
El Anuario con unas 150 páginas, inicia con la frase “El mundo es nuestra casa”, de Jerónimo Nadal, uno de los primeros jesuitas y se edita en inglés, español, francés, alemán e italiano, y se distribuye en todas las provincias de la Compañía de Jesús.
En el mismo se incluyen testimonios de jesuitas que trabajan en los más recónditos rincones del mundo apoyando a los más débiles, como las causas de los pueblos aborígenes en Australia; las comunidades campesinas de Bolivia; las culturas e identidades tribales de la India; con la población de Guyana; en las islas de Jeju (Corea del Sur) y Okinawa (Japón); o en Zimbabue.
El sacerdote jesuita Chrispen Matsilele, señala que el Anuario indica que los pueblos indígenas “nos llaman e invitan a una reflexión más profunda, sobre lo que significa estar en las periferias, y optar por los pobres, no como mesías, sino como compañeros de peregrinación, haciendo camino”.
El Anuario subraya que san Ignacio de Loyola envió a los jesuitas fuera de las fronteras, al nuevo mundo, “a anunciar al Señor a los pueblos y culturas que aún no lo conocían” y refleja la manera en que este envío se actualiza hoy, 470 años después.