En su carta, el cardenal Rouco explica que “desde los comienzos del cristianismo, la Iglesia ha vivido junto a los hombres, a quienes ha sido destinada. La palabra parroquia significa precisamente –casa junto a otras- porque la Iglesia se entendió a sí misma como la Casa de Dios situada junto a las casas de los hombres. En las asambleas litúrgicas todos tenían cabida, como atestigua la carta de Santiago, dando siempre predilección a los pobres y necesitados y evitando la acepción de personas”.
Recuerda que “la Iglesia está siempre a favor del hombre, y es compañera de camino del hombre necesitado de Dios y del apoyo de sus hermanos”.
El lema de la Jornada –explica- “insiste en que este vivir con el hombre no es de manera gregaria. Subraya el contigo, porque cada hombre es único ante Dios y ante la Iglesia. Dios nos ama de modo personal a cada uno de nosotros y la Iglesia extiende su amor a cada persona en particular por la que ha muerto y resucitado Cristo”.
Los problemas del hombre individual –ya sean de orden espiritual o material--, subraya el arzobispo de Madrid “afectan a la Iglesia porque lo considera un miembro de su cuerpo, según la enseñanza de san Pablo sobre la Iglesia, Cuerpo de Cristo”.
Por ello, afirma, la Iglesia Diocesana, “al pedir oraciones y ayuda material para el mantenimiento de su misión apostólica en el mundo, piensa en el hombre concreto, y en el conjunto de sus miembros: la Iglesia contigo, con todos”.
Cualquiera que se acerque a una comunidad cristiana, señala el cardenal Rouco, “experimentará que para la Iglesia los hombres no son números, sino personas concretas que son tratadas en particular atendiendo a sus problemas, situaciones vitales, necesidades concretas”.
Este trato individual, explica, es, al mismo tiempo, colectivo: “Velar por las necesidades de cada uno supone organizar la vida de la Iglesia con instituciones que promuevan la vida de cada persona: parroquias, colegios, universidades, seminarios, organizaciones caritativas. Todas estas realidades se dirigen ciertamente al bien común que es el conjunto del bien individual. Cuando se tiene sentido de Iglesia y se vive la Iglesia como una comunión de fe y de amor, se despierta espontánea la necesidad de ayudar y de compartir nuestros bienes –espirituales y materiales- con los demás para hacer posible el bien de todos”.
“Quiero agradecer a tantos y tantos cristianos que viven la caridad cristiana con delicada generosidad, especialmente en estos tiempos en que la crisis económica sacude violentamente a tantas personas y familias. Lo que hacéis con los más pobres lo hacéis con Cristo y Él os premiará con generosidad. Os premia ya aquí, si sabéis verlo, con la alegría de la caridad”, añade el pastor de Madrid.
Y concluye animando a toda la comunidad diocesana a que esta Jornada “sea la ocasión de vivir la comunión de bienes que identifica a la Iglesia desde sus orígenes”. “Sed generosos y ayudad a la Iglesia en todas sus necesidades, de modo que el testimonio de vuestra caridad estimule a los demás a imitar vuestro ejemplo y la Iglesia muestre su condición materna, acompañando al hombre en el camino de la vida, contigo, con todos”.