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Por primera vez se publican las entrevistas de Juan Pablo II en aviones

3/30/2011

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CIUDAD DEL VATICANO,  (ZENIT).- "Una idea 'genial', que nos restituye a Juan Pablo II con su espontaneidad, mucho más que los numerosos discursos que constituyen su magisterio". El cardenal Roberto Tucci, quien fue el organizador de los viajes del papa Karol Wojtyla, ha acogido con entusiasmo el libro "Compañeros de viaje. Entrevistas volando con Juan Pablo II" ("Compagni di viaggio. Interviste al volo con Giovanni Paolo II", Libreria Editrice Vaticana), editado por la vaticanista Angela Ambrogetti, y presentado este miércoles en la sede de Radio Vaticano.

El libro recoge material, en su mayoría inédito, del archivo audio de Radio Vaticano. El padre Federico Lombardi, director de Radio Vaticano, explicó que "hoy las palabras que Benedicto XVI dirige a los periodistas en los vuelos internacionales son transcritas con cuidado por los mismos periodistas, y a veces transmitidas por teléfono a las agencias ya durante el vuelo".

"Pero durante muchos años no era así, y Radio Vaticano conservaba sin que fueran publicadas muchas grabaciones de Juan Pablo II que "a causa de la excepcional duración e intensidad de su pontificado constituyen el 70% de todo el archivo" de la emisora pontificia.

El libro permite, por tanto, "volver a leer las respuestas dadas por el pontífice a argumentos importantes y ofrece algo verdaderamente nuevo y útil para conocerle mejor con motivo de la próxima beatificación", el 1 de mayo.

"Las respuestas a los periodistas --añadió el cardenal Tucci-- demuestran que Juan Pablo II no tenía miedo a conversar con ellos, incluso cuando era probable que le dirigieran preguntas que no eran fáciles". El Papa no evitaba el diálogo "y no dejaba de responder, quizá con ironía".

Nunca hablaba "off the record" (con el micrófono apagado), confirma la "vaticanista" madrileña Paloma Gómez Borrero, quien participó en los 104 viajes fuera de Italia de Juan Pablo II--: nadie nos pidió nunca que mantuviéramos reserva sobre lo que había dicho el pontífice en los vuelos".

Un privilegio, el de acompañar al papa en el vuelo, que ha "enriquecido de contenidos la experiencia personal así como profesional de los que participaban, compensando ampliamente los madrugones que tenían que pegarse los periodistas para seguirle", añade la corresponsal de la Cadena COPE.

La antigua corresponsal de Televisión Española explicó cómo el diálogo con los periodistas complementaba e integraba lo que después decía en los discursos oficiales: "lo que nos dijo, por ejemplo, en el viaje hacia Cuba sobre la situación del país, sobre los derechos humanos, sobre el embargo, estaba íntimamente ligado a lo que después dijo en la isla".

Las conversaciones con los periodistas demuestran precisamente, según el cardenal Tucci, "el conocimiento que el pontífice tenía del país al que se dirigía, ya sea a través de informes que le pasaba la Secretaría de Estado, ya sea a través de encuentros previos con los obispos de esos mismos países".

"Cuando regresaba de uno de esos viajes para preparar las visitas papales --reveló Tucci--, Wojtyla nunca me pedía detalles del programa acordado, sino cuáles eran, desde mi punto de vista, las necesidades de esa Iglesia en ese momento histórico".

"Tampoco evitaba las visitas que parecían más críticas: 'el papa debe visitar precisamente la Iglesia que más lo necesita'", decía Karol Wojtyla.

Viajes y conversaciones con la prensa, eran, según Gianfranco Svidercoschi, otro "vaticanista" histórico, italiano, quien conocía a Juan Pablo II ya antes de que fuera papa, "expresión de su idea de Iglesia que se abría a la modernidad sin dejarse manipular". "El viaje, afirmó Karol Wojtyla durante una entrevista es ya comunicación, pues añade la presencia a la palabra".

Según el sacerdote salesiano Giuseppe Costa, director de la Librería Editora Vaticana, "ofrece también un testimonio sobre el valor del periodismo, más allá de los tópicos, con la capacidad de comprender a través de la entrevistas el significado de nuestra historia reciente".

Por Chiara Santomiero

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Éxito de la página de Juan Pablo II en Facebook

3/25/2011

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CIUDAD DEL VATICANO, (ZENIT).- En menos de una semana, la página en Facebook sobre Juan Pablo II ha recibido casi 30 mil admiradores que han declarado "me gusta".

En pocos días, todos los vídeos publicados han sido visionados más de 50 mil veces, y algunos han alcanzado los 113 mil accesos.

En total, más de 2 millones de veces ha sido visitada una noticia publicada en la página.

La página ha sido lanzada con la colaboración entre Radio Vaticano y el Centro Televisivo Vaticano, en acuerdo con el Consejo Pontificio paras las Comunicaciones Sociales.

El padre Federico Lombardi S.I., director tanto de Centro Televisivo Vaticano (CTV) como de Radio Vaticano, ha declarado que "la presencia en Facebook representa una de las contribuciones de Radio Vaticano y del CTV a la beatificación y estamos muy satisfechos con la andadura".

Además, la Santa Sede ha abierto un canal en YouTube dedicado a la beatificación.

"Con esta iniciativa --subraya el padre Lombardi, quien es también director de la Oficina de Información de la Santa Sede--, hemos respondido a cuantos pedían utilizar las redes sociales para preparar la beatificación", que tendrá lugar el 1 de mayo.

El padre Lombardi informa que desde esta semana pueden verse vídeos con la voz del papa en diferentes idiomas, durante sus viajes por el mundo y en el Vaticano.

Se trata de unos 40 vídeos con el audio escogido por las redacciones lingüísticas de Radio Vaticano, mientras que el CTV ha realizado la edición de los vídeos.

Además, se han preparado 25 videoclips que presentan momentos significativos y particulares de los viajes y del pontificado.

En estos momentos, la página de Juan Pablo II en Facebook es la primera que aparece cuando se busca su nombre en el motor de búsqueda, "y esto --reconoce el padre Lombardi-- es ya de por sí un elemento de satisfacción".

Más información en http://www.facebook.com/vatican.johnpaul2

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El santuario de Czestochowa en Colombia prepara una misa campal

3/22/2011

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BOGOTÁ,  (ZENIT).- En Bogotá, Colombia, una parroquia, que es también santuario mariano dedicado a Nuestra Señora de Jasna Gora, se unirá a la celebración de la beatificación de Juan Pablo II con una misa campal.

Al sur de la ciudad de Bogotá, en el barrio de Yomasa, se encuentra la parroquia de San Atanasio, que además es santuario consagrado a Nuestra Señora de Czestochowa, patrona de Polonia, informa a ZENIT la citada parroquia.

Con motivo de la beatificación de Juan Pablo II, se celebrará una Eucaristía campal también para honrar a Nuestra Señora de Czestochowa y celebrar la fiesta de San Atanasio (2 de Mayo), patrono de la parroquia. Tendrá lugar el domingo 1 de Mayo de 2011, presidida por monseñor Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá.

Al recordar que Juan Pablo II era de Polonia, y en ese país se venera a la citada advocación de la Virgen María, "nuestra patrona --afirma la parroquia- es un gran motivo para nuestra comunidad celebrar este acontecimiento histórico de nuestro santuario, que es el único en Colombia".

Cómo surgió

En octubre de 1975, Alfonso Gómez invitó al padre Luis Falla, para que fuera a la nueva urbanización “La Gran Yomasa” y le aconsejara sobre la compra de un lote para su vivienda. Poco después, los presbíteros Luis y Francisco Falla fueron al lugar, y no sólo aconsejaron la compra sino que adquirieron dos lotes, donde a los pocos años quedaría el santuario de la Virgen María de Jasna Góra. Las escrituras son de noviembre de 1984.

Los sacerdotes Luis y Francisco Falla, y sus hermanos Lucrecia y Miguel Angel, ofrecieron levantar una capilla con el patrimonio familiar en honor de la Santísima Virgen, si les concedía un especial favor. Este patrimonio perteneciente a los miembros difuntos de la familia, se ofrecía con los presentes, a esta piadosa intención.

En 1961, el padre Francisco Falla estuvo de párroco en el pueblecito boyacense de Panqueba a pocos kilómetros del Cocuy. Fue un día a visitar a una señora muy enferma y en la penumbra de la alcoba, alcanzó a vislumbrar un hermoso cuadro de la Virgen y le llamó la atención el esplendor de aquella Imagen, era la Virgen de Jasna Góra-Czestochowa. Cuando murió la señora la hija le llevó al padre Falla, como última voluntad de la madre, la imagen que tanto le había gustado. Era una vitela pegada sobre una tabla.

Esta imagen acompaño al padre Francisco en sus parroquias y, al ser elegido Juan Pablo II en 1978, colocó la Virgen de Czestochowa en el altar mayor de su parroquia de Jesús Amor Misericordioso. El 8 de noviembre siguiente los hermanos Falla dieron comienzo a la obra de la capilla que habían ofrecido y que se dedicó a la Virgen del papa, la virgen negra de Jasna Góra.

Alfonso Gómez con su familia ha sido como un guardián de la Virgen. En 1979, construida la capilla, el padre Luis le escribió al cardenal Muñoz Duque. "En nuestro anhelo de difundir la devoción a María Santísima, estamos construyendo una capilla, situada en el barrio obrero de La Gran Yomasa".

"Como dicha zona se ha ido poblando notoriamente, los protestantes quisieron establecer un centro evangélico, aprovechando que en ese sector no hay lugar apropiado para el culto católico. Así nació la idea de construir esta capilla y dedicarla a Nuestra Señora de Czestochowa, en homenaje a S.S. Juan Pablo II. En la actualidad se encuentra en obra negra y esperamos que en el termino de mes y medio la entreguemos terminada".

"Por ser el 13 de mayo, fiesta y mes mariano, es nuestro deseo que su eminencia de digne consagrar y recibir esta capilla, para que con su bendición, protección y aceptación, sea para mayor gloria de Dios, honra de María Santísima y bien de las almas", solicitaba.

El cardenal Muñoz Duque, aceptó la invitación y señaló el domingo 20 de mayo para bendecir la nueva capilla. El vecindario se congregó y se pusieron arcos a lo largo del camino que daba el aspecto de una gran fiesta de peregrinación.

“Vamos a bendecir este oratorio dedicado a la Santísima Virgen María, que se venera en el santuario de Czestochowa, es la Virgen de la devoción del Santo Padre", "del cual [del santuario] vendrán muchas gracias para los queridos hogares". De los hermanos Falla dijo: "Quiéranlos, obedézcanles, agradézcanles y permanezcan todos unidos". "Esperamos que esta comunidad que se reúne en torno a este pequeño santuario, vaya a ser una verdadera comunidad modelo, yo estoy muy contento y al terminar la Santa Misa, haremos concluyendo nuestro rosario, oportunamente un acto de consagración de todos a la Santísima Virgen María".

Después de la fiesta de bendición, los sacerdotes Falla organizaban desde sus parroquias en Bogotá una llamativa peregrinación los primeros sábados de cada mes.

El primer sábado 3 de enero de 1981, en la peregrinación, con el ingeniero se tomaron la medidas y trazado de la iglesia que abarcaba ya los dos lotes. La obra continuó todo el año hasta mediados de 1982.

El párroco del barrio Santa Librada Rodrigo Romero, compañero del Seminario de Cristo Sacerdote del padre Luis, ofreció siempre su respaldo fraternal y de amigo en esta obra que quedaba en su jurisdicción parroquial.

El padre Luis y sus hermanos se dedicaron a dar esplendor al santuario, elevado ya a parroquia. Se mandó pintar al óleo las imágenes de san José y san Atanasio, obra del maestro Chaves y se colocaron en julio del mismo año.

En 1983, falleció el padre Luis Falla, cumplidos los veinte años de sacerdocio y once de médico, profesión que dejó para entrar al servicio de Dios en la Iglesia. Promovió en su vida muchas obras de piedad y de bien social, como la fundación del hospital de Suaza, su tierra natal. Sus hermanos han seguido el sostenimiento del santuario a la Virgen. En el año de la visita de Juan Pablo II a Colombia, como ofrenda especial a la Virgen de Jasna Góra, se puso en el tímpano del nicho la “rosa de oro”, hecha en madera y con pan de oro, en memoria de la visita apostólica.

Para saber más: http://psanatanasio.arquibogota.org.co/.

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La beatificación de Juan Pablo II: acoger la bondad de Dios

3/21/2011

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ROMA,  (ZENIT).- La beatificación de Juan Pablo II, el 1 del próximo mayo, es una oportunidad para dar gracias y acoger la bondad de Dios, que suscita personas disponibles para señalar a Cristo como un camino seguro.

Es lo que se lee en la Nota Pastoral de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP) con ocasión de la beatificación de Juan Pablo II, difundida el pasado martes por el organismo episcopal, reunido en Fátima en un retiro espiritual.

Beatificando a Juan Pablo II, afirma la Nota, la Iglesia “está destacando algunos rasgos de una santidad particular, considerando que no sólo merece ser conocida y admirada, sino que puede ser luz que guía y estimula a caminar en el camino de conversión al amor de Dios y del servicio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”.

La santidad, indica el texto, “es el fruto de la relación entre la gracia de Dios y la Libertad humana”.

Características

Destacando algunas características de la santidad de Juan Pablo II, la Nota Pastoral afirma que Wojtyla fue “un hombre de una intensa vida interior que se transmitía”.

“¿Quién no recuerda de que modo intenso y profundo celebraba la Eucaristía, como se recogía en la oración durante mucho tiempo, allá donde estuviese, y la devoción con la que hablaba espontáneamente de Cristo y de la Virgen?”.

“Al mismo tiempo, manifestaba una capacidad de comunicación personal, del mismo modo cuando estaba delante de las multitudes que cuando estaba solo, atrayendo magnéticamente a muchos jóvenes, entre los cuales muchos se manifestaban como lejanos a la Iglesia”.

El texto de la CEP destaca también que Juan Pablo II fue “un profeta de intervenciones audaces en nombre de la justicia y de la paz”.

“En las primeras palabras que dijo al pueblo reunido en la Plaza San Pedro, justo después de haber sido elegido Papa, nos exhortó de esta manera: '¡No tengáis miedo!'. Y el fue un hombre sin miedo, que afrontó muchas y difíciles situaciones políticas, sociales y morales”.

“Y fue un hombre valiente, sin miedo, con respecto a las políticas internacionales, en particular en el Este de Europa. No hay dudas sobre su papel en la caída del régimen comunista totalitario, en la promoción de los derechos humanos y en la defensa de la vida y de los valores morales”.

“Señalando siempre vías de reconciliación y de paz, viajó por todo el mundo, corriendo riesgos de todo tipo en la misión de Jesucristo, una acción sin descanso en la nueva evangelización”, destaca la Nota.

Para los obispos de Portugal, el Papa polaco fue un “servidor del amor y de ternura para con los más débiles y de perdón a los enemigos”.

“Juan Pablo II siempre manifestó una particular atención y un afecto especial por los niños, los más pobres y los frágiles. Era conmovedor cuando, lleno de alegría y seriedad, se salía del protocolo y tocaba a los niños y los enfermos”.

La CEP añadió que el Pontífice fue “un testigo de la alegría en la salud y en la enfermedad, con el máximo respeto por la vida”.

Afrontó su enfermedad de “modo humilde y sereno”, aceptó “su imagen desfigurada, su propia incapacidad de hablar, sin avergonzarse de presentar su verdad públicamente, solidario con todos los que sufren”.

“Luchó hasta el final sin dejar de estar presente para transmitir la fe, la certeza del amor de Dios, en todas las circunstancias, también las que el mundo pretende olvidar o a las que ha quitado la dignidad”.

“También cuando ya estaba gravemente enfermo e iba a dejar este mundo, nos dio lecciones elocuentes, como maestro y pastor hasta el final”.

Acogida

Comentando el testimonio de vida de Juan Pablo II, la CEP destaca que la santidad “no está reservada a un grupo restringido de genios y héroes de la virtud. Con la gracia de Dios, está al alcance de todos dar una alta calidad de amor a la vida común”.

“La beatificación del Papa Juan Pablo II es una llamada y una oferta que la Iglesia hace a todos los hombres y a todas las mujeres de buena voluntad. Estamos invitados a dar gracias a Dios por la vida y la acción de este Papa, por todo el bien y el estímulo que nos continúa transmitiendo con su ejemplo y su intercesión”.

“Estamos también invitados a dar gracias y a acoger la bondad de Dios que, de nuevo, se muestra atento a nuestras necesidades y alegrías, tristezas y esperanzas, suscitando siempre, en el momento justo, personas disponibles para indicar de forma renovada, a Jesucristo, camino seguro, verdad luminosa y vida abundante”, afirma la Nota.

Concluyendo el texto, los obispos portugueses invitan a los fieles a implicarse en la conmemoración de la beatificación, en ámbito nacional, en una celebración que se desarrollará en Fátima el próximo 13 de mayo.

“María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, nos inspire a proseguir en este camino de santidad al que Dios nos llama en la vida común de nuestra cotidianidad” espera el episcopado. 

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Obispos polacos: Juan Pablo II, el amigo de Dios

3/19/2011

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VARSOVIA,  (ZENIT).- “El papa Juan Pablo II guió a la Iglesia universal y nos fortaleció en la fe durante más de 26 años. Tenemos a un amigo de Dios en el cielo”, afirman los obispos de Polonia, en una carta ante la próxima beatificación del Siervo de Dios Juan Pablo II, que tendrá lugar el 1 de mayo en la Plaza de San Pedro de Roma.

Los obispos subrayan la santidad de Juan Pablo II. “El don de la vida y del ministerio del papa enriqueció la vida de la Iglesia contemporánea y del mundo. Desde el inicio de su pontificado, el Santo Padre puso en el centro la persona de Cristo, el Redentor del género humano”.

El papa, escriben los obispos polacos, hizo un llamamiento a abrir a Cristo “las fronteras nacionales, los regímenes económicos y políticos, grandes campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo (22 X 1978)”.

La carta de la Conferencia Episcopal Polaca subraya que “Juan Pablo II defendió la dignidad del hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Era un defensor de la vida en cada fase de su desarrollo”.

“En sus encíclicas sociales pidió que los responsables de la vida social guiasen siempre a la sociedad y la política por los principios de la justicia y la solidaridad. Pidió tomar en consideración el caso particular de los pobres y marginados”, prosigue la carta.

Los obispos polacos recuerdab a los fieles que Juan Pablo II era el testigo de la misericordia. “El Siervo de Dios Juan Pablo II, siendo un testigo directo de los regímenes inhumanos totalitarios del siglo XX, predicó la verdad de la misericordia divina”.

“Esta verdad acompaña a nuestra generación y es una respuesta ante nuestros miedos y las amenazas, nos da aliento y esperanza”, añaden los prelados.

Según los obispos, la preparación para la beatificación de Juan Pablo II “no puede quedarse solo en cuestiones de la vida personal y familiar”.

“Compartimos la preocupación por la calidad y el estilo de vida político de nuestro país. En la vida política se manifiestan divisiones escandalosas entre personas de distintas partes. Hay hostilidad y enemistad. La libertad y la democracia de hoy no es la que soñábamos en los años oscuros del comunismo”, añaden.

“Como pastores de la Iglesia sabemos que invitar a los demás a cambiar el corazón requiere dar ejemplo. Así, imitando a Juan Pablo II, que a menudo tuvo el valor de pedir perdón por los pecados cometidos por los hijos de la Iglesia, queremos confesar que a menudo hemos combatido demasiado poco el mal, que se opone a la concordia y de la unidad”, concluyen.

Por Mariusz Frukacz, traducción del italiano por Inma Álvarez 

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Fátima, en acción de gracias por la beatificación de Juan Pablo II

3/17/2011

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FÁTIMA,  (ZENIT).- El Santuario de Fátima será el lugar por excelencia en el que Portugal recordará a Juan Pablo II – tres veces peregrino ante la Virgen, en 1982, en 1991 y en 2000 – en el contexto de la beatificación del Papa polaco, que tendrá lugar el domingo 1 de mayo.

La Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP) exhorta a sus connacionales a participar en una celebración de acción de gracias el 13 de mayo con ocasión de la peregrinación internacional del aniversario en el Santuario de Fátima.

Para el portavoz de la CEP, padre Manuel Morujão, este día constituye “un gran motivo para hacer fiesta por la beatificación de nuestro Papa”.

La oficina de prensa del Santuario publicaba un texto, en la edición del 13 de marzo de Voz da Fátima, en el que el Rector del Santuario, padre Virgílio Antunes, recordaba la acción y el testimonio de fe del papa Karol Wojtyła.

El sacerdote subrayó que, leyendo las biografías de Juan Pablo II resultantes del proceso de beatificación “descubrimos a un hombre caracterizado, por encima de todo, por la profundidad de su espiritualidad cristiana, basada en una fe inamovible y en una continua actitud de oración”.

“Nunca un Papa había sido tan conocido y tan amado”, escribe el rector, que recuerda también que “en el ámbito eclesial, en la relación con las demás Iglesias y las demás religiones, en el mundo social y político, en la cultura, todo el mundo acabó por valorar aspectos distintos de esta figura polifacética, con una grandeza moral capaz de entrar en los mundos más distintos”.

Sobre la devoción a la Virgen, el padre Antunes afirma que “era una de las características más profundas de su modo de ser cristiano, a la manera de María, a la que se entregó en la totalidad de su ser, como expresó en el lema 'totus tuus'”.

Con este Papa, declaró el sacerdote, “el Mensaje de Fátima adquirió una dimensión eclesial y universal, que pasaba por la persona del Papa, el obispo vestido de blanco”.

“La publicación de la tercera parte del Secreto de Fátima ayudó a comprender mucho de lo que ha sucedido en la Iglesia en el siglo XX, y ha garantizado una vez más la conexión entre la profecía y los designios de Dios para nuestro tiempo”.

“La Iglesia y el mundo tienen muchas razones para dar gracias a Dios por el don de Juan Pablo II, un hombre fiel a su fe y totalmente dedicado a la humanidad”, señala el padre Antunes.

“Fátima tiene muchas razones para cantar el Magnificat de acción de gracias por el hecho de que la Virgen lo haya acogido como hijo predilecto y nos lo haya dado como hermano”. 

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Para Juan Pablo II, la primera tarea de un papa era rezar

3/14/2011

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ROMA,  (ZENIT).- El proceso de beatificación de Juan Pablo II ha sido “una confirmación de la transparencia total de su vida como hombre y sacerdote”, asegura monseñor Slawomir Oder, postulador de la causa de Karol Wojtyla, que será elevado a los altares el 1 de mayo.

Así lo explicó en la conferencia que pronunció el 25 de febrero en Roma, en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, aclarando que “no había un Wojtyla público y uno privado: la opinión sobre él que el mundo maduró en sus más de 26 años de pontificado se ha demostrado verdadera”.

Por tanto, “su simpatía, el fervor de la oración, la espontaneidad al hablar de sí mismo, la capacidad para entablar relaciones, no eran simples atributos de una imagen mediática, sino que constituían la esencia de su persona”.

Más bien, el “verdadero tesoro” del proceso consiste en “la confiración de la fuente de su coherencia, energía, entusiasmo, profundidad y naturaleza”: “el encuentro con Dios, su enamoramiento de Cristo y saberse amado por Él”.

“Tratan de comprenderme desde afuera --decía en confidencia en una ocasión Woityla--, pero yo sólo puedo ser comprendido desde dentro”. De ahí “ese auténtico don y gusto y alegría de la oración”, al que Wojtyla “permaneció siempre fiel, hasta en la hora de su agonía”. Una oración que constituía “el aire que respiraba, el agua que bebía, el alimento que le nutría”. Como resulta de muchos testimonios, para Juan Pablo II “la primera tarea del Papa hacia la Iglesia y el mundo es la de rezar”.

“El recorrido místico de Wojtyla – explicó Oder – se perfiló como un progresivo hacer de sí mismo un anawim, el ‘pobre de Israel’ que no tiene otra esperanza y otro punto de referencia sino Dios”.

“Es desde la oración – añadió Oder – de donde nacía la fecundidad de su actuar”. No es casualidad, cuando a los colaboradores, a quienes pedía que le sugiriesen soluciones a problemas particulares, admitían no haberlas encontrado, les solía repetir: “se encontrarán cuando hayamos rezado más”.

De la oración nacía también “la capacidad de decir la verdad sin miedo, porque sólo quien está ante Dios no tiene miedo de los hombres”.

Una extraordinaria libertad interior que se expresaba, ante todo, en la relación con los bienes materiales. “También como Papa – afirmó Oder – él fue un hombre de pobreza radical”.

“Conmueve – contó el sacerdote polaco – el testimonio de las personas cercanas a él en Cracovia que para hacerle renovar el guardarropa debían recurrir a la estratagema de lavar la ropa nueva muchas veces para que pareciera usada, porque sabían que de lo contrario los habría dado en seguida a una persona necesitada”.

Con todo, uno de los aspectos más impactantes de su elección de la pobreza, según Oder, es “haber dejado la palabra poética para acoger al Verbo”, superando, con la elección del sacerdocio, “la atracción que ejercía sobre él otra vocación, la del teatro”.

La libertad interior se ejercitaba también hacia los demás, y aunque “sabía escuchar y aceptar la crítica, prefiriendo la colaboración”, con todo “no renunciaba a tomar posiciones difíciles e incómodas” por temor “de las reacciones de las autoridades hostiles a la Iglesia en los años en Polonia”, o por “la incomprensión de la opinión pública predominante en los años de su pontificado”.

Su objetivo, de hecho, no era “su propio éxito o su realización autonoma” sino “anunciar la verdad del Evangelio y defender la verdad sobre el hombre”. De esta libertad fundada sobre la relación con Dios “nace el grito 'no tengáis miedo', inicio y lema de su pontificado”.

Quizás precisamente la búsqueda de la cercanía a cada hombre “en el deseo de ser solidario con sus alegrías y sus dolores, de buscar y vivir la verdad del ser hombre” hizo a Wojtyla “tan querido y amado por el pueblo de Dios”. Se ha comprobado, según Oder, “un fenómeno singular: Wojtyla, que perdió muy pronto a su familia natural, tenía un fuerte sentido de la familia, sabía dar calor humano”.

Como atestiguan las cartas que siguen llegando a la oficina del postulador y que se refieren a Juan Pablo II como “nuestro Papa, Lolek, Karol, tío, abuelo, padre”. Un fenómeno que no se limita a los católicos: “en un encuentro ocasional – contó Oder – una mujer judía me dijo que había perdido a su padre dos veces; la primera cuando se le murió su padre natural, y la segunda con la muerte de Juan Pablo II”.

No debe olvidarse otro rasgo esencial de la personalidad de Wojtyla: “la presencia de la cruz en su vida, llevada con dignidad y, al final, en un silencio que hablaba más que la palabra” reivindicando “el derecho a la existencia que la sociedad de lo efímero esconde con vergüenza”.

“Millones de personas en el mundo – recordó Oder – conservan en la memoria la imagen transmitida por la TV, del Papa de espaldas en su capilla privada, abrazado a la cruz durante la celebración del Viernes santo”.

“Estoy convencido – afirmó Oder – de que celebrar el proceso ha sido útil”. Lejos de ser “un burocrátivo examen de una existencia”, permitió en cambio “restituir intensidad y vigor a los aspectos ya conocidos de las vicisitudes humanas del Papa Wojtyla, junto a los episodios inéditos ofrecidos al poner todo en común”.

Si “el objetivo de la Iglesia, como afirmaba Wojtyla, es llevar el mayor número de personas a la santidad”, el pueblo de los devotos “no tiene dudas – concluyó Oder – sobre la singularidad de su ejemplom llevado hasta el sacrificio extremo”.

Por Chiara Santomiero

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    Beatificacion de Juan Pablo II

    Karol Józef Wojtyla, conocido como Juan Pablo II desde su elección al papado en octubre de 1978, nació en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Era el segundo de los dos hijos de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929. Su hermano mayor Edmund (médico) murió en 1932 y su padre (suboficial del ejército) en 1941. 
    A los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los 18 recibió la Confirmación. Terminados los estudios de enseñanza media en la escuela Marcin Wadowita de Wadowice, se matriculó en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro.

    Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania.

    A partir de 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo de Cracovia, Cardenal Adam Stefan Sapieha. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del "Teatro Rapsódico", también clandestino.

    Tras la segunda guerra mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946.

    Seguidamente, fue enviado por el Cardenal Sapieha a Roma, donde, bajo la dirección del dominico francés Garrigou-Lagrange, se doctoró en1948 en teología, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan de la Cruz. En aquel período aprovechó sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda.

    En 1948 volvió a Polonia, y fue vicario en diversas parroquias de Cracovia y capellán de los universitarios hasta 1951, cuando reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la Universidad Católica de Lublin una tesis titulada "Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler". Después pasó a ser profesor de Teología Moral y Etica Social en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin.

    El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak.

    El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de junio de 1967.

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