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Benedicto XVI: "Me voy colmado de experiencias inolvidables"

3/28/2012

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GUANAJUATO,  (ZENIT).- A las 8,10 horas de este lunes 26 de marzo, el papa Benedicto XVI se despidió del Colegio Miraflores de León y se trasladó an auto al aeropuerto internacional de Guanajuato donde, a las 9, tuvo lugar la ceremonia de despedida de México, en presencia del presidente federal, de las autoridades políticas y civiles, de numerosos obispos del país y de un grupo de fieles. Tras el discurso del presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, el para pronunció las palabras que publicamos a continuación.

*****

Señor presidente,
Distinguidas autoridades,
Señores cardenales,
Queridos hermanos en el episcopado,
Amigos mexicanos:

Mi breve pero intensa visita a México llega ahora a su fin. Pero no es el fin de mi afecto y cercanía a un país que llevo muy dentro de mí. Me voy colmado de experiencias inolvidables, como inolvidables son tantas atenciones y muestras de afecto recibidas. Agradezco las amables palabras que me ha dirigido el señor presidente, así como lo mucho que las autoridades han hecho por este entrañable viaje. Y doy las gracias de todo corazón a cuantos han facilitado o colaborado para que, tanto en los aspectos destacados como en los más pequeños detalles, los actos de estas jornadas se hayan desarrollado felizmente. Pido al Señor que tantos esfuerzos no hayan sido vanos, y que con su ayuda produzcan frutos abundantes y duraderos en la vida de fe, esperanza y caridad de León y Guanajuato, de México y de los países hermanos de Latinoamérica y el Caribe.

Ante la fe en Jesucristo que he sentido vibrar en los corazones, y la devoción entrañable a su Madre, invocada aquí con títulos tan hermosos como el de Guadalupe y la Luz, que he visto reflejada en los rostros, deseo reiterar con energía y claridad un llamado al pueblo mexicano a ser fiel a sí mismo y a no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valiente y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro.

También he sido testigo de gestos de preocupación por diversos aspectos de la vida en este amado país, unos de más reciente relieve y otros que provienen de más atrás, y que tantos desgarros siguen causando. Los llevo igualmente conmigo, compartiendo tanto las alegrías como el dolor de mis hermanos mexicanos, para ponerlos en oración al pie de la cruz, en el corazón de Cristo, del que mana el agua y la sangre redentora.

En estas circunstancias, aliento ardientemente a los católicos mexicanos, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder a la mentalidad utilitarista, que termina siempre sacrificando a los más débiles e indefensos. Los invito a un esfuerzo solidario, que permita a la sociedad renovarse desde sus fundamentos para alcanzar una vida digna, justa y en paz para todos. Para los católicos, esta contribución al bien común es también una exigencia de esa dimensión esencial del evangelio que es la promoción humana, y una expresión altísima de la caridad. Por eso, la Iglesia exhorta a todos sus fieles a ser también buenos ciudadanos, conscientes de su responsabilidad de preocuparse por el bien de los demás, de todos, tanto en la esfera personal como en los diversos sectores de la sociedad.

Queridos amigos mexicanos, les digo ¡adiós!, en el sentido de la bella expresión tradicional hispánica: ¡Queden con Dios! Sí, adiós; hasta siempre en el amor de Cristo, en el que todos nos encontramos y nos encontraremos. Que el Señor les bendiga y María Santísima les proteja. Muchas gracias.

©Librería Editorial Vaticana

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Benedicto XVI: "Dios quiere que seamos felices"

3/28/2012

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Más de tres mil niños despertaron grandes sonrisas al papa Benedicto XVI durante su trayecto por esta ciudad, donde en ningún momento escondió la ternura y el amor por los pequeños que le manifestaron su entusiasmo, alegría y cariño.

Tras sostener una reunión privada con el presidente Felipe Calderón Hinojosa en la Casa del Conde Rul, el pontífice fue el protagonista este sábado 24 de marzo entre los niños, quienes le entonaron en dos ocasiones las canciones Caminos de Guanajuato y Cielito lindo.

En un discurso “muy dulce y tierno”, como calificaron, los asistentes el papa provocó las lágrimas de miles de asistentes que abarrotaron la plaza de la Paz, en donde subrayó la importancia de la alegría.

Ofrecemos el texto del discurso de Benedicto XVI a los niños.

*****

Queridos niños:

Estoy contento de poderlos encontrar y ver sus rostros alegres llenando esta bella plaza. Ustedes ocupan un lugar muy importante en el corazón del papa. Y en estos momentos quisiera que esto lo supieran todos los niños de México, particularmente los que soportan el peso del sufrimiento, el abandono, la violencia o el hambre, que en estos meses, a causa de la sequía, se ha dejado sentir fuertemente en algunas regiones. Gracias por este encuentro de fe, por la presencia festiva y el regocijo que han expresado con los cantos. Hoy estamos llenos de júbilo, y eso es importante. Dios quiere que seamos siempre felices. Él nos conoce y nos ama. Si dejamos que el amor de Cristo cambie nuestro corazón, entonces nosotros podremos cambiar el mundo. Ese es el secreto de la auténtica felicidad.

Este lugar en el que nos hallamos tiene un nombre que expresa el anhelo presente en el corazón de todos los pueblos: «la paz», un don que proviene de lo alto. «La paz esté con ustedes» (Jn 20,21). Son las palabras del Señor resucitado. Las oímos en cada Misa, y hoy resuenan de nuevo aquí, con la esperanza de que cada uno se transforme en sembrador y mensajero de esa paz por la que Cristo entregó su vida.

El discípulo de Jesús no responde al mal con el mal, sino que es siempre instrumento del bien, heraldo del perdón, portador de la alegría, servidor de la unidad. Él quiere escribir en cada una de sus vidas una historia de amistad. Ténganlo, pues, como el mejor de sus amigos. Él no se cansará de decirles que amen siempre a todos y hagan el bien. Esto lo escucharán, si procuran en todo momento un trato frecuente con él, que les ayudará aun en las situaciones más difíciles.

He venido para que sientan mi afecto. Cada uno de ustedes es un regalo de Dios para México y para el mundo. Su familia, la Iglesia, la escuela y quienes tienen responsabilidad en la sociedad han de trabajar unidos para que ustedes puedan recibir como herencia un mundo mejor, sin envidias ni divisiones.

Por ello, deseo elevar mi voz invitando a todos a proteger y cuidar a los niños, para que nunca se apague su sonrisa, puedan vivir en paz y mirar al futuro con confianza.

Ustedes, mis pequeños amigos, no están solos. Cuentan con la ayuda de Cristo y de su Iglesia para llevar un estilo de vida cristiano. Participen en la Misa del domingo, en la catequesis, en algún grupo de apostolado, buscando lugares de oración, fraternidad y caridad. Eso mismo vivieron los beatos Cristóbal, Antonio y Juan, los niños mártires de Tlaxcala, que conociendo a Jesús, en tiempos de la primera evangelización de México, descubrieron que no había tesoro más grande

que él. Eran niños como ustedes, y de ellos podemos aprender que no hay edad para amar y servir.

Quisiera quedarme más tiempo con ustedes, pero ya debo irme. En la oración seguiremos juntos. Los invito, pues, a rezar continuamente, también en casa; así experimentarán la alegría de hablar con Dios en familia. Recen por todos, también por mí. Yo rezaré por ustedes, para que México sea un hogar en el que todos sus hijos vivan con serenidad y armonía. Los bendigo de corazón y les pido que lleven el cariño y la bendición del Papa a sus padres y hermanos, así como a sus demás seres queridos. Que la Virgen les acompañe.

Muchas gracias, mis pequeños amigos.

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Visita de cortesía al presidente federal y llaves de la ciudad

3/28/2012

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GUANAJUATO, (ZENIT).- En la mañana del sábado 24 de marzo, Benedicto XVI celebró la Santa Misa en privado en la Capilla del Colegio Miraflores de León. Por la tarde, hizo una visita de cortesía al presidente federal de México.

A las 17 horas, antes de salir de la Residencia, el papa saludó al gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva Ramírez, con su familia.

A continuación dejó León para trasladarse a Guanajuato, capital del estado homónimo, para una visita de cortesía al presidente constitucional de los Estados Unidos de México, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.

Llegado a la plaza de la Santa Fe, el papa recibió el saludo del alcalde, Edgar Castro Cerillo, que le entregó las llaves de la ciudad.

A su llegada al palacio Casa del Conde Rul, sede de representación del gobierno local, a las 18 horas, el papa fue acogido por el presidente y por su consorte en el portón posterior del edificio, para permitir mientras tanto a los fieles congregarse en la plaza enfrente de la entrada principal.
Tras el encuentro privado, fueron presentados al santo padre los familiares del presidete. Luego hubo un intercambio de regalos y la presentación de las respectivas delegaciones.

Tras su encuentro con los niños en la plaza de la Paz (ver: http://www.zenit.org/article-41813?l=spanish), el papa dejó Guanajuato para regresar al Colegio Miraflores de León.

Al entrar en la ciudad, se encontró con el alcalde de León,Francisco Ricardo Sheffield Padilla, que le ofreció las llaves de la ciudad.


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Benedicto XVI y nuestra crisis de fe

3/28/2012

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HECHOS

Ante la visita del Papa a nuestra patria, que decidió realizar, como lo dijo el 12 de diciembre pasado, para “proclamar la Palabra de Cristo” y afianzarnos en “la convicción de que éste es un tiempo precioso para evangelizar con una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente”, hemos de preguntarnos cómo está nuestra fe: ¿Es firme, recia, adulta, instruida, transformante? ¿O es una fe infantil, tambaleante, débil, no ilustrada, ritualista, intimista? La intención del Papa es confirmarnos en la fe, alentarnos hacia una fe recia; pero depende de la disposición de cada quien para dejarse iluminar. Para quienes no quieren cambiar ni cuestionar su vida desordenada, su visita es intrascendente, anecdótica, transitoria, e incluso para algunos grupos beligerantes, ocasión para ofenderlo y mofarse sin respeto ni educación.

En muchas partes del mundo, sin excluirnos nosotros, hay lo que ha calificado el papa como una crisis de fe. Se nota en la secularización creciente, en la disminución de católicos practicantes, en los divorcios y la inestabilidad de los matrimonios, en un laicismo intolerante, en el desprecio a la vida incipiente, en los ataques a la libertad religiosa. Por ello, nos ha convocado a un Año de la Fe, con ocasión del cincuenta aniversario del inicio del Concilio Vaticano II. Por ello, también, su sacrificio de hacer estos viajes tan agotadores con tal de anunciar el Evangelio e invitarnos a una vivencia más auténtica de nuestra fe católica. Es admirable su empeño evangelizador, dada su avanzada edad.

CRITERIOS

Durante nuestra Visita Ad Limina en septiembre de 2005, nos dijo a los obispos: “México tiene ante sí el reto de transformar sus estructuras sociales para que sean más acordes con la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales. A esta tarea están llamados a colaborar los católicos, que constituyen aún la mayor parte de su población, descubriendo su compromiso de fe y el sentido unitario de su presencia en el mundo. Pues, de lo contrario, la separación entre la fe que profesan y la vida cotidiana de muchos debe ser considerada como uno de los errores más graves de nuestro tiempo.

Muchos bautizados, influenciados por innumerables propuestas de pensamiento y de costumbres, son indiferentes a los valores del Evangelio e incluso se ven inducidos a comportamientos contrarios a la visión cristiana de la vida, lo que dificulta la pertenencia a una comunidad eclesial. Aun confesándose católicos, viven de hecho alejados de la fe, abandonando las prácticas religiosas y perdiendo progresivamente la propia identidad de creyentes, con consecuencias morales y espirituales de diversa índole.

El pueblo mexicano, rico por sus culturas, historia, tradiciones y religiosidad, se caracteriza por su alegría y un profundo sentido de la fiesta. Esta es una de las muestras del júbilo cristiano ya desde la primera evangelización, que da gran expresividad a las manifestaciones de la religiosidad popular. Corresponde a los pastores orientar esta peculiaridad tan común en los fieles mexicanos hacia una fe sólida y madura, capaz de modelar una conducta de vida coherente con lo que se profesa con alegría. Ello avivará también el creciente impulso misionero de los mexicanos”.

PROPUESTAS

Recibámoslo con apertura de mente y de corazón; centrémonos en sus mensajes, sin distraernos en anécdotas secundarias; perdonemos con tolerancia a los grupúsculos que aprovechan su visita para hacerse publicidad, insultándolo; oremos para que se logre el objetivo de ser confirmados en nuestra fe.

Cada quien revisemos cuán sólida es nuestra adhesión a Jesús; cuán coherente es nuestra vida diaria con la fe que decimos profesar. ¿Es el Evangelio el que ilumina y guía nuestras decisiones? ¿Es la Palabra de Dios la que moldea nuestros criterios, nuestros puntos de vista? La política, la educación, la economía, las leyes, las costumbres, la familia, los medios de comunicación, las vacaciones, las relaciones sociales, las contiendas electorales, ¿reflejan un país católico?


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Multitudinaria misa de Benedicto XVI en León

3/28/2012

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LEÓN, ZENIT).- El papa Benedicto XVI celebró una multitudinaria eucaristía en el Parque Expo Bicentenario de León, México, que comenzó a las diez de la mañana, con la asistencia de medio millón de personas, en su mayoría jóvenes.

Benedicto XVI llegó tras sobrevolar en helicóptero un gigantesco Cristo emplazado en el cerro del Cubilete, en el centro geógráfico del país. El helicóptero que los trasladaba pasó por la gigantesca imagen de Cristo Rey, de 20 metros y 80 toneladas, que fue destruida durante la Guerra Cristera (1926-1929) entre el gobierno y católicos insurrectos, guerra que marcó un drástico quiebre en las relaciones entre el Estado y la Iglesia en México.

Luego descendió en el parque Bicentenario donde la multitud, compuesta mayoritariamente por jóvenes, lo saludaba y vitoreaba al paso del papamóvil que lo llevó desde el helipuerto hasta el altar. "Benedicto hermano, ya eres mexicano", coreaban los asistentes

Peregrinos de todas partes de Mexico acampaban en el Parque del Bicentenario con la ilusión de tener la mejor visión de la celebración.

"Si pasamos frío o calor no importa, yo quiero estar ahí con el papa. Llegamos a las 4 de la mañana del DF, nos fuimos a San Miguel de Allende y luego para acá", expresó a los medios una asistente. "Deséenme suerte, porque como yo viene mucha gente", aseguró.

En la explanada donde el papa celebró la aucaristía se concentraban unas 300.000 personas y otras tantas en las proximidades. En las zonas donde se instalaron los asistentes a la celebración fueron abiertos ocho kilómetros de senderos y removidos 350.000 metros cúbicos de tierra sobre una superficie de 42 hectáreas.

En su homilía, el papa animó a los asistentes a pedir a Dios un corazón puro porque "nos ayuda asimismo a mirar muy dentro del corazón humano, especialmente en los momentos de dolor y de esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica".


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Benedicto XVI: Deseo estrechar las manos de todos los mexicanos

3/24/2012

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Excelentísimo señor presidente de la República,

Señores cardenales,

Venerados hermanos en el Episcopado y el Sacerdocio,

Distinguidas autoridades,

Amado pueblo de Guanajuato y de México entero:

Me siento muy feliz de estar aquí, y doy gracias a Dios por haberme permitido realizar el deseo, guardado en mi corazón desde hace mucho tiempo, de poder confirmar en la fe al Pueblo de Dios de esta gran nación en su propia tierra. Es proverbial el fervor del pueblo mexicano con el sucesor de Pedro, que lo tiene siempre muy presente en su oración. Lo digo en este lugar, considerado el centro geográfico de su territorio, al cual ya quiso venir desde su primer viaje mi venerado predecesor, el beato Juan Pablo II. Al no poder hacerlo, dejó en aquella ocasión un mensaje de aliento y bendición cuando sobrevolaba su espacio aéreo. Hoy me siento dichoso de hacerme eco de sus palabras, en suelo firme y entre ustedes: Agradezco ­ -decía en su mensaje ­ el afecto al papa y la fidelidad al Señor de los fieles del Bajío y de Guanajuato. Que Dios les acompañe siempre (cf. Telegrama, 30 enero 1979).

Con este recuerdo entrañable, le doy las gracias, señor presidente, por su cálido recibimiento, y saludo con deferencia a su distinguida esposa y demás autoridades que han querido honrarme con su presencia. Un saludo muy especial a monseñor José Guadalupe Martín Rábago, arzobispo de León, así como a monseñor Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y del Consejo Episcopal Latinoamericano. Con esta breve visita, deseo estrechar las manos de todos los mexicanos y abarcar a las naciones y pueblos latinoamericanos, bien representados aquí por tantos obispos, precisamente en este lugar en el que el majestuoso monumento a Cristo Rey, en el cerro del Cubilete, da muestra de la raigambre de la fe católica entre los mexicanos, que se acogen a su constante bendición en todas sus vicisitudes.

México, y la mayoría de los pueblos latinoamericanos, han conmemorado el bicentenario de su independencia, o lo están haciendo en estos años. Muchas han sido las celebraciones religiosas para dar gracias a Dios por este momento tan importante y significativo. Y en ellas, como se hizo en la Santa Misa en la basílica de San Pedro, en Roma, en la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, se invocó con fervor a María Santísima, que hizo ver con dulzura cómo el Señor ama a todos y se entregó por ellos sin distinciones. Nuestra Madre del cielo ha seguido velando por la fe de sus hijos también en la formación de estas naciones, y lo sigue haciendo hoy ante los nuevos desafíos que se les presentan.

Vengo como peregrino de la fe, de la esperanza y de la caridad. Deseo confirmar en la fe a los creyentes en Cristo, afianzarlos en ella y animarlos a revitalizarla con la escucha de la Palabra de Dios, los sacramentos y la coherencia de vida. Así podrán compartirla con los demás, como misioneros entre sus hermanos, y ser fermento en la sociedad, contribuyendo a una convivencia respetuosa y pacífica, basada en la inigualable dignidad de toda persona humana, creada por Dios, y que ningún poder tiene derecho a olvidar o despreciar. Esta dignidad se expresa de manera eminente en el derecho fundamental a la libertad religiosa, en su genuino sentido y en su plena integridad.

Como peregrino de la esperanza, les digo con san Pablo: «No se entristezcan como los que no tienen esperanza» (1 Ts 4,13). La confianza en Dios ofrece la certeza de encontrarlo, de recibir su gracia, y en ello se basa la esperanza de quien cree. Y, sabiendo esto, se esfuerza en transformar también las estructuras y acontecimientos presentes poco gratos, que parecen inconmovibles e insuperables, ayudando a quien no encuentra en la vida sentido ni porvenir. Sí, la esperanza cambia la existencia concreta de cada hombre y cada mujer de manera real (cf. Spe Salvi, 2). La esperanza apunta a «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap 21,1), tratando de ir haciendo palpable ya ahora algunos de sus reflejos. Además, cuando arraiga en un pueblo, cuando se comparte, se difunde como la luz que despeja las tinieblas que ofuscan y atenazan. Este país, este continente, está llamado a vivir la esperanza en Dios como una convicción profunda, convirtiéndola en una actitud del corazón y en un compromiso concreto de caminar juntos hacia un mundo mejor. Como ya dije en Roma, «continúen avanzando sin desfallecer en la construcción de una sociedad cimentada en el desarrollo del bien, el triunfo del amor y la difusión de la justicia» (Homilía en la solemnidad de Nuestra Señor de Guadalupe, Roma, 12 diciembre 2011).

Junto a la fe y la esperanza, el creyente en Cristo, y la Iglesia en su conjunto, vive y practica la caridad como elemento esencial de su misión. En su acepción primera, la caridad «es ante todo y simplemente la respuesta a una necesidad inmediata en una determinada situación» (Deus caritas est, 31,a), como es socorrer a los que padecen hambre, carecen de cobijo, están enfermos o necesitados en algún aspecto de su existencia. Nadie queda excluido por su origen o creencias de esta misión de la Iglesia, que no entra en competencia con otras iniciativas privadas o públicas, es más, ella colabora gustosa con quienes persiguen estos mismos fines. Tampoco pretende otra cosa que hacer de manera desinteresada y respetuosa el bien al menesteroso, a quien tantas veces lo que más le falta es precisamente una muestra de amor auténtico.

Señor presidente, amigos todos: en estos días pediré encarecidamente al Señor y a la Virgen de Guadalupe por este pueblo, para que haga honor a la fe recibida y a sus mejores tradiciones; y rezaré especialmente por quienes más lo precisan, particularmente por los que sufren a causa de antiguas y nuevas rivalidades, resentimientos y formas de violencia. Ya sé que estoy en un país orgulloso de su hospitalidad y deseoso de que nadie se sienta extraño en su tierra. Lo sé, lo sabía ya, pero ahora lo veo y lo siento muy dentro del corazón. Espero con toda mi alma que lo sientan también tantos mexicanos que viven fuera de su patria natal, pero que nunca la olvidan y desean verla crecer en la concordia y en un auténtico desarrollo integral. Muchas gracias.

©Librería Editorial Vaticana

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El encuentro del papa con Nuestra Señora de Guanajuato

3/20/2012

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Por Paloma Rives, enviada especial

GUANAJUATO,  (ZENIT).- Faltan ocho días para el inicio del viaje de su santidad Benedicto XVI a México. Medios de comunicación, fieles católicos y la sociedad civil --que está dispuesta a recibir un mensaje de fraternidad y esperanza- se encuentran a la expectativa de esta visita que se realiza en el marco del vigésimo aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre el México moderno y el Vaticano (1992).

De hecho, merecen especial atención las acciones, los esfuerzos y llamados que ha realizado la Santa Sede en materia de derechos humanos, además de la defensa irrestricta de la vida humana y su rechazo a la violencia y al terrorismo. Todo ello derivado de las relaciones diplomáticas que mantiene el Vaticano con 172 países, las misiones especiales --ante la Federación Rusa, la Autoridad Nacional Palestina y la Unión Europea- además del estatus de Observador Permanente ante la Organización de las Naciones Unidas, y su inclusión como miembro de otros organismos internacionales como la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa y el Consejo de Europa. Acciones dirigidas al ser humano, a las personas, sin importar creencias religiosas. De ahí la expectativa ante el mensaje de Benedicto XVI.

Los tiempos actuales requieren precisamente la unión de quienes buscan –por encima de su preferencia espiritual- un bien mayor, un bien comunitario que permita elevar las necesidades del ser humano ante las dificultades que enfrenta toda sociedad.

Por ello el papa Benedicto XVI sostendrá un encuentro con el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, el sábado 24 de marzo por la tarde, en la Casa del Conde Rul de la ciudad de Guanajuato.

Esta mansión está situada en la plaza de la Paz, a unos pasos de la basílica de Nuestra Señora de Guanajuato, y perteneció a don Antonio de Obregón, conde de Valenciana. Fue erigida con la riqueza obtenida tras treinta años de excavación ininterrumpida en la mina que le da nombre a su título nobiliario (de Valenciana).

Tales fueron los beneficios del descubrimiento de esta mina que --cuentan los guanajuatenses- don Antonio de Obregón mandó poner un camino de láminas de plata desde su anterior casa (que se ubicaba cerca de la mina) hasta la iglesia de San Cayetano (500 metros aproximadamente) para que su hija caminara rumbo al altar, el día de su boda.

El conde de Valenciana –don Diego de Obregón- construyó la mansión que referimos hace un momento y se dice que fue un hombre justo y respetado por ser el primero que dio participación en los beneficios a los mineros. Sin embargo, el escudo sobre la fachada y el nombre de la casa se deben a Diego Rul. Al morir el segundo conde de Valenciana, joven y sin descendencia, su hermana mayor --Ignacia- se casó con el coronel Diego Rul quien consiguió el título de conde de Casa Rul en 1804.

Ahí, desde los balcones de esa mansión obra del arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras, el papa Benedicto XVI saludará a cientos de niños que se darán cita en la plaza de la Paz, posterior al encuentro del santo padre con el presidente de México.

Es necesario recordar que, debido a la cercanía descrita al inicio de este artículo, en el camino hacia la casa del Conde Rul, su santidad pasará frente a la entrada principal de la basílica donde se encuentra la patrona de esa ciudad. He ahí un especial encuentro de Benedicto XVI.

Nos referimos al encuentro con María, madre de Cristo y del sucesor de san Pedro, en su advocación de Nuestra Señora de Guanajuato.

Para una pequeña charla al respecto, el abad de dicha basílica monseñor Juan Rodríguez Alba, nos recibe en sus oficinas donde se puede percibir la constante actividad que se genera en ocasión de la primera visita de Benedicto XV. Reuniones, personas en su escritorio realizando su trabajo y sobre todo un agradable ambiente de sonrisas y paz. Monseñor Rodríguez Alba nos comenta: “Se sacará la imagen a la puerta de la iglesia para que el papa le dé la bendición, y la Virgen le dé la bendición al papa.

Monseñor, ¿cuándo fue la última vez que bajaron del altar la imagen de la Virgen de Guanajuato? –“cada año, el 9 de agosto, el grupo de la Hermandad de Cargadores baja a la Virgen. Se pone cierto tiempo en cada una de las tres puertas de la basílica para que quienes la visitan, reciban su bendición y al día siguiente, la gente puede pasar bajo su manto, cerca del altar”. Hace una pausa y reflexiona con una mirada envuelta en la convicción y la fe.

Monseñor Rodríguez de Alba continúa: “Esta ocasión es especial. Cuando vemos o escuchamos a un hijo buscando a su madre de inmediato nos llenamos de ternura, pero cuando una madre busca a su hijo, sabemos que además de esa ternura existe la protección, la guía y la esperanza. La Virgen saldrá al encuentro del santo padre durante su recorrido hacia la casa del Conde Rul. Le pedimos a nuestra patrona siga ayudándole en esta labor difícil de realizar la misión de vicario de Cristo”.

Nos llama la atención la mención de la Hermandad de Cargadores de Nuestra Señora de Guanajuato y por ello buscamos una breve charla con el “celador mayor”, don Leonardo Ávila Luna quien lleva 40 años siendo parte de quienes tienen el honor de cargar la imagen cuando es necesario. –“Es una emoción difícil de describir, de tal manera que hasta siente uno escalofríos de poder llevar a nuestra Virgen”.

Don Leonardo ¿que significado podemos darle al momento en que la Virgen esté en la puerta del atrio de la basílica? --“No son tiempos fáciles para la labor del papa. Así como María estuvo siempre al lado de Cristo en el Vía Crucis, así Nuestra Señora de Guanajuato saldrá al encuentro de su hijo, de Benedicto XVI”.


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Cristo Rey tiene un sitio especial

3/20/2012

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Por Paloma Rives, enviada especial

GUANAJUATO, (ZENIT).- La concepción de este lugar especial, inició con una misa en 1919. A 53 años, el 25 de marzo de 2012 el papa Benedicto XVI reafirmará la misma fe que logró la construcción de este monumento de más de 20 metros de altura. La historia del Cristo del “cubilete” es, sin duda, una historia de obstáculos pero también de perseverancia.

En noviembre de 1919, el obispo de León Guanajuato José Guadalupe Albino Emeterio Valverde Téllez, realizó una visita pastoral a Silao, Guanajuato, y estando hospedado en el templo del Señor del Perdón --atendido por los carmelitas- contempló el cerro de “El Cubilete”. Ahí, sintió el deseo de celebrar una misa en la cima. Se acercaban entonces las fiestas de la “Vigilia de Espigas” --que es muy tradicional en la Adoración Nocturna- era el momento ideal.

Una vez que el obispo Valverde Tellez celebrara la misa, el padre Eleuterio de María Santísima Ferrer --sacerdote carmelita y director espiritual de los adoradores- propuso que se pusiera una lápida conmemorativa. Ante ello, el presidente de la sección Felipe Bravo Araujo precisó que mejor se hiciera un monumento, solo que sobre él, se colocara la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. La idea fue comunicada al obispo Valverde, quien complacido aceptó y quiso que tuviera el carácter de diocesano; puso la primera piedra el 12 de marzo y el 11 de abril de 1920 hizo su dedicación.

El Episcopado lo nombró monumento nacional y solicitó que se sustituyera por uno más grandioso, lo cual fue aprobado el 10 de octubre de 1920, día en que se celebraban en México las Bodas de Plata de la Coronación de la Santísima Virgen de Guadalupe. Además, se le llamó votivo, porque así el Episcopado daría cumplimiento al voto que hizo al Sagrado Corazón el 11 de junio de 1914 de erigirle un templo nacional.

Cabe señalar que el cerro del cubilete se encuentra a 2.579 metros sobre el nivel del mar y marca el centro geográfico exacto de la República Mexicana.

Se iniciaron los trabajos del segundo monumento en 1923, pero se impidió continuar con su construcción. Era aquella una de las épocas más difíciles de la persecución cristera. El acto de erigir una estatua honrando a Cristo Rey se consideró entonces un acto anticonstitucional y un desafío al gobierno. El 30 de enero de 1928 fue dinamitado el lugar.

Después de varios intentos, luchas continuas y momentos de desesperanza, el 11 de diciembre de 1944, el obispo Valverde bendijo y colocó la primera piedra del –entonces ya- quinto monumento. Ese mismo día bendijo la Ermita Expiatoria --que se edificó en el lugar donde fue dinamitada la primera estatua- para pedir perdón por el sacrílego atentado.

El monumento a Cristo Rey consta de dos partes: una basílica-esfera que simboliza el universo y sobre ella, de pie, la estatua de Cristo Rey con dos ángeles que le ofrecen dos coronas: la del martirio y la regia. La estatua, de estilo helénico, obra del escultor regiomontano Fidias Elizondo, simboliza la divina realeza de Cristo Señor del universo.

Cuando el obispo Valverde murió (1948), la obra estaba muy adelantada y el obispo Manuel Martín del Campo Padilla continuó con los trabajos. El 11 de diciembre de 1950 bendijo la estatua en nombre de su santidad Pío XII. Ese día se cumplían 25 años de la encíclica Quas Primas, de Pío XI, por la que se estableció la festividad universal de Cristo Rey.

La bendición de la custodia monumental, verdadero trono de Cristo Rey Eucarístico, se realizó el 20 de abril de 1960.

Ha sido un camino difícil, igual que el camino que muchos peregrinos han tenido que recorrer entre brechas angostas y empedradas antes de que los accesos a este santuario tuvieran las características de hoy en día.

Podemos constatar por la historia, que es este un lugar especial para Cristo Rey. Con los brazos extendidos, desde lo alto, cobijará con su sombra al sucesor de san Pedro y a los miles de personas de buena voluntad que recibirán ahí al mensajero de la paz, a Benedicto XVI.


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