Una intensa semana de la juventud del mundo, que abrazó al Santo Padre, recibiendo su bendición, sus sonrisas, sus oraciones, su esperanza y su aliento de Pastor de la Iglesia universal a ser dichosos y fervientes discípulos y misioneros de Cristo.
Sonriendo, el santo padre bajó del avión en el que aterrizó a las 11.25 de la mañana, hora de Roma, para luego trasladarse en automóvil hasta el Vaticano, pasando primero a realizar un acto de acción de gracias ante la imagen de la Madre de Dios, María Salus Populi Romani, que está en la Basílica papal de Santa María la Mayor