Este año se celebra también el vigésimo noveno aniversario del reconocimiento pontificio de la Fraternidad de CL.
“La vida cristiana – afirmó el cardenal Tettamanzi – no es una simple idea o precepto o iniciativa, o estructura u organización, sino que en su esencia original es encuentro personal con Cristo”.
“Fascinado y conquistado”, Giussani no hizo otra cosa en la vida que ponerse al servicio de este encuentro, “fascinando a su vez y conquistando para Cristo las personas y las realidades que encontró en su camino”.
“En el fondo de todo corazón humano – prosiguió el purpurado – Dios pone un deseo de infinito que nada ni nadie puede extirpar del todo”. Esto es verdad para el hombre de hoy y de siempre “aun cuando parece que ya no desea ni busca nada” y “se muestra cansado y sin interés hacia la realidad, cerrado en sí mismo y preso de intereses mezquinos”.
“¿Quién o qué – se preguntó el arzobispo de Milán – podría despertar en nosotros el deseo, la aspiración, la necesidad de una sabiduría que nos abra al verdadero sentido de vivir y de amar, de trabajar y de descansar, de sufrir y de morir?”.
Para el cardenal Tettamanzi, “la falta de conocimiento y del compartir este 'sentido' fundamental es el problema cultural más importante y decisivo para nuestro presente y nuestro futuro”. Y la respuesta a esta “carencia insostenible” no puede ser más que “una persona viva, concreta, encontrable, experimentable: Cristo Jesús”.
“Todos nosotros – afirmó, dirigiéndose a los miembros de la Fraternidad y a su presidente, el español Julián Carrón – intuimos la riqueza de gracia y de responsabilidad de la fe cristiana” que tiene “a Cristo, su Evangelio, su Iglesia, como criterios interpretativos de la realidad”.
En una sociedad y en una cultura en las que se confrontan las lógicas profundamente opuestas de “dominio y servicio, egoísmo y altruismo, posesión y entrega, explotación y benevolencia, interés y gratuidad”, el ejemplo de la entrega total de sí de Cristo en la cruz “debe ser en nosotros principio, estímulo y fuerza para una ‘fe que obra en la caridad’”.
“Se nos ha pedido perentoriamente – prosiguió el cardenal – obrar, emprender, hacer fructificar los talentos que la naturaleza y la gracia nos ofrecen, saber incidir en la múltiple realidad social y cultural y política, ser protagonistas del desarrollo integral del hombre y del mundo... pero siempre obrando con la lógica de Cristo y no la del mundo”.
Estar “en Cristo” muestra “la espiritualidad que debe alimentar todo en nosotros: nuestros pensamientos y sentimientos, nuestras elecciones y acciones, nuestro silencio y nuestra palabra, el momento de la alegría y el del sufrimiento, el éxito y el cansancio”.
“El secreto de la vida cristiana – concluyó el cardenal Tettamanzi, citando a Giussani – está en vivir con Jesús”.
“Uno que lee todos los días el Evangelio – añadió, citando un pasaje de “Se puede vivir así” de Giussani –, uno que comulga todos los días, uno que dice '¡Ven, Señor!, uno que mira a ciertos compañeros para quienes esto se ha convertido en más habitual, puede empezar a sentir que quiere decir vivir con Él. Vivir con Él se puede decir de otro modo: vivir como Él”.
Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Inma Álvarez