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Francisco señala que el voluntariado es ‘un tesoro para la sociedad’

11/28/2016

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El santo padre Francisco recibió este sábado por la mañana en el Aula Pablo VI, a siete mil voluntarios del Servicio Civil Italiano, con ocasión del décimo quinto aniversario de la promulgación de la ley que lo instituía.
El Servicio civil inicialmente fue previsto como alternativa para quienes debían cumplir con el servicio militar obligatorio y se declaraban objetores de conciencia por motivos personales, humanitarios o religiosos. En el 2001 se instituye el Servicio Civil Nacional, ya no como alternativo al servicio militar. Y en el 2005 con la abolición del servicio militar obligatorio pasa a ser una iniciativa autónoma de voluntariado.
Francisco se dirigió a los jóvenes e hizo hincapié en que la gratuidad del voluntariado, aunque sea por un tiempo determinado, es como un tesoro no sólo para la sociedad y para aquellos que se benefician del trabajo de los voluntarios, sino también para ellos y su madurez humana.
Señaló que “el camino del servicio va a contracorriente de los modelos dominantes, pero en realidad cada uno de nosotros se siente feliz y realizado sólo cuando es útil para alguien”.
“Ustedes son una fuerza valiosa y una fuerza dinámica del país –afirmó el Papa– y vuestra contribución es indispensable para lograr el bien de la sociedad, teniendo en cuenta especialmente a los más débiles. El proyecto de una sociedad solidaria es el objetivo de toda comunidad civil que quiera ser igualitaria y fraternal”.
Precisó entretanto que “ese objetivo se traiciona cada vez que asistimos pasivamente al aumento de la desigualdad entre los diferentes interlocutores sociales o entre las naciones del mundo, cuando se reduce la asistencia a los más vulnerables sin que se garanticen otras formas de protección; cuando se aceptan peligrosas lógicas de rearme y se invierten recursos valiosos en la compra de armamento, –una verdadera lacra actual– o cuando los pobres se convierten en una amenaza y en lugar de tenderles la mano se los relega a su pobreza”.
“Todas estas actitudes son –añadió el Pontífice– una afrenta a nuestra sociedad y a su cultura e introducen en ella criterios y prácticas marcados por la indiferencia y la opresión, que empobrecen la vida, no sólo de los olvidados o discriminados, sino también del que olvida o discrimina, que acaba por encerrarse en sí mismo y evita el encuentro con la carne de los hermanos, que es el camino obligatorio para encontrar el bien. Están llamados, mediante este servicio, a desempeñar una función crítica ante estas perspectivas contrarias a lo que es humano, y una función profética que demuestre cómo es posible pensar y actuar de manera diferente”.
Entre las diversas áreas de intervención de los proyectos del Servicio Civil, el Papa citó especialmente la protección del medio ambiente. Otro ámbito de acción que les debe interesar particularmente es el de la ayuda a los refugiados y emigrantes, que piden ser rescatados e integrados en el tejido social. Elogió así el esfuerzo de Italia en esta tarea y expresó su aprecio por todo ello.
El Pontífice recordó que también merecían una consideración especial todos los otros proyectos educativos y asistenciales del Servicio Civil Italiano que de diversas maneras acompañan a los niños, a los jóvenes, a las personas discapacitadas, marginadas y necesitadas de ayuda, así como a los afectados por el terremoto.
“El grado de civilización de un pueblo, de hecho, se mide por la capacidad de respetar y promover los derechos de cada persona, empezando por los más débiles”, señaló.
Y les impartió “la bendición del Señor para que les ayude a actuar siempre con valentía y desinterés, con la vista puesta en los horizontes de esperanza”.
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El árbol del Navidad ya está en la plaza de San Pedro

11/27/2016

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El árbol de Navidad ha sido alzado este jueves en la plaza de San Pedro, un abeto de 25 metros de altura que llegó desde los bosques del Lagorai, en la zona italiana del Trentino.
El árbol donado por el ayuntamiento de Scurelle, será adornado con dibujos sobre esferas de arcilla realizados por niños internados en la sección de oncología de algunos hospitales italianos y su madera después será  utilizada con finalidades de beneficencia, llevando así un mensaje de solidaridad.
Cuando el árbol fue cortado, los niños de una escuela del ayuntamiento de Scurelle plantaron otros 40 abetos en una zona cercana.
El árbol fue primero transportado con un helicóptero del Ejército italiano, con la colaboración de la Protección Civil de Trento. Desde el norte de Italia llegó a Roma en un transporte especial sobre goma en la noche del miércoles 23 y madrugada del 24, cuando fue colocado en la plaza San Pedro con la ayuda del personal de los Servicios Técnicos y de los Jardines Vaticanos.
El arbol navideño que será inaugurado el próximo 9 de diciembre contará con 18 mil led, de los cuales 14 mil con efecto destello. A su lado estará el pesebre que este año ha sido donado por Malta, el cual junto al árbol permanecerán iluminados hasta la noche del domingo 8 de enero, fiesta del Bautismo del Señor, cuando conlcuye el Tiempo de Navidad.
En la mañana del 9 de diciembre, las delegaciones de Trentino y de Malta, junto a algunos de los niños que realizaron la esferas decorativas, serán recibidas en audiencia por el Papa para la presentación oficial de los dones.
En el Vaticano habrá también otro pesebre y árbol, donado por los artesanos mexicanos del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes (IQCA). El mismo será entregado los primeros días de diciembre al papa Francisco, en nombre de todos los habitantes de dicho estado.
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El Papa pide perdón a los pobres por los cristianos que miran hacia otro lado

11/13/2016

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“Pasión y ensueño”. Es la invitación del papa Francisco a los participantes de la audiencia de las personas con condiciones precarias, durante el fin de semana del Jubileo de los excluidos. Así, el Santo Padre les ha hablado de la pasión que a veces nos hace sufrir, nos pone trabas, internas, externas, la pasión de la enfermedad, pero también del apasionarse con salir adelante, la buena pasión que lleva a soñar. 
Además, ha asegurado que para él una persona es pobre cuando pierde “la capacidad de soñar, de llevar una pasión adelante”. Por ello, el Pontífice les ha pedido que no dejen de soñar, “sueñen que un día el mundo puede cambiar”. 
En esta misma línea, ha subrayado que “la pobreza está en el corazón del Evangelio”. Solo aquel que siente que le falta algo –ha indicado– mira arriba y sueña. “El que tiene todo no puede soñar”. 
El Santo Padre ha pedido a los presentes que enseñen “a todos los que tenemos techo, que no nos falta la comida o la medicina”. Enséñenos –ha exhortado– a no estar satisfechos. 
Otro concepto al que el Pontífice ha hecho referencia en su discurso es la dignidad, es decir, “encontrar la vida bella en las peores situaciones”. La capacidad de encontrar belleza aun en las cosas más tristes, y más sufridas, –ha reconocido–  solamente puede hacerlo un hombre o una mujer con dignidad. “Pobre sí, arrastrado no. Eso es dignidad”, ha asegurado el Papa. 
Esta es “la misma dignidad que tuvo Jesús que nació pobre, vivió pobre”. “Pobre sí, dominado no, explotado no”. Este sentimiento de ver que la vida es bella, “esta dignidad los ha salvado de ser esclavos”, ha observado. “Pobres sí, esclavos no”.  Por otro lado ha profundizado sobre el sentido de la solidaridad. “Saber ayudarse, dar la mano a quien está sufriendo más que yo”. La capacidad de ser solidario –ha observado– es uno de los frutos que nos da la pobreza. 
“Cuando hay mucha riqueza uno se olvida de ser solidario porque está acostumbrado a que no le falte nada”, ha advertido. Mientras que “la pobreza vuelve solidario y se extiende la mano a quien está pasando una situación más difícil”. De este modo, el Santo Padre ha dado las gracias a los presentes por este ejemplo que dan y les ha pedido que enseñen esta solidaridad al mundo.  
Por otro lado, el Pontífice ha hablado de la paz: “la paz que para nosotros los cristianos empezó en un establo, en una familia marginada”. Así, Francisco ha asegurado a los presentes que son “artífices de paz”. Al respecto ha observado que “las guerras se hacen entre ricos para tener más”. Por eso ha advertido que “es muy triste cuando la guerra llega a hacerse entre los pobres”. Los pobres, desde su misma pobreza, son más proclives a ser artesanos de la paz. Y ha perseguido afirmando que “todas las religiones necesitan crecer en la paz porque todas las religiones son mensajeras de paz”. 
En la última parte de su discurso, el Papa ha querido pedir perdón, por si alguna vez les ofendió con sus palabras o por no haber dicho las cosas que debía decir. También les ha pedido perdón en nombre de los cristianos que leen el Evangelio “no encontrando la pobreza en el centro”. Pido perdón–ha dicho el Papa– por los cristianos que delante de una persona pobre o situación pobre miramos a otro lado. Al mismo tiempo ha asegurado a los participantes del encuentro que el perdón de ellos “es agua bendita para nosotros”. Es, ha añadido, ayudarnos a volver a creer que en el corazón del Evangelio está la pobreza como gran mensaje. 
Al finalizar el encuentro, el Santo Padre ha hecho esta oración. “Dios Padre de todos nosotros, de cada uno de tus hijos, te pido que nos des fortaleza, que nos des alegría, que nos enseñes a soñar para mirar adelante. Que nos enseñes a ser solidarios porque somos hermanos y que nos ayudes a defender nuestra dignidad. Tu eres el Padre de cada uno de nosotros. Bendícenos, amén”.
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Francisco recibe a la familia Habsburgo y elogia su rol en las organizaciones humanitarias

11/6/2016

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El papa Francisco recibió este sábado por la mañana en el Vaticano a los miembros de la familia de los Habsburgo, en ocasión de la peregrinación que realizaron con motivo del Jubileo de la Misericordia.
La Casa de Habsburgo o Casa de Austria actualmente no es reinante, si bien gobernó a varios países, entre los cuales Austria desde 1278 hasta 1918 y España del 1516 al 1700. Hasta el 2007 la cabeza de la dinastía fue el príncipe Otón de Habsburgo y actualmente lo es su hijo el el archiduque Carlos de Habsburgo Lorena.
En la sala Clementina, el Pontífice indicó a los presentes, unas 300 personas, su alegría de recibirlos con motivo de la peregrinación que realizaron como familia. “Deseo subrayar este aspecto, porque es el de la familia en un sentido amplio, con la riqueza de sus relaciones y de su variedad” porque “es un valor que es necesario volver a descubrir en nuestros tiempos”.
Una familia que recuerda también al beato Carlos de Austria, que hace cien años atrás subía al trono, indicó el Santo Padre, precisando que esta presencia espiritual le permite a la familia Habsburgo mirar al pasado no solo nostálgicament sino estar hoy muy activa en la historia, con sus desafíos y necesidades.
“De hecho algunos entre ustedes –recordó Francisco– tienen roles de primer plano en organizaciones de solidaridad y promoción humana y cultural; así como en el apoyar el proyecto de Europa como una casa común fundada en los valores humanos y cristianos”.
También señaló su alegría porque “en las nuevas generaciones de vuestra familia han madurado algunas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Agradezco junto a ustedes al Señor, y obtengo ulterior confirmación del hecho de que la familia cristiana es el primer terreno en el cual las semillas de las vocaciones -partiendo de la conyugal que es una verdadera y propia vocación- pueden germinar y desarrollarse”.
El Pontífice recordó que “Carlos de Austria fue sobre todo un buen padre de familia, y como tal servidor de la vida y de la paz”. Señaló que “él había conocido la guerra, como soldado simple al inicio de la Primera guerra mundial”. Y cuando en 1916 asumió en reino, fue sensible a la voz del papa Benedicto XV y se prodigó con todas las fuerzas a favor de la paz, a costo de ser incomprendido y objeto de burlas”. Por ello señaló que Carlos de Austria “nos ofrece un ejemplo más actual que nunca y podemos invocarlo como intercesor para obtener de Dios la paz para la humanidad”.
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El Papa a los movimientos populares 

11/6/2016

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El papa Francisco recibió hoy sábado por la tarde en el Vaticano, a los participantes del Tercer encuentro mundial de los movimientos populares, que se ha realizado desde el pasado miércoles 2 en Roma, en las estructuras del Colegio pontificio internacional Mater Ecclesiae.
Al inicio del encuentro se escucharon testimonios, cantos, proyecciones de videos temáticos sobre los pequeños agricultores, sobre el cuidado de lo creado, las familias en dificultad, y otros temas.
El cardenal Peter Turkson, presidente del Dicasterio para el Desarrollo humano integral saludó al Santo Padre y fue presentado un documento programático de los movimientos populares.
A continuación el papa Francisco realizó un amplio discurso en el que reconoce que quienes se han reunido en este encuentro puedan pensar diversamente sobre diversos temas, pero que encuentran coincidencia en la necesidad de dar a las personas techo, tierra y trabajo, como elementos necesarios para la dignidad de la persona humana.
El texto completo de las palabras del Santo Padre
Hermanas y hermanos, buenas tardes. En este nuestro tercer encuentro expresamos la misma sed, la sed de justicia, el mismo clamor: tierra, techo y trabajo para todos. Agradezco a los delegados, que han llegado desde las periferias urbanas, rurales y laborales de los cinco continentes, de más de 60 países, a debatir una vez más cómo defender estos derechos que nos convocan.
Gracias a los Obispos que vinieron a acompañarlos. Gracias también a los miles de italianos y europeos que se han unido hoy al cierre de este Encuentro. Gracias a los observadores y jóvenes comprometidos con la vida pública que vinieron con humildad a escuchar y aprender. ¡Cuánta esperanza tengo en los jóvenes! Le agradezco también a Usted, Señor Cardenal Turkson, el trabajo que han hecho en el Dicasterio; y también quisiera mencionar el aporte del ex Presidente uruguayo José Mujica que está presente.
En nuestro último encuentro, en Bolivia, con mayoría de Latinoamericanos, hablamos de la necesidad de un cambio para que la vida sea digna, un cambio de estructuras; también de cómo ustedes, los movimientos populares, son sembradores de ese cambio, promotores de un proceso en el que confluyen millones de acciones grandes y pequeñas encadenadas creativamente, como en una poesía; por eso quise llamarlos “poetas sociales”; y también enumeramos algunas tareas imprescindibles para marchar hacia una alternativa humana frente a la globalización de la indiferencia: 1. poner la economía al servicio de los pueblos; 2. construir la paz y la justicia; 3. defender la Madre Tierra.
Ese día, en la voz de una cartonera y de un campesino, se dio lectura a las conclusiones, los diez puntos de Santa Cruz de la Sierra, donde la palabra cambio estaba preñada de gran contenido, estaba enlazada a cosas fundamentales que ustedes reivindican: trabajo digno para los excluidos del mercado laboral; tierra para los campesinos y pueblos originarios; vivienda para las familias sin techo; integración urbana para los barrios populares; erradicación de la discriminación, de la violencia contra la mujer y de las nuevas formas de esclavitud; el fin de todas las guerras, del crimen organizado y de la represión; libertad de expresión y comunicación democrática; ciencia y tecnología al servicio de los pueblos.
Escuchamos también cómo se comprometían a abrazar un proyecto de vida que rechace el consumismo y recupere la solidaridad, el amor entre nosotros y el respeto a la naturaleza como valores esenciales. Es la felicidad de «vivir bien» lo que ustedes reclaman, la «vida buena», y no ese ideal egoísta que engañosamente invierte las palabras y propone la «buena vida».
Quienes hoy estamos aquí, con orígenes, creencias e ideas diversas, tal vez no estemos de acuerdo en todo, seguramente pensamos distinto en muchas cosas, pero coincidimos en esos puntos. Supe también de encuentros y talleres realizados en distintos países donde multiplicaron los debates a la luz de la realidad de cada comunidad.
Eso es muy importante porque las soluciones reales a las problemáticas actuales no van a salir de una, tres o mil conferencias: tienen que ser fruto de un discernimiento colectivo que madure en los territorios junto a los hermanos, un discernimiento que se convierte en acción transformadora «según los lugares, tiempos y personas» como diría san Ignacio.
Si no, corremos el riesgo de las abstracciones, de «los nominalismos declaracionistas (slogans) que son bellas frases pero no logran sostener la vida de nuestras comunidades» (Carta al Presidente de la Pontificia Comisión Para América Latina, 19 de marzo de 2016).
El colonialismo ideológico globalizante procura imponer recetas supraculturales que no respetan la identidad de los Pueblos. Ustedes van por otro camino que es, al mismo tiempo, local y universal. Un camino que me recuerda cómo Jesús pidió organizar a la multitud en grupos de cincuenta para repartir el pan (Cf. Homilía en la Solemnidad de Corpus Christi, Buenos Aires, 12 de junio de 2004).
Recién pudimos ver el video que han presentado a modo de conclusión de este tercer Encuentro. Vimos los rostros de ustedes en los debates sobre qué hacer frente a «la inequidad que engendra violencia». Tantas propuestas, tanta creatividad, tanta esperanza en la voz de ustedes que tal vez sean los que más motivos tienen para quejarse, quedar encerrados en los conflictos, caer en la tentación de lo negativo.
Pero, sin embargo, miran hacia adelante, piensan, discuten, proponen y actúan. Los felicito, los acompaño, les pido que sigan abriendo caminos y luchando. Eso me da fuerza, nos da fuerza. Creo que este dialogo nuestro, que se suma al esfuerzo de tantos millones que trabajan cotidianamente por la justicia en todo el mundo, va echando raíces.
El terror y los muros
Sin embargo, esa germinación que es lenta, que tiene sus tiempos como toda gestación, está amenazada por la velocidad de un mecanismo destructivo que opera en el sentido contrario. Hay fuerzas poderosas que pueden neutralizar este proceso de maduración de un cambio que sea capaz de desplazar la primacía del dinero y coloque nuevamente en el centro al ser humano. Ese «hilo invisible» del que hablamos en Bolivia, esa estructura injusta que enlaza a todas las exclusiones que ustedes sufren, puede endurecerse y convertirse en un látigo, un látigo existencial que, como en el Egipto del Antiguo Testamento, esclaviza, roba la libertad, azota sin misericordia a unos y amenaza constantemente a otros, para arriar a todos como ganado hacia donde quiere el dinero divinizado.
¿Quién gobierna entonces? El dinero ¿Cómo gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás. ¡Cuánto dolor, cuánto miedo! Hay -lo dije hace poco-, hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera. De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso. Ningún pueblo, ninguna religión es terrorista. Es cierto, hay pequeños grupos fundamentalistas en todos lados. Pero el terrorismo empieza cuando «has desechado la maravilla de la creación, el hombre y la mujer, y has puesto allí el dinero» (Conferencia de prensa en el Vuelo de Regreso del Viaje Apostólico a Polonia, 31 de julio de 2016). Ese sistema es terrorista.
Hace casi cien años, Pío XI preveía el crecimiento de una dictadura económica mundial que él llamó «imperialismo internacional del dinero» (Carta Enc. Quadragesimo Anno, 15 de mayo de 1931, 109). El aula en la que estamos ahora se llama “Paolo VI”, y fue Pablo VI quien denunció hace casi cincuenta año las «nueva forma abusiva de dictadura económica en el campo social, cultural e incluso político» (Carta Ap. Octogesima adveniens, 14 de mayo de 1971, 44). Son palabras duras pero justas de mis antecesores que avizoraron el futuro. La Iglesia y los profetas dijeron, hace milenios, lo que tanto escandaliza que repita el Papa en este tiempo cuando todo aquello alcanza expresiones inéditas. Toda la doctrina social de la Iglesia y el magisterio de mis antecesores se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad.
Ninguna tiranía se sostiene sin explotar nuestros miedos. De ahí que toda tiranía sea terrorista. Y cuando ese terror, que se sembró en las periferias con masacres, saqueos, opresión e injusticia, explota en los centros con distintas formas de violencia, incluso con atentados odiosos y cobardes, los ciudadanos que aún conservan algunos derechos son tentados con la falsa seguridad de los muros físicos o sociales. Muros que encierran a unos y destierran a otros. Ciudadanos amurallados, aterrorizados, de un lado; excluidos, desterrados, más aterrorizados todavía, del otro. ¿Es esa la vida que nuestro Padre Dios quiere para sus hijos?
Al miedo se lo alimenta, se lo manipula… Porque el miedo, además de ser un buen negocio para los mercaderes de armas y de muerte, nos debilita, nos desequilibra, destruye nuestras defensas psicológicas y espirituales, nos anestesia frente al sufrimiento ajeno y al final nos hace crueles. Cuando escuchamos que se festeja la muerte de un joven que tal vez erró el camino, cuando vemos que se prefiere la guerra a la paz, cuando vemos que se generaliza la xenofobia, cuando constatamos que ganan terreno las propuestas intolerantes; detrás de esa crueldad que parece masificarse está el frío aliento del miedo. Les pido que recemos por todos los que tienen miedo, recemos para que Dios les dé el valor y que en este año de la misericordia podamos ablandar nuestros corazones. La misericordia no es fácil, no es fácil… requiere coraje. Por eso Jesús nos dice: «No tengan miedo» (Mt 14,27), pues la misericordia es el mejor antídoto contra el miedo. Es mucho mejor que los antidepresivos y los ansiolíticos. Mucho más eficaz que los muros, las rejas, las alarmas y las armas. Y es gratis: es un don de Dios.
Queridos hermanos y hermanas: todos los muros caen. No nos dejemos engañar. Como han dicho ustedes: «Sigamos trabajando para construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación» (Documento Conclusivo del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, 11 de julio de 2015, Cruz de la Sierra, Bolivia). Enfrentemos el Terror con Amor.
El amor y los puentes
Un día como hoy, un sábado, Jesús hizo dos cosas que, nos dice el Evangelio, precipitaron la conspiración para matarlo. Pasaba con sus discípulos por un campo, un sembradío. Los discípulos tenían hambre y comieron las espigas. Nada se nos dice del «dueño» de aquel campo… subyacía el destino universal de los bienes. Lo cierto es que frente al hambre, Jesús priorizó la dignidad de los hijos de Dios sobre una interpretación formalista, acomodaticia e interesada de la norma. Cuando los doctores de la ley se quejaron con indignación hipócrita, Jesús les recordó que Dios quiere amor y no sacrificios, y les explicó que el sábado está hecho para el ser humano y no el ser humano para el sábado (cf. Mc 2,27). Enfrentó al pensamiento hipócrita y suficiente con la inteligencia humilde del corazón (cf. Homilía, I Congreso de Evangelización de la Cultura, Buenos Aires, 3 de noviembre de 2006), que prioriza siempre al ser humano y rechaza que determinadas lógicas obstruyan su libertad para vivir, amar y servir al prójimo.
Y después, ese mismo día, Jesús hizo algo «peor», algo que irritó aún más a los hipócritas y soberbios que lo estaban vigilando porque buscaban alguna excusa para atraparlo. Curó la mano atrofiada de un hombre. La mano, ese signo tan fuerte del obrar, del trabajo. Jesús le devolvió a ese hombre la capacidad de trabajar y con ello le devolvió la dignidad. Cuántas manos atrofiadas, cuantas personas privadas de la dignidad del trabajo, porque los hipócritas para defender sistemas injustos, se oponen a que sean sanadas. A veces pienso que cuando ustedes, los pobres organizados, se inventan su propio trabajo, creando una cooperativa, recuperando una fábrica quebrada, reciclando el descarte de la sociedad de consumo, enfrentando las inclemencias del tiempo para vender en una plaza, reclamando una parcela de tierra para cultivar y alimentar a los hambrientos, están imitando a Jesús porque buscan sanar, aunque sea un poquito, aunque sea precariamente, esa atrofia del sistema socioeconómico imperante que es el desempleo. No me extraña que a ustedes también a veces los vigilen o los persigan y tampoco me extraña que a los soberbios no les interese lo que ustedes digan.
Jesús, ese sábado, se jugó la vida porque después de sanar esa mano, fariseos y herodianos (cf. Mc 3,6), dos partidos enfrentados entre sí, que temían al pueblo y también al imperio, hicieron sus cálculos y se confabularon para matarlo. Sé que muchos de ustedes se juegan la vida. Sé que algunos no están hoy acá porque se jugaron la vida… pero no hay mayor amor que dar la vida. Eso nos enseña Jesús.
Las «3-T», ese grito de ustedes que hago mío, tiene algo de esa inteligencia humilde pero a la vez fuerte y sanadora. Un proyecto-puente de los pueblos frente al proyecto-muro del dinero. Un proyecto que apunta al desarrollo humano integral. Algunos saben que nuestro amigo el Cardenal Turkson preside ahora el Dicasterio que lleva ese nombre: Desarrollo Humano Integral. Lo contrario al desarrollo, podría decirse, es la atrofia, la parálisis. Tenemos que ayudar para que el mundo se sane de su atrofia moral. Este sistema atrofiado puede ofrecer ciertos implantes cosméticos que no son verdadero desarrollo: crecimiento económico, avances técnicos, mayor «eficiencia» para producir cosas que se compran, se usan y se tiran englobándonos a todos en una vertiginosa dinámica del descarte… pero no permite el desarrollo del ser humano en su integralidad, el desarrollo que no se reduce al consumo, que no se reduce al bienestar de pocos, que incluye a todos los pueblos y personas en la plenitud de su dignidad, disfrutando fraternalmente de la maravilla de la Creación. Ese es el desarrollo que necesitamos: humano, integral, respetuoso de la Creación.
Bancarrota y salvataje
Queridos hermanos, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre otros dos temas que, junto a las «3-T» y la ecología integral, fueron centrales en sus debates de los últimos días y son centrales en este tiempo histórico.
Sé que dedicaron una jornada al drama de los emigrantes, refugiados y desplazados. ¿Qué hacer frente a esta tragedia? En el Dicasterio que tiene a su cargo el Cardenal Turkson hay un departamento para la atención de estas situaciones. Decidí que, al menos por un tiempo, ese departamento dependa directamente del Pontífice, porque aquí hay una situación oprobiosa, que sólo puedo describir con una palabra que me salió espontáneamente en Lampedusa: vergüenza.
Allí, como también en Lesbos, pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas –lo he dicho frente a las autoridades de todo el mundo– como consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de conflictos bélicos que no buscaron, que no crearon quienes hoy padecen el doloroso desarraigo de su suelo patrio sino más bien muchos de aquellos que se niegan a recibirlos.
Hago mías las palabras de mi hermano el Arzobispo Jerónimo de Grecia: «Quien ve los ojos de los niños que encontramos en los campos de refugiados es capaz de reconocer de inmediato, en su totalidad, la “bancarrota” de la humanidad» (Discurso en el Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016) ¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto? Y así el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio, y no sólo el Mediterráneo… tantos cementerios junto a los muros, muros manchados de sangre inocente.
El miedo endurece el corazón y se transforma en crueldad ciega que se niega a ver la sangre, el dolor, el rostro del otro. Lo dijo mi hermano el Patriarca Bartolomé: «Quien tiene miedo de vosotros no os ha mirado a los ojos. Quien tiene miedo de vosotros no ha visto vuestros rostros. Quien tiene miedo no ve a vuestros hijos. Olvida que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y la división. Olvida que la migración no es un problema de Oriente Medio y del norte de África, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo» (Discurso en el Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016).
Es, en verdad, un problema del mundo. Nadie debería verse obligado a huir de su Patria. Pero el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el emigrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras y es triple si al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se lo desprecia, se lo explota e incluso se lo esclaviza. Esto se puede ver en cualquier rincón de cientos de ciudades.
Les pido a ustedes que hagan todo lo que puedan y nunca se olviden que Jesús, María y José experimentaron también la condición dramática de los refugiados. Les pido que ejerciten esa solidaridad tan especial que existe entre los que han sufrido. Ustedes saben recuperar fábricas de las bancarrotas, reciclar lo que otros tiran, crear puestos de trabajo, labrar la tierra, construir viviendas, integrar barrios segregados y reclamar sin descanso como esa viuda del Evangelio que pide justicia insistentemente (cf. Lc 18,1-8). Tal vez con su ejemplo y su insistencia, algunos Estados y Organismos internacionales abran los ojos y adopten las medidas adecuadas para acoger e integrar plenamente a todos los que, por una u otra circunstancia, buscan refugio lejos de su hogar. Y también para enfrentar las causas profundas por las que miles de hombres, mujeres y niños son expulsados cada día de su tierra natal.
Dar el ejemplo y reclamar es una forma de meterse en política y eso me lleva al segundo eje que debatieron en su Encuentro: la relación entre pueblo y democracia. Una relación que debería ser natural y fluida pero que corre el peligro de desdibujarse hasta ser irreconocible. La brecha entre los pueblos y nuestras formas actuales de democracia se agranda cada vez más como consecuencia del enorme poder de los grupos económicos y mediáticos que parecieran dominarlas. Los movimientos populares, lo sé, no son partidos políticos y déjenme decirles que, en gran medida, en eso radica su riqueza, porque expresan una forma distinta, dinámica y vital de participación social en la vida pública. Pero no tengan miedo de meterse en las grandes discusiones, en Política con mayúscula y cito de nuevo a Pablo VI: «La política ofrece un camino serio y difícil―aunque no el único―para cumplir el deber grave que cristianos y cristianas tienen de servir a los demás» (Lett. Ap. Octogesima adveniens, 14 de mayo 1971, 46).
Quisiera señalar dos riesgos que giran en torno a la relación entre los movimientos populares y la política: el riesgo de dejarse encorsetar y el riesgo de dejarse corromper.
Primero, no dejarse encorsetar, porque algunos dicen: la cooperativa, el comedor, la huerta agroecológica, el microemprendimiento, el diseño de los planes asistenciales… hasta ahí está bien. Mientras se mantengan en el corsé de las «políticas sociales», mientras no cuestionen la política económica o la política con mayúscula, se los tolera. Esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos a veces me parece una especie de volquete maquillado para contener el descarte del sistema. Cuando ustedes, desde su arraigo a lo cercano, desde su realidad cotidiana, desde el barrio, desde el paraje, desde la organización del trabajo comunitario, desde las relaciones persona a persona, se atreven a cuestionar las «macrorelaciones», cuando chillan, cuando gritan, cuando pretenden señalarle al poder un planteo más integral, ahí ya no se los tolera tanto porque se están saliendo del corsé, se están metiendo en el terreno de las grandes decisiones que algunos pretenden monopolizar en pequeñas castas. Así la democracia se atrofia, se convierte en un nominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción de su destino.
Ustedes, las organizaciones de los excluidos y tantas organizaciones de otros sectores de la sociedad, están llamados a revitalizar, a refundar las democracias que pasan por una verdadera crisis. No caigan en la tentación del corsé que los reduce a actores secundarios, o peor aún, a meros administradores de la miseria existente. En estos tiempos de parálisis, de desorientación y propuestas destructivas, la participación protagónica de los pueblos que buscan el bien común puede vencer, con la ayuda de Dios, a los falsos profetas que explotan el miedo y la desesperanza, que venden fórmulas mágicas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta y una seguridad ilusoria.
Sabemos que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales» (Exhort. ap. postsin. Evangelii gaudium, 202). Por eso, lo dije y lo repito: «El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio» (Discurso en el Segundo Encuentro mundial de los Movimientos Populares, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 9 de julio de 2015). La Iglesia también puede y debe, sin pretender el monopolio de la verdad, pronunciarse y actuar especialmente frente a «situaciones donde se tocan las llagas y el sufrimiento dramático, y en las cuales están implicados los valores, la ética, las ciencias sociales y la fe» (Discurso a la Cumbre de Jueces y Magistrados contra el Tráfico de Personas y el Crimen Organizado, Vaticano, 3 de junio de 2016).
El segundo riesgo, les decía, es dejarse corromper. Así como la política no es un asunto de los «políticos», la corrupción no es un vicio exclusivo de la política. Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los movimientos populares. Es justo decir que hay una corrupción naturalizada en algunos ámbitos de la vida económica, en particular la actividad financiera, y que tiene menos prensa que la corrupción directamente ligada al ámbito político y social. Es justo decir que muchas veces se manipulan los casos de corrupción con malas intenciones. Pero también es justo aclarar que quienes han optado por una vida de servicio tienen una obligación adicional que se suma a la honestidad con la que cualquier persona debe actuar en la vida. La vara es más alta: hay que vivir la vocación de servir con un fuerte sentido de austeridad y humildad. Esto vale para los políticos pero también vale para los dirigentes sociales y para nosotros, los pastores.
A cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados, los autos de lujo, le aconsejaría que se fije qué está pasando en su corazón y rece para que Dios lo libere de estas ataduras. Pero, parafraseando al ex presidente latinoamericano que está por acá, el que tenga afición por todas esas cosas, por favor, que no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular, porque va a hacer mucho daño a sí mismo y al prójimo y va a manchar la noble causa que enarbola.
Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad; y practicar la austeridad es, además, predicar con el ejemplo. Les pido que no subestimen el valor del ejemplo porque tiene más fuerza que mil palabras, que mil volantes, que mil likes, que mil retweets, que mil videos de youtube. El ejemplo de una vida austera al servicio del prójimo es la mejor forma de promover el bien común y el proyecto-puente de las 3-T. Les pido a los dirigentes que no se cansen de practicar la austeridad y les pido a todos que exijan a los dirigentes esa austeridad, la cual –por otra parte– los hará muy felices. Queridos hermanas y hermanos,
la corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo.
Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde, vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura. Algunos saben que después del Sínodo de la familia escribí Amoris Laetitia, un documento sobre el amor en la familia de cada uno, pero también en esa otra familia que es el barrio, la comunidad, el pueblo, la humanidad. Uno de ustedes me pidió distribuir un cuadernillo que contiene un fragmento del capítulo cuarto de ese documento. Creo que se los van a entregar a la salida. Va entonces con mi bendición. Allí hay algunos «consejos útiles» para practicar el más importante de los mandamientos de Jesús.
En Amoris Laetitia cito a un fallecido dirigente afroamericano, Martin Luther King, el cual volvía a optar por el amor fraterno aun en medio de las peores persecuciones y humillaciones. Quiero recordarlo hoy con ustedes: «Cuando te elevas al nivel del amor, de su gran belleza y poder, lo único que buscas derrotar es los sistemas malignos. A las personas atrapadas en ese sistema, las amas, pero tratas de derrotar ese sistema […] Odio por odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tú me lo devuelves, y así sucesivamente, es evidente que se llega hasta el infinito. Simplemente nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal». Esto Luther King lo dijo en 1957.
Les agradezco nuevamente su presencia. Les agradezco su trabajo. Quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie y nos da coraje para romper la cadena del odio: esa fuerza es la esperanza.
Les pido por favor que recen por mí y los que no pueden rezar, ya saben, piénsenme bien y mándenme buena onda. Gracias.

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Presos de todo el mundo celebran su Jubileo en Roma

11/4/2016

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El Año Jubilar se está acercando a su conclusión y entre los últimos eventos organizados tendrá lugar el Jubileo de los presos y el Jubileo de las personas socialmente marginadas. Por ello, monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, en una rueda de prensa celebrada esta mañana, ha informado de los últimos eventos del Jubileo de la Misericordia. 
Este fin de de semana, 5 y 6 de noviembre, se celebrará el Jubileo de los presos. Por primera vez –ha explicado monseñor Fisichella– será posible para un gran número de detenidos procedentes de distintas partes de Italia y de otros países, estar presentes en la basílica de San Pedro para vivir el propio Jubileo con el papa Francisco. 
Un colectivo, que como hemos podido ver en estos primero años de pontificado, que está presente en el corazón del Santo Padre. En sus viajes, cuando ha sido posible, Francisco ha visitado cárceles para llevar una palabra de aliento y consuelo. De vez en cuando, tal y como él mismo ha revelado, llama por teléfono a cárceles de Argentina. Incluso, ha informado hoy monseñor Fisichella, el Papa en los últimos meses ha estado en contacto con condenados a muerte. 
En cuanto a la organización de este gran evento, monseñor Fisichella ha explicado además que en los meses pasados han escrito a las Conferencias Episcopales del mundo, invitando a los obispos a vivir este domingo visitando las cárceles y celebrando el Jubileo con los detenidos. “Han sido muchas las respuestas positivas que han llegado y podemos realmente pensar que la celebración tendrá un eco mundial en su realización”, ha explicado. 
Asimismo ha indicado que se han inscrito 4 mil personas, de las que más de mil serán detenidos, procedentes de 12 países del mundo: México, España, Inglaterra, Italia, Letonia, Madagascar, Malasia, Holanda, Estados Unidos, Sudáfrica, Suecia y Portugal. También asistirán miembros de la policía penitenciaria, funcionarios penitenciarios, capellanes y asociaciones que ofrecen asistencia dentro y fuera de las cárceles.  El grupo más numeroso procede de Italia. Mientras que desde España llegarán 25 presos. 
Entre los asistentes estarán representados menores, personas bajo arresto domiciliario, detenidos con distintos tipo de condenas… “una presencia verdadera que marca un compromiso real, para ofrecer un futuro y una esperanza más allá de la condena y la duración de la pena”. 
En el programa de este fin de semana está previsto para el sábado la posibilidad de confesarse en las Iglesias jubilares, y realizar la peregrinación hacia la Puerta Santa en San Pedro. Mientras que el domingo se celebrará la misa con el Santo Padre en la Basílica de San Pedro. Antes de la eucaristía, se escucharán varios testimonios: un detenido convertido en la cárcel junto con la víctima con la que se ha reconciliado, el hermano de una persona asesinada, un menor condenado y un agente de la policía penitenciaria. 
Testimonios que ayudarán a entender que la misericordia no es una “palabra teórica”, sino “una acción genuina cotidiana que representa a menudo un verdadero desafío existencial”. 
Existen algunas particularidades que ayudan a dar mayor significado al desarrollo de esta jornada. Por ejemplo, el servicio litúrgico será realizado por los detenidos y las hostias utilizadas para la misa han sido producidas por algunos presos de una cárcel de Milán.
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Los Movimientos Populares se reúnen en el Vaticano

11/3/2016

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El cardenal Peter Turkson ha sido el encarado de inaugurar  la primera de las cinco jornadas del tercer encuentro mundial de los Movimientos Populares, que se celebra esta semana en el Vaticano. El sentido de este encuentro, ha señalado el purpurado, no es solo “denunciar la dictadura del dinero y la injusticia social” sino “dar a los pobres, a los movimientos de base, la posibilidad de conocerse y dialogar para convertirse ellos mismos en protagonistas de ese cambio que todos esperamos”. 
El tercer encuentro de los Movimientos Populares –informa Radio Vaticana– está afrontando con un diálogo vivo temas como la relación entre el pueblo y la democracia, el territorio y la naturaleza, el sufrimiento de los migrantes y de los refugiados. A las tres palabras que centran el encuentro –Tierra, Techo y Trabajo– responden los compromiso de la Iglesia, tal y como ha explicado el cardenal. 
“Vosotros habláis de ‘Tierra, Techo, Trabajo’, nosotros hablamos de tres cosas que pueden facilitar estos objetivos: conciencia, compromiso a realizar y desmantelamiento de las estructuras que oprimen y que crean estas situaciones de pobreza”, ha indicado. 
De este modo, testimonios venidos de los cinco continentes han contado el “estado de salud” de sus democracias, democracias a menudo solo de fachada, y han hablado de derechos de los trabajadores, condición de la mujeres, de la marginalidad en la agenda política, de los temas relacionados con los más frágiles.
En representación de Europa ha intervenido don Luigi Ciotti, del Grupo Abele y de Libera. Los pobres –ha señalado– siempre necesitan ayuda, pero primero necesitan dignidad: no basta acoger, es necesario reconocer. Asimismo ha precisado que “la libertad y la dignidad no son conceptos abstractos, sino valores fundamentales de la justicia social”. Por eso ha clasificado como “diferencia instrumental e hipócrita” hablar de “refugiados de guerra” y “migrantes económicos”. 
Los participantes del encuentro, se reunirá el sábado con el papa Francisco.
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El Papa en el día de los difuntos: ‘La tristeza se une a la esperanza de la Resurrección’

11/2/2016

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El papa Francisco visitó este miércoles por la tarde el cementerio de Prima Porta o Cementerio Flaminio, situado en las afueras de la ciudad de Roma. Es el más grande de Europa, con 140 hectáreas de parque y 36 kilómetros de calles internas.
Poco antes, un mensaje en su cuenta twitter en Papa escribió: “Nos detenemos con fe ante ante las tumbas de nuestros seres queridos, rezando también por los difuntos que nadie recuerda”. De  hecho cuando en el cementerio caminaba hacia el altar para celebrar la eucaristía, el Santo Padre puso un ramo de rosas color amarillo delante de una tumba sin flores ni iluminación que encontró en su camino, como símbolo de todas las sepulturas.
El Santo Padre vistiendo paramentos color violeta celebró la santa misa en el altar situado en una estructura puesta delante de la plaza del osario, donde el público asistió ubicado al lado de una zona verde con las tumbas sobre el prado. Concelebraron entre otros, el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini y un coro acompañó la ceremonia cantando en italiano.
Después de la lectura del Evangelio, el Papa dirigió unas palabras simples que indicaron el significado de esta conmemoración. El Pontífice en su homilía recordó la lectura apenas realizada, y como en ese momento de angustia y de dolor Job proclama la esperanza: ‘Mis ojos lo contemplarán’, como recuerda la oración de los difuntos.
Y si bien reconoció que “un cementerio es triste”, porque “nos recuerda a los nuestros que se fueron”, y porque también “nos recuerda el futuro y la muerte”, señaló que en este momento triste, “las personas traemos flores como símbolo de esperanza” sabiendo que este momento “más adelante se convertirá en un día de fiesta”. O sea que “la tristeza se mezcla con la esperanza”.
Recordó también que se hace “memoria de los nuestros delante de sus restos mortales” y que “la esperanza nos ayuda para hacer este camino que “todos deberemos recorrer, todos, antes o después”.
Pero que en ese camino hay esperanza, porque existe “un ancla que no desilusiona: la esperanza de la Resurrección”. Porque “Jesús fue el primero que hizo este camino y Él mismo nos abrió la puerta de la esperanza, con su cruz, para entrar donde contemplaremos a Dios”.
Y como dice la oración: “Yo lo veré, yo mismo, mis ojos lo contemplarán”. Invitó así a los presentes a volver a sus casas “con la memoria del pasado”, de quienes se fueron “y del futuro camino que recorreremos, pero con la seguridad de las palabras que salieron de los labios de Jesús: “Yo los resucitaré en el último día”.
La misa concluyó con un hermoso atardecer de otoño y el Santo Padre rezó una oración por los difuntos y bendijo las tumbas del cementerio Flaminio.
El cementerio ubicado en la localidad de Prima Porta, cuenta con sectores dedicados a las diversas confesiones religiosas con sus respectivos templos. Es la primera vez que el Papa celebra aquí porque en los años pasados conmemoró el día de muertos en el cementerio monumental de Roma, llamado ‘El Verano’.
Al su regreso el Papa visitó en el Vaticano las llamadas ‘Grutas’, ubicadas debajo de la basílica de San Pedro. Allí rezará privadamente por los pontífices difuntos.
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El Papa en Suecia señala que la felicidad caracteriza a los santos

11/2/2016

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En la festividad de Todos los Santos, el papa Francisco presidió este martes la santa misa en el estadio Swedbak de Malmö, en el segundo y último día de su viaje a Suecia. Allí recordó durante su homilía a los miles de fieles reunidos o que le seguían por televisión y los medios de comunicación, que “si hay algo que caracteriza a los santos es que son felices”.
El día de ayer sábado, vio un hecho histórico, la Declaración conjunta católico-luterana, que se añade a un recorrido ecuménico iniciado después del Vaticano II. Así como la ceremonia en la catedral de Lund, con un recíproco ‘mea culpa’ por los 500 años de conflicto y donde el Papa pidió al Espíritu Santo que conceda la gracia de un nuevo inicio en las relaciones recíprocas.
Hoy domingo el Santo Padre entró al estadio en un pequeño vehículo abierto. Allí le esperaban unos diez mil fieles, que le saludaban con entusiasmo mientras filmaban con sus móviles en la mano. El Papa bendijo a algunos niños y al bajar del vehículo, se acercó a varios enfermos en silla de ruedas que le esperaban.
El Kyrie Eleison y el Gloria in Excelsis Deo, fueron entonados por un numeroso coro, así como los cantos que acompañaron la liturgia. El papa Francisco que vestía paramentos color crema y portaba el palio ingresó en la zona donde estaba montado el altar, presidido por un hermoso crucifijo y muchos adornos de flores blancas y amarillas, colores del Vaticano.
La misa fue en latín, las lecturas en idioma sueco, en cambio la homilía en español. Francisco recordó que “con toda la Iglesia celebramos hoy la solemnidad de Todos los Santos” incluyendo también “a tantos hermanos nuestros que han vivido su vida cristiana en la plenitud de la fe y del amor, en medio de una existencia sencilla y oculta”. Y añadió: “Seguramente, entre ellos hay muchos de nuestros familiares, amigos y conocidos”.
“Pero si hay algo –prosiguió Francisco– que caracteriza a los santos es que son realmente felices. Han encontrado el secreto de esa felicidad auténtica, que anida en el fondo del alma y que tiene su fuente en el amor de Dios. Por eso, a los santos se les llama bienaventurados. Las bienaventuranzas son su camino, su meta, su patria”.
“Las bienaventuranzas son el camino de vida que el Señor nos enseña”y “son el perfil de Cristo y por tanto, lo son del cristiano”, aseguró. Y subrayó de ellas: “la mansedumbre” es la que “nos acerca a Jesús y nos hace estar unidos entre nosotros”.
Recordó también dos santas que nacieron en Suecia: María Elisabeth Hesselblad y Brigitta Vadstena, las cuales trabajaron para estrechar lazos de unidad entre los cristianos, en un país “donde estamos conmemorando conjuntamente el quinto centenario de la Reforma”.
Y señaló que hoy se podrían añadir otras bienaventuranzas:
“Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón; bienaventurados los que miran a los ojos a los descartados y marginados mostrándoles cercanía; bienaventurados los que reconocen a Dios en cada persona y luchan para que otros también lo descubran; bienaventurados los que protegen y cuidan la casa común; bienaventurados los que renuncian al propio bienestar por el bien de otros; bienaventurados los que rezan y trabajan por la plena comunión de los cristianos… Todos ellos son portadores de la misericordia y ternura de Dios, y recibirán ciertamente de él la recompensa merecida”.
El Papa concluyó recordando que “la llamada a la santidad es para todos” y pidió a “nuestra Madre del cielo, Reina de todos los Santos”, que seamos “bendecidos en nuestros esfuerzos y alcancemos la santidad en la unidad”.
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Declaración conjunta católico-luterana

11/1/2016

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Con motivo de la visita del Santo Padre Franciso a Suecia con motivo de los 500 años de la Reforma protestante, al concluir la ceremonia en la catedral de Lund que se realizó este lunes 31 de octubre por la tarde, en la que exponentes protestantes y católicos expusieron el deseo de unidad y lamentaron errores del pasado, y en el que el Papa pidió al Espíritu Santo que conceda un nuevo inicio a las relaciones entre luteranos y católicos, se firmó la siguiente declaración conjunta.
DECLARACIÓN CONJUNTA
Con ocasión de la Conmemoración conjunta Católico – Luterana de la Reforma
Lund, 31 de octubre de 2016
«Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí» (Jn 15,4).
Con corazones agradecidos
Con esta Declaración Conjunta, expresamos gratitud gozosa a Dios por este momento de oración en común en la Catedral de Lund, cuando comenzamos el año en el que se conmemora el quinientos aniversario de la Reforma. Los cincuenta años de constante y fructuoso diálogo ecuménico entre Católicos y Luteranos nos ha ayudado a superar muchas diferencias, y ha hecho más profunda nuestra mutua comprensión y confianza. Al mismo tiempo, nos hemos acercado más unos a otros a través del servicio al prójimo, a menudo en circunstancias de sufrimiento y persecución. A través del diálogo y el testimonio compartido, ya no somos extraños. Más bien, hemos aprendido que lo que nos une es más de lo que nos divide.
Pasar del conflicto a la comunión
Aunque estamos agradecidos profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, también reconocemos y lamentamos ante Cristo que Luteranos y Católicos hayamos dañado la unidad vivible de la Iglesia. Las diferencias teológicas estuvieron acompañadas por el prejuicio y por los conflictos, y la religión fue instrumentalizada con fines políticos. Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos pide una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos que obstruyen el ministerio de la reconciliación. Aunque el pasado no puede ser cambiado, lo que se recuerda y cómo se recuerda, puede ser trasformado. Rezamos por la curación de nuestras heridas y de la memoria, que nublan nuestra visión recíproca. Rechazamos de manera enérgica todo odio y violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la religión. Hoy, escuchamos el mandamiento de Dios de dejar de lado cualquier conflicto. Reconocemos que somos liberados por gracia para caminar hacia la comunión, a la que Dios nos llama constantemente.
Nuestro compromiso para un testimonio común
A medida que avanzamos en esos episodios de la historia que nos pesan, nos comprometemos a testimoniar juntos la gracia misericordiosa de Dios, hecha visible en Cristo crucificado y resucitado. Conscientes de que el modo en que nos relacionamos unos con otros da forma a nuestro testimonio del Evangelio, nos comprometemos a seguir creciendo en la comunión fundada en el Bautismo, mientras intentamos quitar los obstáculos restantes que nos impiden alcanzar la plena unidad. Cristo desea que seamos uno, para que el mundo crea (cf. Jn 17,21).
Muchos miembros de nuestras comunidades anhelan recibir la Eucaristía en una mesa, como expresión concreta de la unidad plena. Sentimos el dolor de los que comparten su vida entera, pero no pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía. Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre y sed espiritual de nuestro pueblo con el fin de ser uno en Cristo. Anhelamos que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. Este es el propósito de nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que progresen, también con la renovación de nuestro compromiso en el diálogo teológico.
Pedimos a Dios que Católicos y Luteranos sean capaces de testimoniar juntos el Evangelio de Jesucristo, invitando a la humanidad a escuchar y recibir la buena noticia de la acción redentora de Dios. Pedimos a Dios inspiración, impulso y fortaleza para que podamos seguir juntos en el servicio, defendiendo los derechos humanos y la dignidad, especialmente la de los pobres, trabajando por la justicia y rechazando toda forma de violencia. Dios nos convoca para estar cerca de todos los que anhelan dignidad, justicia, paz y reconciliación. Hoy, en particular, elevamos nuestras voces para que termine la violencia y el radicalismo, que afecta a muchos países y comunidades, y a innumerables hermanos y hermanas en Cristo. Nosotros, Luteranos y Católicos, instamos a trabajar conjuntamente para acoger al extranjero, para socorrer las necesidades de los que son forzados a huir a causa de la guerra y la persecución, y para defender los derechos de los refugiados y de los que buscan asilo.
Hoy más que nunca, comprendemos que nuestro servicio conjunto en este mundo debe extenderse a la creación de Dios, que sufre explotación y los efectos de la codicia insaciable. Reconocemos el derecho de las generaciones futuras a gozar de lo creado por Dios con todo su potencial y belleza. Rogamos por un cambio de corazón y mente que conduzca a una actitud amorosa y responsable en el cuidado de la creación.
Uno en Cristo
En esta ocasión propicia, manifestamos nuestra gratitud a nuestros hermanos y hermanas, representantes de las diferentes Comunidades y Asociaciones Cristianas Mundiales, que están presentes y quienes se unen a nosotros en oración. Al comprometernos de nuevo a pasar del conflicto a la comunión, lo hacemos como parte del único Cuerpo de Cristo, en el que estamos incorporados por el Bautismo. Invitamos a nuestros interlocutores ecuménicos para que nos recuerden nuestros compromisos y para animarnos. Les pedimos que sigan rezando por nosotros, que caminen con nosotros, que nos sostengan viviendo los compromisos de oración que manifestamos hoy.
Exhortación a los Católicos y Luteranos del mundo entero
Exhortamos a todas las comunidades y parroquias Luteranas y Católicas a que sean valientes, creativas, alegres y que tengan esperanza en su compromiso para continuar el gran itinerario que tenemos ante nosotros. En vez de los conflictos del pasado, el don de Dios de la unidad entre nosotros guiará la cooperación y hará más profunda nuestra solidaridad. Nosotros, Católicos y Luteranos, acercándonos en la fe a Cristo, rezando juntos, escuchándonos unos a otros, y viviendo el amor de Cristo en nuestras relaciones, nos abrimos al poder de Dios Trino. Fundados en Cristo y dando testimonio de él, renovamos nuestra determinación para ser fieles heraldos del amor infinito de Dios para toda la humanidad.

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