En el texto de la declaración se reconoce que “no obstante las profundas diferencias teológicas, católicos y judíos comparten creencias comunes”. Y se precisa: “Las religiones tienen que utilizar el comportamiento moral y la educación religiosa –no la guerra, la coacción o la presión social– para ejercitar la propia capacidad de influenciar y de inspirar”.
El Pontífice señala además que “es un texto que tributa un reconocimiento particular a la declaración conciliar Nostra Aetate, cuyo cuarto capítulo constituye para nosotros la ‘carta magna’ del diálogo con el mundo judío”. Gracias a esto en las últimas décadas “pudimos acercarnos, dialogando de manera eficaz y fructífera; hemos profundizado nuestro conocimiento recíproco e intensificado nuestros vínculos de amistad”.
“La Declaración Entre Jerusalén y Roma no esconde, de todos modos, las diferencias teológicas de nuestras tradiciones de Fe. Entretanto expresa la firme voluntad de colaborar más estrechamente hoy y en el futuro” dijo el Papa, y señaló que el documento entregado se dirige a los católicos llamándolos “socios, estrechos aliados, amigos y hermanos en la búsqueda de un mundo mejor que pueda gozar de paz, justicia social y seguridad”.
El Papa señaló la importancia de que “el Eterno pueda bendecir e iluminar nuestra colaboración para que juntos podamos acoger y actuar cada vez mejor sus proyectos” y citando a Jeremías recordó: “Proyectos de paz y no de desventura” para “un futuro lleno de esperanza”.
El Santo Padre envió saludos a las comunidades judías y sus mejores deseos para el Año Nuevo Judío que inicia dentro de pocas semanas. Y exclamó “¡Shanah towah!” (¡Buen año!).
Francisco concluyó la audiencia “invocando con ustedes y sobre todos nosotros la bendición del Altísimo sobre el camino común de amistad y confianza que nos espera. En su misericordia el Omnipotente conceda a nosotros y al mundo entero su paz. ¡Shalom alechem!”.