El encuentro, de tres días, finalizó el sábado en Seattle (Washington, Estados Unidos), y se centró en el tema Restaurar la integridad de la Medicina: el imperativo para una antropología cristiana.
“Hoy, restaurar la integridad es una necesidad que sienten todos los profesionales y se hace más categórica cuando se trata de una profesión que se ocupa de la vida humana y la salud”, afirma en su mensaje.
Y explica: “La verdad de que los seres humanos están creados a imagen de Dios y a ellos les está confiada la custodia de la creación se encuentra en el corazón de la revelación cristiana”.
“De este hecho podemos deducir que los seres humanos están llamados a disfrutar de una comunión personal con Dios y con los demás, y también a llevar a cabo, en nombre de Dios, una administración responsable del mundo creado; esos son elementos básicos de la antropología cristiana”.El arzobispo afirma que “la investigación científica básica y aplicada constituye una expresión significativa de esta custodia de la creación”.
Progreso
También destaca que “el progreso en las ciencias biológicas y médicas ha abierto una amplia gama de posibilidades terapéuticas eficaces”.
“Sin embargo -añade el arzobispo Zimowski-, la variedad de posibilidades expone al hombre a la tentación de ir más allá de los límites de un dominio razonable de la naturaleza”.
“Por eso es importante recordar que la investigación científica y su aplicación deben evaluarse moralmente en referencia a la dignidad de la persona humana”.
Citando la Domus Vitae, el prelado afirma: “La ciencia y la tecnología son recursos valiosos para el hombre cuando se ponen a su servicio y cuando promueven su desarrollo integral para el beneficio de todos; pero no pueden mostrar por sí mismos el significado de la existencia ni del progreso humano. Al ser ordenadas por el hombre, que las inicia y las desarrolla, trazan de la persona y sus valores morales la indicación de su objetivo y la conciencia de sus límites (···) porque (···) la ciencia sin conciencia sólo puede conducir a la ruina del hombre (n. 2).
El arzobispo Zimowski afirma: “Como profesionales de la salud católicos, sois conscientes de que la vida y la salud física son dones preciosos confiados a nosotros por Dios, y debemos cuidarlos de una manera sensata”.
Y concluye: “La práctica de la medicina no puede separarse de esta verdad”.