es andar con María detrás de Jesús. Y siempre llevo conmigo, para hacerlo en cualquier momento, un Vía Crucis de bolsillo, que me regaló una persona muy apostólica en Buenos Aires. Y cuando tengo tiempo lo tomo y sigo el Vía Crucis. Haced vosotros también el Vía Crucis porque es seguir a Jesús con María en el camino de la cruz, donde él dio la vida por nosotros, por nuestra redención. En el Vía Crucis se aprende el amor paciente, silencioso y concreto. En Panamá, los jóvenes llevaban con Jesús y María la carga de la condición de tantos hermanos y hermanas que sufren en América Central y en todo el mundo. Entre ellos hay muchos jóvenes víctimas de diferentes formas de esclavitud y pobreza. Y en este sentido, fueron momentos muy significativos la liturgia penitencial que celebré en un Hogar de rehabilitación para menores y la visita a la Casa-familia "Buen Samaritano", que alberga a personas afectadas por el VIH / SIDA,
La culminación de la JMJ y del viaje fueron la Vigilia y la Misa con los jóvenes. En la Vigilia,- en aquel campo lleno de jóvenes que hicieron la Vigilia, durmieron allí y a las ocho de la mañana participaron en la misa- ;en la Vigilia se renovó el diálogo vivo con todos los chicos y las chicas, entusiastas y también capaces de silencio y  de escucha. Pasábamos del entusiasmo a la escucha y a la oración en silencio. Les  presenté a María como aquella que, en su pequeñez, más que ninguna otra, ha "influido" en la historia del mundo: la llamamos la  "influencer de Dios". En su "fiat" se han reflejado los testimonios hermosos y fuertes de algunos jóvenes. El domingo por la mañana, en la gran celebración eucarística final, Cristo resucitado, con la fuerza del Espíritu Santo, habló de nuevo a los jóvenes del mundo y los llamó a vivir el Evangelio en el  hoy, porque los jóvenes no son el "mañana"; no, son el “hoy” para el mañana. No son el "mientras tanto", sino el hoy, el ahora  de la Iglesia y del mundo. Y he apelado a la responsabilidad de los adultos, para que a las nuevas generaciones no les falte la instrucción, el trabajo, la comunidad y la familia. Y esta es la clave en este momento en el mundo, porque todo esto falta. Instrucción, es decir, educación. Trabajo: cuántos jóvenes están sin él. Comunidad: que se sientan acogidos, en la familia, en la sociedad.
El encuentro con todos los obispos de América Central fue para mí un momento de especial consuelo. Juntos nos dejamos enseñar por el testimonio del santo obispo Oscar Romero, para aprender cada vez mejor cómo "sentir con la Iglesia", -era su lema episcopal-, estando cerca de los jóvenes, los pobres, los sacerdotes, del santo pueblo fiel de Dios.
Y un fuerte valor simbólico tuvo la consagración del altar de la restaurada catedral de Santa María La Antigua, en Panamá. Estuvo cerrada siete años por restauración. Un signo de belleza redescubierta, para la gloria de Dios y para la fe y la fiesta de su pueblo. El crisma que consagra el altar es el mismo que unge a los bautizados, a  los confirmados, a los sacerdotes y a los obispos. ¡Qué la familia de la Iglesia, en Panamá y en todo el mundo, consiga del Espíritu Santo una fecundidad siempre nueva, para que la peregrinación de los jóvenes discípulos misioneros de Jesucristo prosiga y se difunda en la tierra!
Saludos en las diversas lenguas


Saludos en francés
Saludo cordialmente a los peregrinos francófonos, en particular a los sacerdotes de la diócesis de Versalles, acompañados por su obispo, Monseñor Aumonier. Os invito, queridos hermanos sacerdotes, a seguir estas Jornadas Mundiales de la Juventud, a sentiros siempre con la Iglesia, cerca los jóvenes, de los pobres y de todos los fieles, para obtener del Espíritu Santo una fecundidad siempre nueva. ¡Dios os bendiga!
Saludos en inglés
Saludo a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los de los Estados Unidos de América. Sobre todos vosotros y vuestras familias, invoco el gozo y la paz del Señor. ¡Dios os bendiga!
Saludos en alemán
Me complace dar la bienvenida a los peregrinos de los países de habla alemana. Dirijo un saludo particular a los muchos jóvenes presentes en esta audiencia. El Señor nos llama a vivir el Evangelio en el día de hoy. ¡Qué la Virgen María nos ayude a decir nuestro "sí" para llevar a Dios y su esperanza a nuestros vecinos! Buena estancia en Roma. Os bendigo a todos de corazón.
Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española  provenientes de España y de América Latina. Encomendemos a la Virgen María de modo especial a los jóvenes, para que el Espíritu Santo los llene con la gracia de sus dones y caminando como auténticos discípulos misioneros de Cristo sean en el mundo fermento de paz y alegría. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Saludos en portugués
Saludo a los peregrinos de lengua portuguesa, especialmente al grupo del Colegio São José de Coímbra. Queridos amigos, el mundo necesita una Iglesia joven, alegre y acogedora: renovemos nuestro compromiso para que nuestras comunidades se conviertan en lugares donde se haga experiencia del amor de Dios que no excluye a nadie. ¡Y la próxima Jornada será en portugués! ¡El Señor bendiga a todos!
Saludos en árabe
¡Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de habla árabe, especialmente a los de Oriente Medio! Queridos hermanos y hermanas, cuando estéis ante Jesús, no tengáis miedo de abrir vuestro corazón, para que renueve en vosotros el fuego de su amor, para que os empuje a abrazar la vida con toda su fragilidad, pero también con toda su grandeza y su belleza. ¡No tengáis miedo de decir a Jesús que también vosotros queréis participar en su historia de amor en el mundo, que estáis hechos para "más"! ¡El Señor os bendiga!
Saludos en polaco
Doy la bienvenida a los peregrinos polacos. De manera especial saludo a los universitarios de la comunidad de la iglesia de San Estanislao en Roma. Queridos hermanos y hermanas, gracias por acompañarme con la oración durante mi viaje a Panamá. Ha sido hermoso conocer a los jóvenes del mundo, compartir su alegría y su entusiasmo de fe, festejando, pero también reflexionando sobre sus vidas a la luz de María, la joven Madre de Dios, que -con su "fiat" - influyó en la historia del mundo. ¡Qué su protección materna siempre os acompañe! ¡Dios os bendiga!
Saludos en italiano
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de habla italiana.
Me alegra recibir a las Monjas de la Pasión de Jesucristo (Pasionistas), con motivo de su Capítulo General; a las religiosas de la Red Mundial "Talitha Kum"; a los Hermanos de la Caridad y a los miembros del Instituto Missio Christi.
Saludo a las familias del espectáculo itinerante ¡y seguro que está Sor Geneviève ahí!; a la Asociación de voluntariado europeo solidario; al grupo "Salvadè for África" ​​y a los institutos escolares, en particular el de Cisterna di Latina y el de Ginosa.
Dirijo un pensamiento especial a los jóvenes, los ancianos, a los enfermos y a los recién casados.
Mañana celebraremos la memoria de San Juan Bosco, padre y maestro de jóvenes: ¡Un buen cura! Don Bosco sabía cómo hacer sentir el abrazo de Dios a todos los jóvenes que conocía, ofreciéndoles una esperanza, un hogar, un futuro. ¡Qué su testimonio nos ayude a todos a considerar lo importante que es educar a las nuevas generaciones en los valores humanos y espirituales auténticos!
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Angelus

1/20/2019

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Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!
El domingo pasado, con la fiesta del Bautismo del Señor, comenzamos el camino del tiempo litúrgico denominado “ordinario”: es el tiempo para seguir a Jesús en su vida pública, en la misión por la cual el Padre lo envió al mundo. En el Evangelio de hoy (cf. Jn 2, 1-11) encontramos el relato del primero de los milagros de Jesús. El primero de estos signos prodigiosos tiene lugar en el pueblo de Cana, en Galilea, durante una fiesta de matrimonio. No es casual que al comienzo de la vida pública de Jesús haya una ceremonia nupcial, porque en él Dios se ha desposado con la humanidad: esta es la buena noticia, aunque los que lo han invitado todavía no saben que a su mesa está sentado el Hijo de Dios y que el verdadero novio es él. En efecto, todo el misterio del signo de Caná se funda en la presencia de este esposo divino, Jesús, que comienza a revelarse. Jesús se manifiesta como el esposo del pueblo de Dios, anunciado por los profetas, y nos revela la profundidad de la relación que nos une a él: es una nueva Alianza de amor.
En el contexto de la Alianza, se comprende plenamente el significado del símbolo del vino, que está en el centro de este milagro. Precisamente cuando la fiesta está en su apogeo, el vino se termina. La Virgen se da cuenta y dice  a Jesús: “No tienen vino” (v. 3). Porque hubiera sido espantoso continuar la fiesta con el agua, vergonzoso,  y la Virgen se da cuenta y como es madre advierte inmediatamente a Jesús. Las Escrituras, especialmente los Profetas, indicaban el vino como un elemento típico del banquete mesiánica (cf. Am 9,13-14; Gl 2,24; Is 25,6). El agua es necesaria para vivir, pero el vino expresa la abundancia del banquete y la alegría de la fiesta. ¿Una fiesta sin vino?
No sé... Transformando en vino el agua de las tinajas utilizada “para la purificación ritual de los judíos” (v. 6) -era  costumbre purificarse antes de entrar en casa-  Jesús da una señal elocuente: transforma la Ley de Moisés en Evangelio, portador de alegría.
Y luego, miremos a María. Las palabras que María dirige a los sirvientes vienen a coronar el cuadro conyugal de Caná: “Haced lo que él os diga” (v. 5). También hoy, la Virgen María  nos dice a todos: “Haced lo que él os diga”. Estas palabras son una herencia preciosa que nuestra Madre nos ha dejado. Y, efectivamente,  los sirvientes obedecen en Caná. Jesús les dijo: “Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. “Sacadlo ahora, les dice y llevadlo al maestresala” .Ellos lo llevaron“(versículos 7-8). En estas bodas se estipula realmente una Nueva Alianza y  a los servidores del Señor, es decir a toda la Iglesia se le encomienda la nueva misión: “Haced lo que él os diga”
Quisiera subrayar una experiencia que seguramente muchos de nosotros hemos tenido en nuestra vid. Cuando nos encontramos en situaciones difíciles, cuando tenemos problemas que no sabemos cómo resolver, cuando sentimos muchas veces ansia y angustia, cuando nos falta la alegría, ir donde la Virgen y decir: “No tenemos vino. Se ha acabado  el vino: mira como estoy, mira mi corazón, mira  mi alma”. Decírselo a la Madre. Y ella  irá donde Jesús para decirle: “Mira, éste o ésta, no tienen vino”. Y después regresará donde nosotros y nos dirá “Haced lo que él os diga”.
Para cada uno de nosotros sacar de la tinaja equivale a confiar en la Palabra y en los sacramentos para experimentar la gracia de Dios en nuestra vida. Entonces también nosotros, como el maestresala que probó el agua convertida en vino, podremos exclamar: “Has guardado el vino bueno hasta ahora” (v. 10).Jesús nos sorprende siempre. Hablemos a la Madre para que hable con el Hijo, y él nos sorprenderá.
¡Qué la Virgen santa nos ayude a seguir su invitación: “Haced lo que él os diga”, para que podamos abrirnos completamente a Jesús, reconociendo en la vida cotidiana los signos de su presencia vivificadora!
Después del ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Hoy tengo dos dolores en mi corazón: Colombia y el Mediterráneo.
Deseo asegurar mi cercanía al pueblo colombiano, después del grave atentado terrorista del jueves pasado en la Escuela Nacional de Policía. Rezo por las víctimas y por sus familias, y sigo rezando por el camino de la paz en Colombia.
Pienso en las ciento setenta víctimas, náufragos en el Mediterráneo. Buscaban un futuro para sus vidas. Víctimas, tal vez, de traficantes de personas. Recemos por ellos y por los responsables de lo sucedido.
"Dios te salve, María...".
Dentro de pocos días iré a Panamá - [respondiendo a los gritos de la Plaza:] ¿vosotros también? -, donde del 22 al 27 de enero, tendrá lugar la Jornada Mundial de la Juventud. Os pido que recéis por este evento tan hermoso e importante en el camino de la Iglesia.
Esta semana se publicará el Mensaje para el Día Mundial de las Comunicaciones, que este año contiene una reflexión sobre las comunidades de la red y la comunidad humana. Internet y las redes sociales son un recurso de nuestro tiempo; la oportunidad de estar en contacto con los demás, compartir valores y proyectos y expresar el deseo de formar una comunidad. La red también puede ayudarnos a rezar en comunidad, a rezar juntos.
Por eso el Padre Fornos está conmigo: es el director internacional del Apostolado de la Oración. Me gustaría presentaros la plataforma oficial de la Red Mundial de Oración del Papa: Click To Pray. Aquí insertaré las intenciones y peticiones de oración por la misión de la Iglesia.
Invito, sobre todo a vosotros, jóvenes, a descargar la aplicación Click To Pray, continuando a rezar  conmigo el Rosario por la Paz, especialmente durante la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá.
El 24 de enero se celebra también la primera Jornada Internacional de la Educación, establecida por las Naciones Unidas para destacar y promover el papel esencial de la educación en el desarrollo humano y social. Aliento, en este contexto, el esfuerzo de la UNESCO para hacer que la paz crezca en el mundo a través de la educación, y espero que sea accesible para todos y que sea integral, libre de colonizaciones ideológicas. Una oración y un deseo a todos los educadores y educadoras: ¡buen trabajo!
Os saludo a todos vosotros, queridos peregrinos y fieles romanos. En particular, a los grupos parroquiales de Barcelona y de Polonia: ¡Veo tantas banderas polacas aquí!, a  los estudiantes y profesores de Badajoz (España); y  a las muchas chicas de Panamá. ¡Habéis venido a buscarme!
Saludo a los fieles de Nereto y Formia, a los de los santos Fabiano y Venancio en Roma; y a los jóvenes de San José de la Paz en Milán.
Un saludo especial a la Asociación Italiana de  Amigos  de Raoul Follereau y a las personas con enfermedad de Hansen, así como a los que están cerca de ellos en el camino de la  cura y del rescate humana y social.
Os deseo a todos un buen domingo. Por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
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Audiencia

1/16/2019

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuando las catequesis sobre el "Padre nuestro", hoy partimos de la observación de que, en el Nuevo Testamento, la oración parece querer alcanzar lo esencial, hasta el punto de concentrarse en una palabra: Abba", Padre.
Hemos escuchado lo que escribe San Pablo  en la Carta a los Romanos: "No recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor, antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar:"¡Abba, Padre!" (8.15). Y a los Gálatas, el apóstol dice: "La prueba de que sois hijos es que  Dios, ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama:"¡Abba, Padre!” (Gal 4,6). Retorna dos veces la misma invocación, que condensa toda la novedad del Evangelio. Después de haber conocido a Jesús y de escuchar su predicación, el cristiano ya no considera a Dios como un tirano a quien temer, no le tiene miedo sino que siente que su confianza en él florece: puede hablar al Creador llamándolo "Padre". La expresión es tan importante para los cristianos que a menudo se ha mantenido intacta en su forma original: "Abba".
Es raro que en el Nuevo Testamento las expresiones arameas no se traduzcan al griego. Debemos imaginar que en estas palabras arameas, haya quedado “grabada” la misma voz de Jesús: han respetado el idioma de Jesús. En la primera palabra del "Padre Nuestro" encontramos inmediatamente la novedad radical de la oración cristiana.
No se trata solo de usar un símbolo –en este caso- la figura del padre, vinculada con el misterio de Dios; se trata, en cambio, de tener,  por así decirlo, traspasado a nuestro corazón todo el mundo de Jesús. Si llevamos a cabo esta operación, podemos rezar con verdad el "Padre nuestro". Decir ""Abba" es algo mucho más íntimo, más conmovedor que  llamar a Dios "Padre" simplemente. Por eso alguno ha propuesto que se tradujese esta palabra original aramea Abba con "Papá". En vez de decir, “Padre nuestro” , decir “Papá”. Nosotros seguimos diciendo “Padre nuestro”, pero con el corazón estamos invitados a decir “Papá”, a tener una relación con Dios como la de un niño con su papá, que lo llama “papá”. De hecho, estas expresiones evocan afecto, calidez, algo que nos proyecta en el contexto de la infancia: la imagen de un niño completamente envuelta en el abrazo de un padre que siente una infinita ternura por él. Y por eso, queridos hermanos y hermanas, para rezar bien hay que llegar a tener un corazón de niño. No un corazón autosuficiente: así no se puede rezar bien. Como un niño en brazos de su padre, de su papá.
Pero seguramente son los evangelios los que mejor nos introducen en el sentido de esta palabra. ¿Qué significa esta palabra para Jesús? El "Padre nuestro" toma significado y color si aprendemos a rezarlo después de haber leído, por ejemplo,  la parábola del padre misericordioso en el capítulo XV de Lucas (cf. Lc 15, 11-32). Imaginemos esta oración pronunciada por el hijo pródigo, después de sentir el abrazo de su padre que  lo había esperado durante mucho tiempo, un padre que no recuerda las palabras ofensivas que él le había dicho, un padre que ahora hace que entienda, sencillamente, cuánto lo extrañaba. Descubrimos entonces cómo esas palabras cobran vida, se fortalecen. Y nos preguntamos: ¿es posible que Tú, oh Dios, conozcas solo amor? ¿Tú no conoces el odio? No, contestaría Dios, yo conozco solo amor. ¿Dónde está en ti la venganza, la demanda de justicia, la rabia por tu honor herido? Y Dios contestaría: Yo conozco solo amor.
El padre de esa parábola tiene, en su forma de hacer, algo que recuerda mucho el alma de una madre. Son las madres, sobre todo,  las que excusan a sus hijos, las que los cubren, las que no interrumpen la empatía con ellos, las que los siguen queriendo, incluso cuando ellos ya no se merezcan nada.
Basta con evocar esta sola expresión, Abba, para que se desarrolle una oración cristiana. Y San Pablo, en sus cartas, sigue este mismo camino, y no podría ser de otra manera, porque es el camino que enseñó Jesús: en esta invocación hay una fuerza que atrae todo el resto de la oración.
Dios te busca, aunque tú no lo busques. Dios te ama, aunque tú te hayas olvidado de Él. Dios vislumbra en ti una belleza, aunque  pienses que has desperdiciado todos tus talentos en vano. Dios no es solo un padre, es como una madre que nunca deja de amar a su criatura. Por otra parte, hay una "gestación" que dura siempre, mucho más allá de los nueve meses de la física; es una gestación  que genera un circuito infinito de amor.
Para un cristiano, rezar es simplemente decir "Abba", decir “papá”, decir “Padre”, pero con la confianza de un niño.
Puede ser que a nosotros también nos suceda que caminemos por sendas alejadas de Dios, como le pasó  al hijo pródigo; o que precipitemos en una soledad que nos haga sentirnos abandonados en el mundo; o, también,  que nos equivoquemos y estemos  paralizados por un sentimiento de culpabilidad.. En esos momentos difíciles, todavía podemos encontrar la fuerza para rezar, recomenzando de la palabra “Padre”, pero dicha con el sentimiento tierno de un niño:"Abba", “Papá”. Él no nos ocultará su rostro. Acordaos: quizás alguno lleva dentro cosas difíciles, cosas que no sabe cómo resolver, tanta amargura por haber hecho esto  y esto…Él no nos ocultará su rostro .Él  no se encerrará en el silencio. Tú dile “Padre” y él te contestará. Tú tienes un Padre. “Sí, pero yo soy un delincuente. ¡Pero tienes un padre que te ama!. Dile, “Padre”, empieza a rezar así  y en el silencio nos dirá que nunca nos ha perdido de vista. “Pero, padre, yo he hecho esto..” “No te he perdido nunca de vista, lo he visto todo”. Pero he estado siempre allí, cerca de ti, fiel a mi amor por ti”. Esa será la respuesta. Nunca os olvidéis de decir “Padre”. Gracias.


Saludos en las diversas lenguas


Saludos en francés
Me complace dar la bienvenida a los peregrinos francófonos, especialmente a los jóvenes de Burdeos y Lyon. En vísperas de la apertura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, os invito a dirigiros a nuestro Padre común, llamándolo ¡Abba!
Saludos en inglés
Doy la bienvenida a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a grupos procedentes de Corea y de Estados Unidos de América. En el contexto de la próxima Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, dirijo un saludo especial a los estudiantes del Instituto Ecuménico de Bossey. Mis cordiales saludos también van a los sacerdotes alumnos del Pontificio Colegio Americano. Sobre todos vosotros invoco el gozo y la paz de nuestro Señor Jesucristo. ¡Dios os bendiga!
Saludos en alemán
Una cordial bienvenida a los peregrinos de habla alemana. Saludo, en particular, a la Delegación del Burgenland, acompañada por el obispo Mons. Ägidius Zsifkovics, así como al Comité Festivo del Carnaval de Colonia, junto con el cardenal Rainer Woelki. Dios es nuestro Padre, y podemos estar completamente seguros de su amor fiel por nosotros. ¡Qué el Espíritu Santo nos haga verdaderos hijos de Dios y nos guíe siempre!
Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Los animo a dirigirse a Dios como un Padre que nos ama y que sale a nuestro encuentro. No se cansen de llamarlo; porque él como Padre bueno viene a sanar nuestras heridas y a restablecer la alegría de ser sus hijos.
Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Saludos en portugués
Queridos peregrinos de habla portuguesa, especialmente los de Terrugem, ¡bienvenidos! Mañana empieza la Octava de Oración por la Unidad de los Cristianos; en esos días, intensifiquemos nuestras súplicas y penitencias, para que llegue antes la hora en que se cumpla plenamente  el anhelo de Jesús: "Abba..., ut unum sint, ¡para que todos sean uno!" ¡Qué la bendición de Dios descienda sobre vuestros pasos y sobre vuestras oraciones comunes por la reunificación de la Iglesia! Gracias.
Saludos en árabe
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de habla árabe, especialmente a los procedentes de Oriente  Medio. Queridos hermanos y hermanas, acordaos  siempre de que Dios-Amor nos comunica  su deseo de ser llamado "Abba" Padre, con la total confianza de un niño que se abandona en los brazos de quien le ha dado la vida. Recomencemos de  esta palabra y sentiremos la alegría de ser hijos amados por Dios. ¡Qué el Señor os bendiga!
Saludos en polaco
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos, especialmente al grupo del Santuario de San Estanislao, Patrono de Polonia, que se encuentra en el lugar de nacimiento del obispo y mártir, que han venido a conmemorar el aniversario de la visita que hizo allí San Juan Pablo II antes de su elección a la Sede de Pedro. Queridos hermanos y hermanas, en comunión con los santos, rezad con confianza filial: " Abba – Padre ", pidiendo su bendición para vosotros, para vuestras familias y, en estos días, para los jóvenes que dentro de poco encontraré en Panamá. Por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Alabado sea Jesucristo!
Saludos en italiano
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de habla italiana.
Me complace recibir a la Unidad Pastoral de Orbetello, al Oratorio Parroquial de San Paolo y a las escuelas  de  esa zona.
Saludo a los grupos parroquiales, en particular a los de Montoro y Talsano, a la Asociación Juppiter de Capranica y al Instituto De Rosa de Sant'Anastasia.
Un pensamiento particular para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados, que son tantos.
Os deseo a todos que este encuentro reavive la comunión con el ministerio universal del Sucesor de Pedro y, al mismo tiempo, sea una ocasión de renovación y de gracias espirituales. ¡Invoco sobre todos vosotros el gozo y la paz del Señor Jesús!


Llamamiento del Santo Padre
El próximo viernes, con la celebración de las vísperas en la basílica de San Pablo Extramuros, comienza la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos cuyo tema es: "Actúa siempre con toda justicia". También este año estamos llamados a rezar, para que todos los cristianos vuelvan a ser una familia, coherentes con la voluntad divina que quiere "que todos sean uno" (Jn 17, 21). El ecumenismo no es algo opcional. La intención es madurar un testimonio común y concorde en la afirmación de la verdadera justicia y en el sostén de los más débiles, a través de respuestas concretas, apropiadas y eficaces.
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Angelus

1/6/2019

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, solemnidad de la Epifanía del Señor es la fiesta de la manifestación de Jesús, simbolizada por la luz. En los textos proféticos se promete esta luz: se promete la luz. Isaías, en efecto, se dirige a Jerusalén con estas palabras: "Levántate, vístete de luz, porque tu luz viene, la gloria del Señor brilla sobre ti" (60: 1). La invitación del profeta  -a levantarse porque viene la luz-  parece sorprendente, porque se coloca después del duro exilio y de las numerosas vejaciones que el pueblo había experimentado.

Hoy, esta invitación, también resuena para nosotros que hemos celebrado la Navidad de Jesús y nos exhorta a dejarnos alcanzar por la luz de Belén. Nosotros también estamos invitados a no detenernos en los signos externos del evento, sino a recomenzar a partir de él y emprender, en novedad de vida,  nuestro camino de hombres y creyentes.

La luz que el profeta Isaías había predicho en el Evangelio está presente y encontrada. Y Jesús, nacido en Belén, la ciudad de David, vino para traer la salvación a los cercanos y a los lejanos: a todos. El evangelista Mateo muestra diferentes maneras con las que se puede encontrar a Cristo y reaccionar a su presencia. Por ejemplo, Herodes y los escribas de Jerusalén tienen un corazón duro, que se obstina y rechaza la visita de ese Niño. Es una posibilidad: cerrarse a la luz. Representan a quienes, incluso en nuestros días, temen  la venida de Jesús y cierran sus corazones a los hermanos y hermanas que necesitan ayuda. Herodes teme perder poder y no piensa en el verdadero bien de la gente, sino en su interés personal. Los escribas y los líderes del pueblo tienen miedo porque no saben mirar más allá de sus propias certezas, y así no logran captar la novedad que hay en Jesús.

En cambio, la experiencia de los Magos es muy diferente (ver Mt 2: 1-12). Venidos de Oriente, representan a todos los pueblos alejados de la fe judía tradicional. Sin embargo, se dejan guiar por la estrella y se enfrentan a un largo y arriesgado viaje para llegar a la meta y conocer la verdad sobre el Mesías. Los magos estaban abiertos a la "novedad", y  se les revela la novedad más grande y sorprendente de la historia: Dios hecho hombre. Los magos se postran ante Jesús y le ofrecen regalos simbólicos: oro, incienso y mirra; Porque la búsqueda del Señor implica no solo la perseverancia en el camino, sino también la generosidad del corazón. Y finalmente, regresaron "a su país" (v. 12); y dice el evangelio que volvieron por "otro camino". Hermanos y hermanas, cada vez que un hombre o una mujer se encuentran con Jesús, cambia de camino, vuelve a la vida de una manera diferente, vuelve renovado, "por otro camino". Regresaron "a su país" llevando consigo el misterio de ese Rey humilde y pobre; podemos imaginar que les contaron a todos la experiencia vivida: la salvación ofrecida por Dios en Cristo es para todos los hombres, cercanos y lejanos. No es posible "tomar posesión" de ese Niño: Él es un don para todos.

Nosotros también, hagamos un poco en silencio nuestro corazón y dejémonos iluminar por la luz de Jesús que viene de Belén. No permitamos que nuestros miedos cierren nuestros corazones, sino que tengamos el valor de abrirnos a esta luz que es suave y discreta. Entonces, como los Magos, experimentaremos "una alegría muy grande" (versículo 10) que no podremos conservar para nosotros mismos. ¡Qué nos sostenga en este camino la Virgen María, la estrella que nos lleva a Jesús, y la Madre que muestra a Jesús a los Magos y a todos los que se le acercan!.

Después del ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

Desde hace varios días, cuarenta y nueve personas rescatadas en el mar Mediterráneo están a bordo de dos barcos de ONGs  a la búsqueda de  un puerto seguro donde desembarcar. Hago un llamamiento de todo corazón  a los líderes europeos para que demuestren su solidaridad con estas personas.

Algunas Iglesias orientales, católicas y ortodoxas, que siguen el calendario juliano, celebrarán la santa Navidad mañana. Les envío mis saludos cordiales y fraternales en el signo de comunión entre todos nosotros, los cristianos, que reconocemos a Jesús como Señor y Salvador. A todos ellos, ¡Feliz Navidad!

La Epifanía es también el Día de la Misión Juvenil, que este año invita a los jóvenes misioneros a ser "atletas de Jesús", para dar testimonio del Evangelio en la familia, en la escuela y en los lugares de ocio.

Extiendo mi saludo cordial a todos vosotros, peregrinos, familias, parroquias y asociaciones, procedentes de Italia y de diferentes países. En particular, saludo a los fieles de Marsala, Peveragno y San Martino en Río, a los niños que se van a confirmar en Bonate Sotto y al grupo "Fraterna Domus".

Un saludo especial al desfile histórico-folclórico que promueve los valores de la Epifanía y que este año está dedicado al territorio de Abruzzo. También me gustaría mencionar la cabalgata de los Magos que tiene lugar en muchas ciudades de Polonia con una gran participación de familias y asociaciones. Y también saludo a los músicos de la banda que he escuchado mientras tocaban. Seguid tocando la alegría de este día de Epifanía.

Os deseo a todos  una buena fiesta. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
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Angelus

12/23/2018

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La liturgia de este cuarto domingo de Adviento se centra en la figura de María, la Virgen Madre, que espera dar a luz a Jesús, el Salvador del mundo. Fijemos nuestra mirada en ella, un modelo de fe y caridad; y podemos preguntarnos: ¿cuáles fueron sus pensamientos durante los meses de espera? La respuesta proviene del pasaje del Evangelio de hoy, el relato de la visita de María a su pariente anciana, Isabel (cf. Lc 1, 39-45). El ángel Gabriel le había dicho que Isabel estaba esperando un hijo y que ya estaba en el sexto mes (cf. Lc 1, 26.36). Y así, la Virgen, que acababa de concebir a Jesús por la obra de Dios, había salido apresuradamente de Nazaret, en Galilea, para llegar a las montañas de Judea para encontrarse con su prima.
El Evangelio dice: “Entró en la casa de Zacarías, saludó a Isabel” (v.40). Seguramente la felicitó por su maternidad, ya su vez Isabel saludó a María diciendo: “¡Bendita seas entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿A qué debo que la madre de mi Señor venga a mi?”(Vv. 42-43). E inmediatamente alabó su fe: “Bienaventurada la que creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho” (v.45). Es evidente el contraste entre María, que tenía fe, y Zacarías, el esposo de Isabel, que no había creído en la promesa del ángel y, por lo tanto, permaneció mudo hasta el nacimiento de Juan.
Este episodio nos ayuda a leer con una luz muy especial el misterio del encuentro del hombre con Dios. Un encuentro que no está marcado por prodigios  asombrosos, sino en nombre de la fe y la caridad. De hecho, María es bendecida porque creyó: el encuentro con Dios es el fruto de la fe. En cambio, Zacarias, que no creía, permaneció sordo y mudo para crecer en la fe durante el largo silencio: sin fe, inevitablemente permanecemos sordos a la voz consoladora de Dios; y seguimos sin poder pronunciar palabras de consuelo y esperanza para nuestros hermanos y hermanas. Lo vemos todos los días, la gente que no tiene fe o que tiene la fe muy pequeña, cuando debe acercarse a una persona que sufre le dice palabras de circunstancia, pero no logra llegar al corazón porque no tiene fuerza porque no tiene fe y sino tiene fe no llegan las palabras ni llegan al corazón de los demás.
La fe, a su vez, se nutre de la caridad. El evangelista nos dice que “María se levantó y fue rápidamente a ver a Isabel” (v. 39) “Se levantó”: un gesto lleno de preocupación. Podría haberse quedado en casa para prepararse para el nacimiento de su hijo, en lugar de eso, se preocupa primero de los demás que de sí mismo, demostrando de hecho que ya es un discípulo del Señor que lleva en su vientre. El acontecimiento del nacimiento de Jesús comenzó así, con un simple gesto de caridad; Además, la auténtica caridad es siempre el fruto del amor de Dios. El evangelio de la visita de María a Isabel  que escuchamos hoy en la misa, nos prepara para vivir bien la Navidad, comunicándonos el dinamismo de la fe y de la caridad. Este dinamismo es obra del Espíritu Santo: el Espíritu de amor que fecundó el vientre virginal de María y que la instó a acudir al servicio de su anciana pariente.
Un dinamismo lleno de alegría, como se ve en el encuentro entre las dos madres, que es todo un himno de regocijo gozoso en el Señor, que hace grandes cosas con los pequeños que confían en Él. Que la Virgen María nos brinde la gracia de vivir una Navidad extrovertida pero no dispersa: que en el centro no esté nuestro “Yo”, sino el Tú de nuestros hermanos y hermanas, especialmente aquellos que necesitan una mano. Entonces dejaremos espacio para el amor que, incluso hoy, quiere hacerse carne y venir a vivir entre nosotros.
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Audiencia

10/4/2017

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En esta catequesis quiero hablar sobre el tema de “Misioneros de esperanza hoy”. Me alegro de hacerlo a principios del mes octubre, que en la Iglesia está dedicado especialmente a la misión, y también en la fiesta de San Francisco de Asís, que fue un gran misionero de esperanza.
Efectivamente, el cristiano no es un profeta de desgracias. Nosotros no somos profetas de desgracias. La esencia de su anuncio es lo contrario, es lo contrario de la desgracia: es Jesús, muerto por amor, y que Dios ha resucitado en la mañana de Pascua. Y este es el núcleo de la fe cristiana. Si los Evangelios acabasen con la sepultura de Jesús, la historia de este profeta se sumaría a las muchas biografías de personajes heroicos que dieron la vida por un ideal. El Evangelio sería entonces un libro edificante, también consolador, pero no sería un anuncio de esperanza.
Pero los Evangelios no se acaban con el Viernes Santo, van más allá; y es precisamente este fragmento ulterior el que transforma nuestras vidas. Los discípulos de Jesús estaban abatidos ese sábado después de la crucifixión; la piedra que rodó en la puerta del sepulcro había cerrado también los tres años de entusiasmo que vivieron con el Maestro de Nazaret. Parecía que todo hubiese terminado, y algunos, decepcionados y asustados, ya se estaban yendo de Jerusalén.
¡Pero Jesús resurge! Este hecho inesperado cambia y subvierte las mentes y los corazones de los discípulos. Porque Jesús no resurge solo para sí mismo, como si su renacer fuera una prerrogativa que guardar con celo: si asciende al Padre es porque quiere que de su resurrección sea partícipe todo ser humano, y eleve a las alturas a toda criatura. Y en el día de Pentecostés los discípulos son transformados por el aliento del Espíritu Santo. No tendrán solamente una buena noticia para llevar a todos, sino que ellos mismos serán diferentes de cómo eran antes, como nacidos a una nueva vida. La resurrección de Jesús nos transforma con la fuerza del Espíritu Santo. Jesús está vivo, está vivo entre nosotros, vive y tiene la fuerza de transformar.
¡Qué hermoso es pensar que se es anunciador de la resurrección de Jesús no sólo con palabras sino con los hechos y el testimonio de la vida! Jesús no quiere discípulos solamente capaces de repetir fórmulas aprendidas de memoria. Quiere testigos: personas que propagan esperanza con su manera de acoger, de sonreír, de amar. Sobre todo de amar: porque la fuerza de la resurrección hace que los cristianos puedan amar aun cuando el amor parece haber perdido sus razones. Hay un “algo más” que habita la existencia cristiana, y que no se explica simplemente con la fuerza de ánimo o con un mayor optimismo. La fe, la esperanza no son solamente optimismo; son otra cosa, son más. Es como si los creyentes fueran personas con un “trozo de cielo” más sobre sus cabezas. Es hermoso: somos personas con un trozo de cielo más sobre la cabeza, acompañados por una presencia que alguno ni siquiera puede adivinar.
Por lo tanto, la tarea de los cristianos en este mundo es abrir espacios de salvación, como células de regeneración capaces de devolver la linfa a lo que parecía perdido para siempre. Cuando el cielo está nublado, es una bendición el que sabe hablar del sol. El verdadero cristiano es así: no quejumbroso y enfadado, sino convencido, por la fuerza de la resurrección, de que ningún mal es infinito, ninguna noche es interminable, ningún hombre está definitivamente equivocado, ningún odio es invencible por el amor.
Ciertamente, alguna vez los discípulos pagarán muy cara esta esperanza que les ha dado Jesús. Pensemos en los muchos cristianos que no han abandonado a su pueblo cuando ha llegado la hora de la persecución. Permanecieron allí, donde incluso el mañana era incierto, donde no se podían hacer proyectos, permanecieron esperando a Dios. Y pensemos en nuestros hermanos, en nuestras hermanas de Oriente Medio que dan testimonio de esperanza y ofrecen también su vida por este testimonio. ¡Estos son verdaderos cristianos! ¡Estos llevan el cielo en el corazón, miran más allá, siempre más allá!. Quien ha tenido la gracia de abrazar la resurrección de Jesús todavía puede esperar en lo inesperado. Los mártires de todos los tiempos, con su fidelidad a Cristo, dicen que la injusticia no es la última palabra en la vida. En Cristo resucitado podemos seguir esperando. Los hombres y las mujeres que tienen un “por qué” vivir resisten más que los otros en tiempos de desgracias. Pero quien tiene a Cristo a su lado realmente ya no teme nada. Y por esta razón, los cristianos, los verdaderos cristianos, nunca son hombres fáciles y complacientes. Su mansedumbre no debe confundirse con un sentido de inseguridad y de pasividad. San Pablo alienta a Timoteo a sufrir por el evangelio y dice así: “Dios no nos dio un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y prudencia” (2 T 1,7). Caídos, siempre se levantan.
Por eso, queridos hermanos y hermanas, el cristiano es un misionero de la esperanza. No por su mérito, sino gracias a Jesús, el grano de trigo que, caído en la tierra, ha muerto y ha dado mucho fruto (Jn 12,24).
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Angelus

10/1/2017

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Queridos hermanos y hermanas,
Ayer, en Bratislava (Eslovaquia), fue beatificado Titus Zeman, sacerdote salesiano. Uniéndose a la larga lista de mártires del siglo XX, porque él murió en 1969 después de haber estado en prisión mucho tiempo a causa de su fe y de su servicio pastoral. Que su testimonio nos sostenga en los momentos más difíciles de la vida y nos ayude a reconocer, también en la prueba, la presencia del Señor.
En este domingo, concluye la semana dedicada de manera particular a la Palabra de Dios, con ocasión de la memoria de San Jerónimo, gran maestro de la Santa Escritura. Demos gracias a Dios por el don de su Palabra y comprometámonos a leer y a meditar la Biblia, especialmente el Evangelio.
Por último, nos unimos espiritualmente a los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para la tradicional Súplica a Nuestra Señora del Rosario, presidida hoy por el presidente de la Conferencia episcopal italiana, el cardenal Bassetti.
A todos vosotros, Boloñeses nativos y “adoptivos”, os deseo un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de orar por mí. Buen apetito y hasta luego!.
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