En el patio interior del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, el Pontífice se refirió a sus años de escuela en un pequeño pueblo de trescientas almas.
“Aprendimos lo esencial -dijo-. Aprendimos sobre todo a leer y a escribir, y creo que es algo grande poder leer y escribir, porque así podemos conocer el pensamiento de los demás, leer los periódicos, los libros”.
El Papa también quiso señalar algo “extraordinario”: “Dios ha escrito un libro, es decir, nos ha hablado a nosotros, los hombres”, de manera que hoy, “podemos leer lo que Dios nos dice”, en la Biblia.
Finalmente, Benedicto XVI recordó a los niños que no hay amistad más bella que la de Jesús. Si es importante aprender en la escuela “todo lo necesario para la vida”, dijo, hay que “aprender también a conocer a Dios, conocer a Jesús y así conocer cómo se vive bien”.
“Vosotros encontráis en la escuela a muchos amigos y eso es bonito, así se forma una gran familia -añadió-. Pero entre los grandes amigos, el primero que encontramos, que conocemos, debe ser Jesús, que es el amigo de todos y que nos da realmente el camino de la vida”.